jueves, 27 de septiembre de 2012

INSÓLITO: UNA “ACADEMIA DE CANTO” NO RECONOCIÓ LA VOZ DE GARDEL

Transcurrían los últimos días del mes de noviembre de 1943. La población de Buenos Aires de ese tiempo, disfrutaba en su hogar de dos entretenimientos que utilizaba diariamente, las grabaciones de discos a través de la tradicional “víctrola” a cuerda y las programaciones de radio que eran muy variadas e interesantes, puesto que contenían audiciones extranjeras, amenos informativos, humoristas, temas infantiles, los días domingos transmisión de partidos de fútbol de primera división, y prioritariamente durante la semana, música argentina con orquesta e intérpretes nacionales, en casi todos los horarios de cada día, con el apoyo total de los oyentes.

Por lo tanto, prestigiosos conjuntos hacían oír los agradables compases de la melodía ciduadana que siempre nos identificó plenamente, el tango. Pero también el folclore tenía su lugar en las transmisiones, con sones porteños y de la parte sur de nuestro país. La publicidad, generalmente, era breve, anunciando adecuadamente cada producto, de manera clara y convincente, sin palabras ampulosas.

La emisora L.S.6 Radio del Pueblo poseía en la fecha indicada anteriormente, sus estudios artísticos de la Avenida Córdoba al 1500. En eso años, una acreditada academia de canto publicitó un concurso para ambos sexos, destinado a premiar con un contrato radial al ganador del certamen de canciones. Las condiciones para intervenir en el mismo, eran las siguientes: Enviar a la emisora dos temas grabados en discos de pasta, con sus respectivos títulos en un sobre cerrado y donde el intérprete figurara con un seudónimo. En otro sobre, también cerrado, la aclaración de la verdadera identidad, número de documentos, domicilio, teléfono, etc.

Supuestamente, la citada academia escucharía todas las grabaciones enviadas por los aspirantes, para luego pasar por radio la que habrías sido triunfadora (así lo anunciaban). Los descartados, o sea los no ganadores, debían retirar sus discos en la misma emisora radial. Llamativamente, nuca s supo quién fue el mejor.

Lo sucedido en dicho concurso, fue bochornoso, increíble y ridículo. Un inscripto, sospechando de la legalidad de los organizadores, efectuó una especie de “trampa” para asegurarse el primer puesto. Tomó dos temas grabados por Gardel al comienzo de la década de 1920; los estilos “El Moro” y “Amargura” y se dirigió a una empresa grabadora llamada “Grafosón”, situada en la calle Bartolomé Mitre al 4200, en el barrio de Almagro. Llevó su guitarra y allí, agregó a la grabación original, su propio acompañamiento, grabando nuevamente ambos temas, y presentándolo en el mencionado concurso de cantores, que curiosamente no ganó.

Al ir a retirar el trabajo (como muchos otros), tuvo que escuchar a uno de los “directores” de la “academia de canto” que “paternalmente” le dijo estas palabras. “Pibe, lamento decirte que como cantor no vas a tener futuro. Te aconsejo dedicarte a otra cosa”. En ese mismo momento, el muchacho indignado con razón por lo que terminaba de oír, le contó la verdadera historia del caso, ante el lógico asombro de los presentes, que no podían creer lo ocurrido. Hubo un intercambio de insultos fuertes y amenazas, pero antes de que se produjera alguna situación preocupante, intervino amigablemente y calmando los ánimos, un artista de la emisora y gran propulsor de los temas criollos, el payador don Antonio Caggiano.

El joven de este relato, es el firmante de la presente nota, y las mencionadas grabaciones pueden ser escuchadas claramente como en aquellas lejanas épocas:


Más allá de al anécdota, este singular e irrisorio hecho puso al descubierto, la incapacidad profesional de un grupo de inescrupulosos y falsos creadores de artistas, que con mucha audacia instalaron un lugar de aprendizaje y además, auspiciaron la realización un seudoconcurso, para descubrir a un nuevo astro de la canción criolla, pero el colmo de la ignorancia y la burla, la constituyó el total desconocimiento de la voz del inconfundible Carlos Gardel.

Lamentablemente, para hacer efectiva esa absurda patraña, utilizaron a una de las más prestigiosas emisoras de radio de aquellos tiempos: L.S.6 Radio del Pueblo…

ISABELINO ESPINOSA

miércoles, 12 de septiembre de 2012

INMIGRANTES EN VILLA DEL PARQUE

Luego de los remates realizados por la inmobiliaria Guerrico – Williams en 1906, de zonas de Villa del Parque, comenzaron a llegar los primeros pobladores, generalmente de la clase obrera de aquel tiempo. Mediante sus ahorros logrados sacrificadamente a través de magros sueldos, juntaban el dinero necesario para construir su soñada vivienda, sin declinar en su honrada lucha por el sustento diario.

En su gran mayoría eran inmigrantes europeos que habían llegado a la Argentina, en busca de paz y trabajo, escasos en el Viejo Continente, a raíz de las secuelas que dejaban el odio y el enfrentamiento entre países, en contraste con la calma y laboriosidad observada en América del Sur.

Fue así, que llegaron al puerto de Buenos Aires, grandes corrientes inmigratorias desde mediados del siglo XIX, continuando en los primeros decenios del siguiente, siendo escasos los que elegían residir en el interior de nuestro país, tal vez, porque consideraban que nuestra gran Capital les ofrecía mejores condiciones de vida digna, debido a la realización de tareas menos esforzadas y bien remuneradas, que cubrían totalmente sus modestas ambiciones.

Villa del Parque fue la zona capitalina, quizás, con mayor residencia de ciudadanos europeos, por la destacada actividad comercial, que desde sus lejanos inicios tuvieron las calles Barcelona (Cuenca), Sevilla (Nazca), Génova (Campana), Nogoyá y otras no menos importantes. Además, varias hectáreas con prósperas quintas de verduras que ofrecían un trabajo constante, y también luego, los inolvidables hornos de ladrillos que cubrían varias hectáreas, los más extensos de nuestra ciudad y evocado sen el emblema parquense.

Como un modesto homenaje a aquellos esforzados inmigrantes que eligieron nuestro barrio para trabajar y construir sus viviendas, elegimos una calle determinada (Concordia) al 2300, daremos sus nombres y sus países de origen, para que exista la posibilidad de ser incluidos alguna vez en las páginas de la historia de nuestro querido Villa de Parque: Concordia 2311 (Jacinto Jarabe – Turquía); 2319, (Salvador Livolsi y María Lizza – Italia), 2327, (Consuelo Rigueiro –España), 2343, (Sal Bielack – Polonia), 2369, (Santo Di Bella – Italia), 2399, (Rudolf Schunort – Alemania), 2370, (Manuel Blanco – España), 2388, (Celeste Di Biaggi – Italia). En las calles adyacentes la nómina se repetía casi igual. Por “contagio”, estos vecinos de distintas regiones del mundo, hablaban un castellano muy particular, mezclando términos idiomáticos entre sí, pero entendiéndose perfectamente, y por sobre todas las cosas, actuaban con una solidaridad llamativa y admirable, como si todos pertenecieran a una hermosa y gran familia. Sin lugar a dudas, un emotivo y bello ejemplo para la posteridad…

ISABELINO ESPINOSA