lunes, 17 de mayo de 2010
EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE: Tragedia y Misterio en su Historia (II)
Llegó el tiempo en el cual Lucía, terminados ya sus estudios en la parte secundaria, debía decidir si aceptaba las sugerencias de sus padres que deseaban su ingreso a la universidad nacional. Respetuosa del modo de pensar de sus progenitores, no puso obstáculos en mantener conversaciones al respecto. Luego de algunas tratativas familiares, creyó que la carrera médica podría ser para ella el brillante futuro que tanto anhelaba. Para tal fin se inscribió en la Facultad de Medicina de la calle Córdoba 2122 de nuestra Capital. Enfrente, del legendario "Hospital de Clínicas".
Cuando aún cursaba el primer año del ciclo inicial, advirtió que no podría continuar esos estudios porque no sentía atracción por ellos. Las excelentes clases dictadas por eruditos profesores no alcanzaban a interesarle. Comprendió entonces su equivocación en el momento de tomar decisiones. Quizás por complacer a sus mayores que deseaban verla algún día ejerciendo la medicina en un consultorio propio, cometió el error que después lamentó. Casi todos los hijos de aquel tiempo actuaban de esa manera.
Pasaron algunos meses del año 1909. Lucía una vez más, escuchaba los sones de un piano que llegaban nítidamente desde una casa vecina hasta su habitación. Los oía diariamente por las tardes. Le agradaba sobremanera esa melodiosa y variada música que incluía valses vieneses, mazurcas y tangos criollos. Transcurrió cierto tiempo y continuó interesándose por las melodías que permanentemente lograba escuchar con agrado.
Finalmente pudo convencer a sus padres para que le autorizaran a estudiar piano Luego de obtener la aprobación necesaria, ingresó en un conservatorio dirigido por la profesora Rosa Molarte, ubicado en la calle Buen Orden (Bernardo de Irigoyen) casi esquina Belgrano. Su entusiasmo era tal que en poco tiempo consiguió progresos notables, aventajando a sus más destacados condiscípulos ante la admiración de todos.
A ese instituto de enseñanza musical también concurría en condición de alumno, un joven llamado Angel Lemos que estudiaba violín. Se domiciliaba en la calle Defensa al 600, y pertenecía a una caracterizada familia porteña. Su padre Manuel Lemos se desempeñaba en el directorio de la tienda "A la Ciudad de México" situada en la calle Florida y Cuyo de la Capital. Su madre María López Fernández era ama de casa.
Lucía y Angel simpatizaron muy pronto: coincidían en el modo de pensar y tenían parecidas preferencias. El muchacho no disimulaba su interés por la joven, que tampoco desechaba la idea de iniciar un noviazgo. Así ocurrió, y como se estilaba en esos años, solicitaron el consentimiento de los padres de ambos, que dieron su aprobación sin inconvenientes. En la actualidad esa situación no sería soportable.
Mucho antes de esa decisión, ya el padre de la chica había prometido que si se concretaba alguna vez su matrimonio. El amplio castillo que hizo edificar en Villa del Parque, sería su obsequio de bodas. Un pensamiento que nadie intentó modificar.
Transcurría el tiempo, y la suntuosa vivienda permanecía sin ocupantes por mandato de su dueño, atendida exclusivamente en la parte de su mantenimiento y limpieza. El concurría periódicamente al barrio a bordo de su auto "Landauletes" donde siempre se le recibía con simpatía por parte de las modestas familias del lugar, las mismas que cuidaban para terceros extensas quintas de verduras aledañas, entre otras actividades. Mientras tanto los jóvenes vivían un felíz idilio, no existía nada anormal que hiciese peligrar la apasionada relación. Juntamente con sus padres acudían a espectáculos teatrales y cinematográficos, paseos, fiestas, acontecimientos deportivos, etc.
Se comunicaban por intermedio de cartas, y también lo hacían utilizando teléfonos rudimentarios que funcionaban a pila. El servicio lo prestaba una empresa creada en 1886 llamada "Unión Telefónica". Resultado de la fusión de dos compañías.
Tal vez mediante ese medio, las familias de los novios concretaron visitas, o reuniones para realizar acuerdos como el que tuvo lugar en casa de la chica, para decidir la fecha en la cual e efectuaría la boda. Según relata la leyenda, luego de un cambio de opiniones entre los presentes, se determinó que la ceremonia religiosa y civil se efectuaría el dia sábado 1º de abril de 1911. El festejo quedó establecido y confirmado. El lugar sería las instalaciones del castillo del señor Giordano.
Ángel Lemos
Cuando en 1909 Ángel Lemos inició su curso de violín en el conservatorio de la profesora Rosa Molarte, tenía 23 Amos (había nacido en Buenos Aires en 1886), ya poseía el título de farmacéutico otorgado por la universidad nacional.
En 1936 un investigador del tema que hoy nos ocupa, llamado Francisco Martínez, ubicó en los archivos de la Cátedra de Bromatología (Aula "Felipe Justo"), de la Facultad de Ciencias Médicas (a cargo en la ocasión de los profesores Angel Bianchi Lischetti y Vicente Colobraro), una carpeta de "Trabajos Prácticos" a nombre de Angel Lemos que correspondía al año 1909. Todo lo cual demuestra que en esa época fue alumno de la escuela de Farmacia, y que al cursar su cuarto año de estudios, estaba habilitado para obtener su título universitario, y proseguir si lo deseara en la carrera del doctorado en bioquímica. Aparentemente no lo hizo, pues no se encontraron datos al respecto. Sólo habría logrado su condición de farmacéutico.
Cuando aún cursaba el primer año del ciclo inicial, advirtió que no podría continuar esos estudios porque no sentía atracción por ellos. Las excelentes clases dictadas por eruditos profesores no alcanzaban a interesarle. Comprendió entonces su equivocación en el momento de tomar decisiones. Quizás por complacer a sus mayores que deseaban verla algún día ejerciendo la medicina en un consultorio propio, cometió el error que después lamentó. Casi todos los hijos de aquel tiempo actuaban de esa manera.
Pasaron algunos meses del año 1909. Lucía una vez más, escuchaba los sones de un piano que llegaban nítidamente desde una casa vecina hasta su habitación. Los oía diariamente por las tardes. Le agradaba sobremanera esa melodiosa y variada música que incluía valses vieneses, mazurcas y tangos criollos. Transcurrió cierto tiempo y continuó interesándose por las melodías que permanentemente lograba escuchar con agrado.
Finalmente pudo convencer a sus padres para que le autorizaran a estudiar piano Luego de obtener la aprobación necesaria, ingresó en un conservatorio dirigido por la profesora Rosa Molarte, ubicado en la calle Buen Orden (Bernardo de Irigoyen) casi esquina Belgrano. Su entusiasmo era tal que en poco tiempo consiguió progresos notables, aventajando a sus más destacados condiscípulos ante la admiración de todos.
A ese instituto de enseñanza musical también concurría en condición de alumno, un joven llamado Angel Lemos que estudiaba violín. Se domiciliaba en la calle Defensa al 600, y pertenecía a una caracterizada familia porteña. Su padre Manuel Lemos se desempeñaba en el directorio de la tienda "A la Ciudad de México" situada en la calle Florida y Cuyo de la Capital. Su madre María López Fernández era ama de casa.
Lucía y Angel simpatizaron muy pronto: coincidían en el modo de pensar y tenían parecidas preferencias. El muchacho no disimulaba su interés por la joven, que tampoco desechaba la idea de iniciar un noviazgo. Así ocurrió, y como se estilaba en esos años, solicitaron el consentimiento de los padres de ambos, que dieron su aprobación sin inconvenientes. En la actualidad esa situación no sería soportable.
Mucho antes de esa decisión, ya el padre de la chica había prometido que si se concretaba alguna vez su matrimonio. El amplio castillo que hizo edificar en Villa del Parque, sería su obsequio de bodas. Un pensamiento que nadie intentó modificar.
Transcurría el tiempo, y la suntuosa vivienda permanecía sin ocupantes por mandato de su dueño, atendida exclusivamente en la parte de su mantenimiento y limpieza. El concurría periódicamente al barrio a bordo de su auto "Landauletes" donde siempre se le recibía con simpatía por parte de las modestas familias del lugar, las mismas que cuidaban para terceros extensas quintas de verduras aledañas, entre otras actividades. Mientras tanto los jóvenes vivían un felíz idilio, no existía nada anormal que hiciese peligrar la apasionada relación. Juntamente con sus padres acudían a espectáculos teatrales y cinematográficos, paseos, fiestas, acontecimientos deportivos, etc.
Se comunicaban por intermedio de cartas, y también lo hacían utilizando teléfonos rudimentarios que funcionaban a pila. El servicio lo prestaba una empresa creada en 1886 llamada "Unión Telefónica". Resultado de la fusión de dos compañías.
Tal vez mediante ese medio, las familias de los novios concretaron visitas, o reuniones para realizar acuerdos como el que tuvo lugar en casa de la chica, para decidir la fecha en la cual e efectuaría la boda. Según relata la leyenda, luego de un cambio de opiniones entre los presentes, se determinó que la ceremonia religiosa y civil se efectuaría el dia sábado 1º de abril de 1911. El festejo quedó establecido y confirmado. El lugar sería las instalaciones del castillo del señor Giordano.
Ángel Lemos
Cuando en 1909 Ángel Lemos inició su curso de violín en el conservatorio de la profesora Rosa Molarte, tenía 23 Amos (había nacido en Buenos Aires en 1886), ya poseía el título de farmacéutico otorgado por la universidad nacional.
En 1936 un investigador del tema que hoy nos ocupa, llamado Francisco Martínez, ubicó en los archivos de la Cátedra de Bromatología (Aula "Felipe Justo"), de la Facultad de Ciencias Médicas (a cargo en la ocasión de los profesores Angel Bianchi Lischetti y Vicente Colobraro), una carpeta de "Trabajos Prácticos" a nombre de Angel Lemos que correspondía al año 1909. Todo lo cual demuestra que en esa época fue alumno de la escuela de Farmacia, y que al cursar su cuarto año de estudios, estaba habilitado para obtener su título universitario, y proseguir si lo deseara en la carrera del doctorado en bioquímica. Aparentemente no lo hizo, pues no se encontraron datos al respecto. Sólo habría logrado su condición de farmacéutico.
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