viernes, 5 de noviembre de 2010

Tragedia y Misterio en el Castillo (VII)

COMUNICACIONES AMOROSAS ENTRE LUCIA Y ANGEL

Las comunicaciones amorosas entre Lucía y Ángel en aquellos primeros años del siglo XX, se efectuaban utilizando los primitivos aparatos de la recordada empresa "Unión Telefónica", mediante la acción de una operadora que obtenía finalmente el llamado.

Al mismo tiempo lo hacían por intermedio del envío de la correspondencia a través del correo, y con tal sistema intercambiaban románticas cartas en las cuales expresaban su mutuo amor, logrando también hacerlo luego con la aparición en la vida porteña de entonces, de un nuevo elemento sentimental y emotivo: La tarjeta postal, confeccionada con una fina y delicada cartulina, donde generalmente se admiraba la presencia de una pareja de enamorados, en una figura elegante y esfumada, mientras que en otras parecía un bello paisaje o hermosas flores integrando una llamativa imagen por sus distintos colores. Esa era una común forma de expresión de la época.

Con el paso de los años esas fotografías se fueron transformando en un cúmulo de nostalgias y melancolías, de recuerdo y añoranzas.

En el anverso de cada tarjeta se colocaban las leyendas escritas. Lucía y Ángel lo hicieron durante su noviazgo, pero también los padres de ambos entre sí, se enviaron saludos de Navidad y de fin de año, una costumbre de la comunidad de aquel tiempo, y por lo tanto no extrañaba su práctica generalizada. Estas postales se escribían casi siempre con el solo objeto de hacerse presente en determinados momentos y con el anhelo de ser recordado y además tenido en cuenta afectivamente: "Lucía, nunca podría olvidarme de tí". Ángel. "Bien sabes mi amado Ángel que eres el hombre de mi vida", Lucía. Sus progenitores a su vez, expresaban: "Estimados don Rafael y señora Vittoria; aquí se los recuerda muy afectuosamente. Muchas felicidades para este año 1911", Familia Lemos López Fernández. "Muy apreciados don Manuel Lemos y señora María López Fernández; Nuestros mejores deseos de felicidad para ustedes, para la Navidad y el próximo Año Nuevo", Familia Giordano D' Olivi. Ese era el lenguaje postálico de aquellos lejanos días en nuestra querida ciudad de Buenos Aires, y que hoy seguramente, se lo considerará, ridículo, cursi e inadecuado.

VILLA DEL PARQUE EN 1910

El barrio por esos años era prácticamente campo, ocupado por innumerables quintas de verduras, y apenas aparecían delineadas sus primeras calles con piso de tierra. Sus habitantes no eran muchos, y poseían como medio de transporte fundamental, el ferrocarril. Poco después se inauguraron las líneas de tranvías Nros. 85 y 86, uno con destino a la zona de Caballito y la restante a Plaza de Mayo.

Uno de los primeros vecinos de la zona parquense fue don Antonio Cambiasso. Había instalado una quinta entre las calles Llavallol, Helguera, Nogoyá y Santo Tomé. Era además dueño de otra similar ubicada en Orán, Madrid (San Nicolás), Baigorria y Nogoyá. Por esos tiempos la escuelita rural "Dr. Antonio Dellepiane", que funcionaba en un modesto local del Camino a San Martín (Av. San Martín) fue trasladada a la calle Pedro Lozano 3274 entre Cuenca y Campana (hoy en la calle Baigorria entre Helguera y Cuenca). Un pionero del barrio, don Maximiliano Zalper, hizo construir uno de los edificios más importantes en la esquina formada por las calles San Roque (José Pedro Varela) y Helguera. El núcleo de vecinos que había creado la primera Sociedad de Fomento, trabajaba con entusiasmo para lograr el pavimento de calles, plantación de árboles, nuevos medios de comunicación y la instalación de pasos a nivel en las vías ferroviarias. Villa del Parque comenzó a crecer.

..Y LLEGÓ LA NAVIDAD

Finalizaba el año 1910, en el cual habían ocurrido una serie de acontecimientos casi irrepetibles, y la población de Buenos Aires se aprestaba a festejar la tradicional Navidad católica. "Feliz Nochebuena" eran las dos palabras que se oían con frecuencia en la víspera de la fiesta navideña. La gente se preparaba con entusiasmo para la ocasión adquiriendo confituras importadas y de origen nacional: champagne "Pommery", aperitivo "Fernet-Branca", vinos "Calvet", "Cordero" "Woodhouse". Cervezas "La Africana" y "Pilsen-Bock", también determinados alimentos adecuados al festejo.

Al puerto porteño llegaban barcos repletos de inmigrantes de distintas partes del mundo, cerca de 8.000 descendían al grito de "Feliz Navidad", en sus respectivos idiomas. Muchos viajarían luego al interior para efectuar trabajos agrícolas y en los ferrocarriles "Central de Buenos Aires", "De Entre Ríos". "Andino". "Del Sud" y "Pacífico". Aquí se les ofrecía ocupación y la paz que ellos tanto necesitaban.

En el sorteo realizado por la Lotería Nacional el día 24 con un premio de un millón de pesos, resultó favorecido del número 4949. Pocas jornadas después, haría su aparición el nuevo año, esperado con mucho entusiasmo e ilusiones por todo un pueblo, anhelante de felicidad y buenas perspectivas, en un país como la Argentina, donde con la colaboración de todos podría transformarse en el más próspero de Sudamérica.

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