martes, 12 de marzo de 2013
- EL MÁXIMO ESPLENDOR Y LA DECADENCIA DEL TANGO -
El tango, desde hace varias décadas, no es ningún descubrimiento de nuestra parte, viene barranca abajo, se descorazona, porque está desvirtuado en su poesía, en su música. Se lo ha intelectualizado y no mantiene su tradicional esencia. La mentada evolución, lamentablemente, lo ha alejado de lo popular perjudicándolo notoriamente.
Reformaron la canción ciudadana en su letra y en su música. Ya no hay quién escriba como lo hacían Discépolo, Celedonio Flores, Cadícamo, Cátulo Castillo y tantos otros buenos autores, y también escasean los compositores de la talla de Julio De Caro, Pedro Mafia, Juan Carlos Cobián, Francisco Canaro y algunos más, que con innegable buen gusto, sencillez y jerarquía, lograban melodías inolvidables que pasearon en triunfo por todos los rincones del mundo. Nuestro querido “gotán” era incuestionablemente una de las músicas populares de mayor arraigo. Orquestas argentinas obtenían resonantes éxitos en el exterior y aquí era la música que acaparaba la atención de todo el pueblo, porque nos identificaba plenamente y nos reconocíamos en ella. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Cuáles son las causas de la pérdida de su posición de privilegio?
Ya lo dijimos, se lo ha desvirtuado. No se dieron cuenta los “reformistas”, que el tango debe expresar cómo somos y qué pensamos los porteños. Sus versos, descartando lo burdo y chabacano, deben siempre hablar de la viada misma, de los problemas e inquietudes cotidianas, de las alegrías y tristezas del habitante de Buenos Aires, pero si los poetas y los compositores persisten en su idea de realizar su cometido sin verdadera autenticidad y sencillez, no llegarán jamás a la sensibilidad del pueblo. El tango perdió su idioma propio, su imagen y el argumento que lo había hecho famoso. Tampoco se ha enriquecido poéticamente, ni es probable que haya mejorado su calidad musical, pero evidentemente, anuló la simpleza de su melodía anterior, es que era fácilmente capturada por el oyente común que lo silbaba o tarareaba sin dificultad.
-LOS CANTORES-
Nuestra canción ciudadana, debemos reconocerlo sin ninguna duda, desde la desaparición de Gardel y de los cantantes de su época, retrocedió notablemente. Bien sabemos que “El Morocho” tan natural, simple y expresivo, no ha dejado discípulos., ni los dejaron los demás intérpretes de aquel entonces. La actual canción criolla no tiene ídolos absolutos, prueba irrefutable que nadie es capaza de monopolizar la atención popular. Existen, no lo podemos negar, cancionistas y cantores que poseen excelente voz, pero carecen de una real calidad interpretativa, aquella que transmite con elocuencia, la emoción amorosa, el dramatismo, la nostalgia o la picardía que cada letra contiene. Es por eso que el recuerdo de aquel tiempo lejano y glorioso del tango argentino se hace inevitable. Siempre se siente la necesidad de evocar a quienes con su canto lograban expresar toda la gama de sentimientos, con una mesura y una calidad inigualables. Esa es la causa por la cual no han pasado al olvido, se los escucha con renovado interés, porque han sido, bien lo sabemos, los que elevaron el tango a un honroso pedestal del que jamás debió ser desplazado…
ISABELINO ESPINOSA
Reformaron la canción ciudadana en su letra y en su música. Ya no hay quién escriba como lo hacían Discépolo, Celedonio Flores, Cadícamo, Cátulo Castillo y tantos otros buenos autores, y también escasean los compositores de la talla de Julio De Caro, Pedro Mafia, Juan Carlos Cobián, Francisco Canaro y algunos más, que con innegable buen gusto, sencillez y jerarquía, lograban melodías inolvidables que pasearon en triunfo por todos los rincones del mundo. Nuestro querido “gotán” era incuestionablemente una de las músicas populares de mayor arraigo. Orquestas argentinas obtenían resonantes éxitos en el exterior y aquí era la música que acaparaba la atención de todo el pueblo, porque nos identificaba plenamente y nos reconocíamos en ella. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Cuáles son las causas de la pérdida de su posición de privilegio?
Ya lo dijimos, se lo ha desvirtuado. No se dieron cuenta los “reformistas”, que el tango debe expresar cómo somos y qué pensamos los porteños. Sus versos, descartando lo burdo y chabacano, deben siempre hablar de la viada misma, de los problemas e inquietudes cotidianas, de las alegrías y tristezas del habitante de Buenos Aires, pero si los poetas y los compositores persisten en su idea de realizar su cometido sin verdadera autenticidad y sencillez, no llegarán jamás a la sensibilidad del pueblo. El tango perdió su idioma propio, su imagen y el argumento que lo había hecho famoso. Tampoco se ha enriquecido poéticamente, ni es probable que haya mejorado su calidad musical, pero evidentemente, anuló la simpleza de su melodía anterior, es que era fácilmente capturada por el oyente común que lo silbaba o tarareaba sin dificultad.
-LOS CANTORES-
Nuestra canción ciudadana, debemos reconocerlo sin ninguna duda, desde la desaparición de Gardel y de los cantantes de su época, retrocedió notablemente. Bien sabemos que “El Morocho” tan natural, simple y expresivo, no ha dejado discípulos., ni los dejaron los demás intérpretes de aquel entonces. La actual canción criolla no tiene ídolos absolutos, prueba irrefutable que nadie es capaza de monopolizar la atención popular. Existen, no lo podemos negar, cancionistas y cantores que poseen excelente voz, pero carecen de una real calidad interpretativa, aquella que transmite con elocuencia, la emoción amorosa, el dramatismo, la nostalgia o la picardía que cada letra contiene. Es por eso que el recuerdo de aquel tiempo lejano y glorioso del tango argentino se hace inevitable. Siempre se siente la necesidad de evocar a quienes con su canto lograban expresar toda la gama de sentimientos, con una mesura y una calidad inigualables. Esa es la causa por la cual no han pasado al olvido, se los escucha con renovado interés, porque han sido, bien lo sabemos, los que elevaron el tango a un honroso pedestal del que jamás debió ser desplazado…
ISABELINO ESPINOSA
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