martes, 18 de enero de 2011

Tragedia y Misterio en el Castillo (XII)

Pasado el trágico accidente

Mucho se ha hablado y escrito sobre la historia del tradicional castillo de Villa del Parque. Es innegable que su trágico destino se convirtió a través del tiempo en una apasionante leyenda.

Luego del luctuoso accidente tan lamentado por los desolados pobladores parquenses, todo volvió a una aparente normalidad, porque a menudo ocurrían hechos llamativos e inesperados que suscitaban cierta preocupación en el vecindario. Algunos, manifestaban que al pasar cerca del publicitado edificio en horas nocturnas, se escuchaban en ocasiones desde su interior, ruidos raros, quejidos y figuras macabras transitando por los alrededores.

Esa situación y otras también insólitas e imprevisibles se agudizaban a medida que se aproximaba la fecha del triste aniversario. Ocurría en las cercanas vías del ferrocarril. En la madrugada de algunos días, cerca de la hora en la cual se produjo el horrendo suceso, curiosamente, los pasajeros de determinadas formaciones ferroviarias al llegar precisamente al fatídico lugar, sentían extraños y desagradables síntomas, los que alarmaban justificadamente a todo el pasaje: mareos, vómitos, dolores corporales, etc. que desaparecían rápidamente al alejarse el tren de aquellos sitios rumbo a Retiro, donde finalizaba normalmente su recorrido después de transitar 48 Kms, desde el punto inicial, la estación "Presidente Derqui" del ferrocarril "Buenos Aires al Pacífico".

También sucedían los hechos relatados durante las fechas de celebración (según el calendario católico de la época), de los santos que correspondían a los nombres de la pareja de novios, y demás integrantes de ambas familias: Lucía (13 de diciembre), Ángel (27 de enero), Rafael (12 de septiembre), Victoria (23 de diciembre) María (15 de agosto), Gregorio (12 de marzo), Carmen (16 de julio), Francisco (4 de octubre), Flora (24 de noviembre), Elena (18 de agosto) y Manuel (26 de marzo).

Durante el año 1924 un grupo de caracterizados vecinos formaron una comisión investigadora para aclarar las dificultades, poco comunes que se producían en la zona, y al mismo tiempo hallar alguna solución para la tranquilidad de la población parquense. A tal efecto se realizaron varias reuniones que no dieron resultados positivos. Varios asambleístas dijeron en cierto momento tener dificultades para expresarse, y además problemas auditivos, mientras se trataban determinados temas relacionados con el caso.

Como es de imaginar recibían bromas de todo tipo que tenían que ver con el temor y el pánico que supuestamente sentían. Sin embargo, se insinuaban una duda: ¿era todo producto del miedo, o esas personas eran víctimas de fuerzas misteriosas que los acosaban? Desafortunadamente, nunca fue posible obtener una respuesta certera y absoluta que condujera a la esperada y auténtica verdad.

Posteriormente, la nombrada comisión vecinal logró que se oficiaran misas en las Parroquias del barrio a modo de exorcismo, las que estuvieron a cargo de los curas párrocos Pbros. Manuel A. Pujato y Vicente A. Rigoni. Paralelamente, demostrando un total desconcierto y escaso sentido común, realizaron contactos con un "medium" que aseguraba que podía comunicarse con los espíritus. Este señor se llamaba Pedro D' Ángelo y se domiciliaba en la calle Médanos (Juan Agustín García) 1891.

Los vecinos que concurrieron alguna vez a sus "sesiones" espiritistas que se efectuaban periódicamente en horas de la noche, en un oscuro salón de su casa iluminado solamente con la luz de una vela, contaron que esta persona en medio de terribles contorsiones y agudos gritos de dolor, que aparentemente eran emitidos por Lucía y Ángel de manera incorpórea, relataban los últimos momentos de sus vidas, segundos antes del horrible accidente, y la tremenda pena que soportaban al estar alejados definitivamente de sus seres queridos. Por nuestra parte, al desconocer esas prácticas esotéricas no podemos expresar ninguna opinión al respecto. En aquella época hubo serias polémicas, dos bandos que se enfrentaron, apoyando uno y creyendo totalmente todo lo realizado y los restantes negando con firmeza en una clara demostración de incredulidad y repudio. Esa controversia se mantuvo durante muchos años.

Más allá de toda especulación e incompresibles intereses, lo realmente cierto (avalado por verídicos relatos de quienes presenciaron los hechos), es que en el edificio de la calle Campana hubo alguna vez, como cuenta la leyenda, situaciones anormales e inexplicables por cuyas lógicas razones se lo denominó: "El Castillo de los Fantasmas", sustituyéndose el antiguo apodo de “El Castillo de los Bichos”.

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