jueves, 9 de septiembre de 2010

- VILLA DEL PARQUE EN EL RECUERDO -



La presente anécdota corresponde al lejano año 1937. Todos los muchachos de aquel tiempo integrábamos algún equipo de fútbol de los numerosos clubes de la zona parquense. A veces sucedía, que éramos amigos de una misma “barra”, pero jugábamos para distintas entidades de nuestro barrio, y la “Universidad” donde aprendíamos a desempeñarnos con habilidad en ese deporte tan hermoso, era el baldío, el llamado “potrero”, con piso de tierra, desparejo casi siempre y hasta en ocasiones, con basura. Nada nos impedía jugar, practicar “gambetas”, pases, veloces corridas, y los infaltables tiros al arco y los “penales”.

Utilizar correctamente ambas piernas durante los partidos, era la mayor exigencia, y quién no podía hacerlo, no tenía cabida en ningún equipo. Tampoco se toleraba el juego brusco y malintencionado. El que así procediera, la entidad para la cual jugaba, lo excluía definitivamente, y no había excusas que fueran aceptadas…

El domingo 26 de septiembre del mencionado 1937, el equipo de Tercera División de nuestro club GLORIAS DEL PARQUE, jugaba un partido frente a otro similar de la zona de Liniers. Entre los integrantes de ese conjunto de aficionados, estaba presente el delantero de la primera de San Lorenzo de Almagro Ricardo Alarcón, un estupendo jugador profesional, campeón con su equipo en el año anterior (1936). El titular de nuestro plantel que debía “marcarlo”, fingió una lesión inexistente para no actuar frente a tan habilidoso jugador. Los directivos, inmediatamente, citaron al suplente (el que suscribe esta nota), para cubrir el puesto defensivo, sabiendo de antemano que la tarea fracasaría totalmente. La negativa a estar presente tenía sus lógicos y atendibles motivos…

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