domingo, 31 de octubre de 2010
martes, 26 de octubre de 2010
Tragedia y Misterio en el Castillo (VI)
Durante el mes de mayo se celebró aquí el año del Centenario, una muy emotiva recordación de los albores de nuestra patria. En la Capital porteña hubo festejos y hasta en los barrios muchos edificios aparecían abanderados (en Villa del Parque el elegante castillo ostentaba sus mejores galas). En ese tiempo llegó a Buenos Aires la Infanta Isabel de Borbón, perteneciente a la Corona de España, hermana del Rey don Alfonso XIII. Además estuvieron presentes comitivas de diversas naciones; de Chile con su presidente Pedro Montt, el vicepresidente de Perú Eugenio Larrabure, el canciller paraguayo Adolfo Riquelme, la delegación alemana presidida por el conde Colmar von der Goltz, Japón envió a Eki Mocki de la familia imperial, y los Estados Unidos con la representación del general Leonard Wood.
El 25 de mayo desfilaron veinte mil hombres de nuestra Fuerzas Armadas, y también de las de algunos Estados extranjeros. El presidente argentino Dr. José Figueroa Alcorta recibió a los visitantes en la Casa de Gobierno, y luego en el edificio del Congreso Nacional. Frente a este colosal palacio la hermosa plaza creada por el Intendente Municipal don Manuel Güiraldes (padre del que fuera luego el autor de la obra "Don Segundo Sombra"). Los venerados visitantes asistieron al Teatro Colón donde se ofreció la ópera "Rigoletto", luciéndose el famoso tenor italiano Titta Ruffo con su magnífica voz. También conocieron el esplendor de la bella calle Florida y sus importantes comercios de gran renombre, incluído el moderno "Plaza Hotel". Admiraron la categoría de los teatros y cafés de la españolísima Avenida de Mayo, la primera de nuestra ciudad Capital inaugurada en 1894 y donde se destacaban tres grandes hoteles de Buenos Aires; el "Motropole" (esquina Salta), el "Splendid" (Lima) y el "Magestic" (Santiago del Estero). Todo lo cual jerarquizaba el prestigio que ya poseía nuestra querida urbe porteña, elogiada en todas las zona de nuestro planeta.
Meses más tarde arribó a la Argentina (septiembre), Guillermo Marconi renombrado físico italiano nacido en 1874, galardonado con el "premio Nobel", inventor de la telegrafía sin hilos. Además se recibieron visitas de otras destacadas personalidades de jerarquía mundial. No podemos dejar de mencionar a los humildes inmigrantes que llegaban en grandes contingentes, en busca de mejores condiciones de vida que el viejo continente europeo les negaba.
Con mucha fe, ilusión y deseos de paz y trabajo desembarcaron: italianos, españoles, yugoslavos, polacos, turcos, rusos, griegos y hasta de regiones asiáticas y africanas; chinos, japoneses, filipinos, marroquíes, senegaleses. Todos ellos elegían a la Argentina que comenzaba a ser la más importante nación de América del Sur. Los viajeros que venían desde las más alejadas partes del mundo, se asombraban de las dimensiones de nuestra Capital, con sus 200 kilómetros cuadrados.
En el centro y en la parte norte se advertían los edificios públicos, mientras que en la zona sur se hacían presentes los coquetos palacios familiares, en tanto que en el oeste se creaban nuevos barrios cada vez más numerosos y extensos. Villa del Parque, Santa Rita y Villa Devoto valen como ejemplo, ocuparon tierras que habían sido quintas de pioneros como lo fueron: Bergallo, Vicente Zabala, Pedro Pastorini y Venancio Reyes entre otros.
El puerto de Buenos Aires tenía cuatro diques y dos dársenas construcciones que demandaron once años de labor, desde 1886 hasta 1897. En ese próspero 1910 desde allí y del Dock Sur (habilitado en 1895), una apreciable cantidad de buques de ultramar descargaban productos, cargando luego toneladas de trigo, maíz, lino y avena, para transportarlos a países de otras latitudes, confirmando una vez más que la Argentina siempre ha sido "el granero del mundo".
Durante ese año de celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, comenzó a funcionar el poder Judicial en el Palacio de los Tribunales, se colocaron las piedras fundamentales de los monumentos de Cristóbal Colón, descubridor de América, y el de los Españoles, donación de las colectividades itálicas e hispana, respectivamente, las dos inmigraciones más numerosas que ingresaron en determinada época a nuestro país, donde fueron recibidos sin condiciones previas, y ellos iniciaron con su esfuerzo y buena voluntad una etapa de auténtico crecimiento y progreso.
El 25 de mayo desfilaron veinte mil hombres de nuestra Fuerzas Armadas, y también de las de algunos Estados extranjeros. El presidente argentino Dr. José Figueroa Alcorta recibió a los visitantes en la Casa de Gobierno, y luego en el edificio del Congreso Nacional. Frente a este colosal palacio la hermosa plaza creada por el Intendente Municipal don Manuel Güiraldes (padre del que fuera luego el autor de la obra "Don Segundo Sombra"). Los venerados visitantes asistieron al Teatro Colón donde se ofreció la ópera "Rigoletto", luciéndose el famoso tenor italiano Titta Ruffo con su magnífica voz. También conocieron el esplendor de la bella calle Florida y sus importantes comercios de gran renombre, incluído el moderno "Plaza Hotel". Admiraron la categoría de los teatros y cafés de la españolísima Avenida de Mayo, la primera de nuestra ciudad Capital inaugurada en 1894 y donde se destacaban tres grandes hoteles de Buenos Aires; el "Motropole" (esquina Salta), el "Splendid" (Lima) y el "Magestic" (Santiago del Estero). Todo lo cual jerarquizaba el prestigio que ya poseía nuestra querida urbe porteña, elogiada en todas las zona de nuestro planeta.
Meses más tarde arribó a la Argentina (septiembre), Guillermo Marconi renombrado físico italiano nacido en 1874, galardonado con el "premio Nobel", inventor de la telegrafía sin hilos. Además se recibieron visitas de otras destacadas personalidades de jerarquía mundial. No podemos dejar de mencionar a los humildes inmigrantes que llegaban en grandes contingentes, en busca de mejores condiciones de vida que el viejo continente europeo les negaba.
Con mucha fe, ilusión y deseos de paz y trabajo desembarcaron: italianos, españoles, yugoslavos, polacos, turcos, rusos, griegos y hasta de regiones asiáticas y africanas; chinos, japoneses, filipinos, marroquíes, senegaleses. Todos ellos elegían a la Argentina que comenzaba a ser la más importante nación de América del Sur. Los viajeros que venían desde las más alejadas partes del mundo, se asombraban de las dimensiones de nuestra Capital, con sus 200 kilómetros cuadrados.
En el centro y en la parte norte se advertían los edificios públicos, mientras que en la zona sur se hacían presentes los coquetos palacios familiares, en tanto que en el oeste se creaban nuevos barrios cada vez más numerosos y extensos. Villa del Parque, Santa Rita y Villa Devoto valen como ejemplo, ocuparon tierras que habían sido quintas de pioneros como lo fueron: Bergallo, Vicente Zabala, Pedro Pastorini y Venancio Reyes entre otros.
El puerto de Buenos Aires tenía cuatro diques y dos dársenas construcciones que demandaron once años de labor, desde 1886 hasta 1897. En ese próspero 1910 desde allí y del Dock Sur (habilitado en 1895), una apreciable cantidad de buques de ultramar descargaban productos, cargando luego toneladas de trigo, maíz, lino y avena, para transportarlos a países de otras latitudes, confirmando una vez más que la Argentina siempre ha sido "el granero del mundo".
Durante ese año de celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, comenzó a funcionar el poder Judicial en el Palacio de los Tribunales, se colocaron las piedras fundamentales de los monumentos de Cristóbal Colón, descubridor de América, y el de los Españoles, donación de las colectividades itálicas e hispana, respectivamente, las dos inmigraciones más numerosas que ingresaron en determinada época a nuestro país, donde fueron recibidos sin condiciones previas, y ellos iniciaron con su esfuerzo y buena voluntad una etapa de auténtico crecimiento y progreso.
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viernes, 22 de octubre de 2010
- PERSONAJES DE VILLA DEL PARQUE - RICARDO OISTO FERRÚS
CAMPEÓN ABSOLUTO DE UNA EXTRAÑA COMPETENCIA
Repasando la auténtica historia de Villa del Parque, es posible advertir, que es pródiga en acontecimientos de toda índole, dentro de lo que son los límites de su dilatada zona. Surgieron a través de los años, innumerables personajes cuyas sobresalientes y determinadas cualidades, le dieron al barrio una brillante y especial nombradía, con la concreción, afortunadamente, de hechos felices y destacados promovidos por vecinos, que se convirtieron en cierto momentos en sus más genuinos representantes.
Tal es el caso de Ricardo Oisto Ferrús, antiguo poblador de la zona nacido en el año 1900, que a poco de llegar, se transformó en un gran jugador del deporte de las bochas, integrando un terceto invencible con sus vecinos Antonio Crescente y Tomás Espinosa. Entusiasta hincha de Independiente, tenía siempre un pequeño escudo de los rojos de Avellaneda, en su chata transportadora de ladrillos de los tradicionales Hornos parquenses…
En la lejana década de 1930, en varios barrios porteños, nació una rara costumbre creada y puesta en vigencia hábilmente por algunos propietarios de bares y restaurantes, con el intento de aumentar la concurrencia de clientes.
Consistía en organizar, generalmente en días sábados o domingos, almuerzos o cenas solamente para dos comensales, los cuales competían entre sí en un llamativo “torneo” denominado “Les du bon appétit”, donde ganaba quien comía más.
Gran número de parroquianos concurría a presenciar los citados enfrentamientos. Muchos de ellos, con singular entusiasmo y vehemencia volcaban sus simpatías a favor de uno u otro contendiente, que también había jugado cierta cantidad de dinero. A viva voz se hacían las apuestas que el dueño del comercio recibía, y luego ya definido el vencedor de la puja alimentaria, entregaba a los apostadores el monto de las ganancias obtenidas.
En todos los casos, el abundante menú era establecido de antemano por ambos participantes, y se servían en partes iguales. Las reglas del juego aclaraban que el primero que rehusara seguir comiendo, perdía irremediablemente.
Ricardo Oisto Ferrús, con sus 104 kilos de peso, fue imbatible campeón de todos los barrios de Buenos Aires. Ante él caían derrotados los “glotones” más famosos de los distintos lugares de nuestra gran urbe porteña.
Ricardo Oisto Ferrús fue un verdadero ídolo de Villa del Parque. Su chata era impulsada por tres caballos “Chiche”, “Moro” y “Zaino”, llevaban los mismos nombres que los autores Alberto Vacarezza y Raúl de los Hoyos incluyeron en su tango “El carrerito”, grabado por Carlos Gardel en 1928…
Descendientes de don Ricardo viven aún en el barrio, su hijo Lito y sus nietos Carlitos y Patricia, que con lógica emoción escuchan asombrados estos relatos de antaño…
miércoles, 13 de octubre de 2010
Tragedia y Misterio en el Castillo (V)
- GESTO SOLIDARIO DE LUCÍA GIORDANO -
Una vez más, Lucía Giordano juntamente con sus padres, había concurrido a la denominada "Casa de Expósitos" protectora de niños sin familia, fundada en 1779 por el virrey don Juan José de Vértiz, y reorganizada durante el gobierno de Rivadavia. Tenía subsidios gubernamentales y administrados por la "Sociedad de Beneficencia". El objeto de la visita era una ayuda monetaria para el sostén de dicha institución solidaria.
Noble gesto, más destacable aún si se tiene en cuenta que no autorizaron a ningún medio informativo de la época, efectuar comentarios alusivos.
1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY” - ILUSTRES HUESPEDES Y MODESTOS INMIGRANTES LLEGARON AL PAIS
1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY”
Ante el asombro general apareció de pronto el planeta y fue visto claramente. Se lo veía como una fulgurante estrella con una tenue cola, que aparecía en el cielo porteño aproximadamente a las cuatro de la mañana. Este cometa que nos visitaba por primera vez era conocido varios siglos antes de Cristo por reyes, esclavos, guerreros y escritores. Estudiado por el astrónomo y científico inglés Edmond Halley (por lo cual llevó su nombre), pareciendo visible cada 75 años en los cielos del universo.
Su llegada provocó hechos triviales, humorísticos y también trágicos. En las grandes capitales del mundo, los diarios de la época informaban de suicidios, sincopes cardíacos, ataques de locura, porque aparentemente cada día su imagen era más nítida y hasta parecía que se acercaba lentamente hacia la Tierra, y pronosticaban que el choque con nuestro planeta se produciría irremediablemente, pues no existía salvación. En una fecha prevista la colisión se esperaba en las primeras horas de la madrugada. Muy pocos habitantes mundiales lograron dormir. En las iglesias mucha gente rezaba, también las casas de familia se entregaban a la oración. En todas partes se advertía gran preocupación y tristeza, muchos lloraban desesperadamente.
En Europa, como sucedía en distintos lugares del planeta, existía una evidente desazón, pero también prefería el clima festivo y despreocupado la gente que no creía en fatídicos presagios. En Roma y otras ciudades italianas los locales de negocio y los restaurantes permanecieron abiertos al público toda la noche, ofreciendo la algarabía de las grandes fiestas. En la ciudad de París llovió torrencialmente, por lo tanto fracasó el intento de ascender a la Torre Eiffel para ver el cometa en todo su esplendor. Madrid, la capital española, lucia magnífica iluminada totalmente, mientras una verdadera multitud recorría las calles aparentemente sin ninguna preocupación. En nuestra ciudad de Buenos Aires la situación se presentó de distinta manera. La inminencia de una catástrofe cósmica creo una especie de psicosis colectiva. La posibilidad de un desastre total trajo inevitables episodios de demencia, depresiones y suicidios Sin embargo hubo también quienes se burlaron sarcásticamente del indeseable visitante sideral, y dirigiéndose a el le enviaba agrios insultos haciéndole el clásico “corte de manga”, mientras que algún talentoso poeta le componía cierta cuarteta mezclada de bronca y desprecio que repetía diciendo: “ Y ya se nota a tu paso / que sos un cometa a cuerda / por eso no hago caso / te podés ir a la m...”.
En Villa del Parque las actitudes de la población no diferían de las demás. Muchos curiosos pobladores del barrio de casas bajas, subían a los techos de sus viviendas para observar de mejor forma al planeta. El tradicional castillo parquense deshabitado por entonces, fue ofrecido por su dueño don Rafael Giordano, a quienes desearan ver desde su elevada torre el espectacular acontecimiento. En la ocasión se suscitaron escenas tensas, dramáticas y emotivas. Ala curiosidad y el temor se juntaban en esos momentos, en el alma y corazón de la gente ante la presencia de esa enigmática figura de cola brillante y alargada, causante del pánico y desconsuelo en todas partes del mundo. Sin embargo, el tiempo transcurría sin que ocurriese nada anormal.
Por esos días, algunos diario capitalinos aseguraban a la población, informaciones del astrónomo y escritor Camilo Flamarion que no tenía dudas sobre la llegad del “Fin del Mundo”. Sobre este tema se escribieron fascículos (un total de diez) y se vendían por las calles de la ciudad a 10 centavos cada uno. En los mismos se insistía en una fecha exacta: 18 de mayo de 1910. De esa manera se creaba evidentenmente una preocupante y triste expectativa sobre “La gran catástrofe universal”.
Llego finalmente ese día fatídico, y como sucedió anteriormente, en las distintas zonas del mundo las reacciones de la gente no fueron iguales. Nuevamente hubo expresiones diversas: alarmantes, de gran tristeza y preocupación, alegres, irónicas, de manifiesta indignación, etc. Cada cual exteriorizaba sus sentimientos a su manera. Felizmente nada paso, pero en aquel tiempo ingeniosos publicistas aprovecharon la aparición del cometa para la confección de avisos. Uno decía: “Han desaparecido las fantásticas nubes de terror que rodeaban al cometa Halley. El astro peregrino se despide de nosotros con su brillante sequito, revelándonos los nombres de los exquisitos bizcochos que elaboraba la premiada Casa de A. Carpinacci. Casa Central Callao 2036”.
Otro afirmaba: “Lo que dice el cometa Halley vino Cordero genuino, vigoriza y fortalece. Especial para banquetes, tertulia, postres y bautizos”. Una vez mas se confirmaba ante hechos como éste, un dicho popular que nos recuerda que “Gustos y opiniones hay miles de millones”.
Una vez más, Lucía Giordano juntamente con sus padres, había concurrido a la denominada "Casa de Expósitos" protectora de niños sin familia, fundada en 1779 por el virrey don Juan José de Vértiz, y reorganizada durante el gobierno de Rivadavia. Tenía subsidios gubernamentales y administrados por la "Sociedad de Beneficencia". El objeto de la visita era una ayuda monetaria para el sostén de dicha institución solidaria.
Noble gesto, más destacable aún si se tiene en cuenta que no autorizaron a ningún medio informativo de la época, efectuar comentarios alusivos.
1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY” - ILUSTRES HUESPEDES Y MODESTOS INMIGRANTES LLEGARON AL PAIS
1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY”
Ante el asombro general apareció de pronto el planeta y fue visto claramente. Se lo veía como una fulgurante estrella con una tenue cola, que aparecía en el cielo porteño aproximadamente a las cuatro de la mañana. Este cometa que nos visitaba por primera vez era conocido varios siglos antes de Cristo por reyes, esclavos, guerreros y escritores. Estudiado por el astrónomo y científico inglés Edmond Halley (por lo cual llevó su nombre), pareciendo visible cada 75 años en los cielos del universo.
Su llegada provocó hechos triviales, humorísticos y también trágicos. En las grandes capitales del mundo, los diarios de la época informaban de suicidios, sincopes cardíacos, ataques de locura, porque aparentemente cada día su imagen era más nítida y hasta parecía que se acercaba lentamente hacia la Tierra, y pronosticaban que el choque con nuestro planeta se produciría irremediablemente, pues no existía salvación. En una fecha prevista la colisión se esperaba en las primeras horas de la madrugada. Muy pocos habitantes mundiales lograron dormir. En las iglesias mucha gente rezaba, también las casas de familia se entregaban a la oración. En todas partes se advertía gran preocupación y tristeza, muchos lloraban desesperadamente.
En Europa, como sucedía en distintos lugares del planeta, existía una evidente desazón, pero también prefería el clima festivo y despreocupado la gente que no creía en fatídicos presagios. En Roma y otras ciudades italianas los locales de negocio y los restaurantes permanecieron abiertos al público toda la noche, ofreciendo la algarabía de las grandes fiestas. En la ciudad de París llovió torrencialmente, por lo tanto fracasó el intento de ascender a la Torre Eiffel para ver el cometa en todo su esplendor. Madrid, la capital española, lucia magnífica iluminada totalmente, mientras una verdadera multitud recorría las calles aparentemente sin ninguna preocupación. En nuestra ciudad de Buenos Aires la situación se presentó de distinta manera. La inminencia de una catástrofe cósmica creo una especie de psicosis colectiva. La posibilidad de un desastre total trajo inevitables episodios de demencia, depresiones y suicidios Sin embargo hubo también quienes se burlaron sarcásticamente del indeseable visitante sideral, y dirigiéndose a el le enviaba agrios insultos haciéndole el clásico “corte de manga”, mientras que algún talentoso poeta le componía cierta cuarteta mezclada de bronca y desprecio que repetía diciendo: “ Y ya se nota a tu paso / que sos un cometa a cuerda / por eso no hago caso / te podés ir a la m...”.
En Villa del Parque las actitudes de la población no diferían de las demás. Muchos curiosos pobladores del barrio de casas bajas, subían a los techos de sus viviendas para observar de mejor forma al planeta. El tradicional castillo parquense deshabitado por entonces, fue ofrecido por su dueño don Rafael Giordano, a quienes desearan ver desde su elevada torre el espectacular acontecimiento. En la ocasión se suscitaron escenas tensas, dramáticas y emotivas. Ala curiosidad y el temor se juntaban en esos momentos, en el alma y corazón de la gente ante la presencia de esa enigmática figura de cola brillante y alargada, causante del pánico y desconsuelo en todas partes del mundo. Sin embargo, el tiempo transcurría sin que ocurriese nada anormal.
Por esos días, algunos diario capitalinos aseguraban a la población, informaciones del astrónomo y escritor Camilo Flamarion que no tenía dudas sobre la llegad del “Fin del Mundo”. Sobre este tema se escribieron fascículos (un total de diez) y se vendían por las calles de la ciudad a 10 centavos cada uno. En los mismos se insistía en una fecha exacta: 18 de mayo de 1910. De esa manera se creaba evidentenmente una preocupante y triste expectativa sobre “La gran catástrofe universal”.
Llego finalmente ese día fatídico, y como sucedió anteriormente, en las distintas zonas del mundo las reacciones de la gente no fueron iguales. Nuevamente hubo expresiones diversas: alarmantes, de gran tristeza y preocupación, alegres, irónicas, de manifiesta indignación, etc. Cada cual exteriorizaba sus sentimientos a su manera. Felizmente nada paso, pero en aquel tiempo ingeniosos publicistas aprovecharon la aparición del cometa para la confección de avisos. Uno decía: “Han desaparecido las fantásticas nubes de terror que rodeaban al cometa Halley. El astro peregrino se despide de nosotros con su brillante sequito, revelándonos los nombres de los exquisitos bizcochos que elaboraba la premiada Casa de A. Carpinacci. Casa Central Callao 2036”.
Otro afirmaba: “Lo que dice el cometa Halley vino Cordero genuino, vigoriza y fortalece. Especial para banquetes, tertulia, postres y bautizos”. Una vez mas se confirmaba ante hechos como éste, un dicho popular que nos recuerda que “Gustos y opiniones hay miles de millones”.
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lunes, 11 de octubre de 2010
- LA TRAYECTORIA DE UN FRACASO –
En la efímera existencia de un ser humano, es posible advertir un sinnúmero de momentos gratos, donde la felicidad posee un lugar permanente e indestructible, y quiénes logran conseguirla disfrutan de su benevolencia, con éxitos y alegráis constantes, lejos de las penas y el dolor. Se los denominan PRIVILEGIADOS, porque transitan por la vida derrochando esta fortuna tan esquiva y difícil de obtener.
Pero también están “los otros”, los que sufren los embates del infortunio, que a pesar de luchar incansablemente, en busca de la buena ventura, plenos de valor y entusiasmo, pujanza y fe, caen en el precipicio de la intrascendencia y el fracaso.
- UNA ANTIGUA HISTORIA-
Transcurría el mes de enero de 1931, un pibe que iba a cumplir doce años de ddad comenzaba sus estudios de guitarra. Tiempo después, acompañaba con hábiles rasguidos a todo aquel que se animara a emitir correctamente su voz en una canción. Posteriormente, el acompañamiento lo realizaba para sí mismo.
En cierta ocasión le propuso a su padre practicar canto. Su progenitor amigo de José Razzano (el inolvidable compañero de dúo de Gardel), que enseñaba en esa época a pibes que gustaban del canto criollo. Lo anotó en el curso que comenzaba, en el mes de marzo del año siguiente, previamente, hubo, como correspondía una prueba de ingreso que el chico aprobó sin inconvenientes, porque su voz era de una sonoridad aceptable y no desafinaba, aptitudes que todos debían poseer.
Comenzadas las clases, quizás por costumbre del profesor, cada alumno era distinguido a través de su ápodo: “Pancho”, “el rubio”, “Coco”, “Corsinín”, etc. El muchachito a quién nos referimos en este escrito, era conocido por el mote de “Gardelito”, como lo inscribe en la página dos, la revista “EL CANTA CLARO”, del 23 de septiembre de 1932 (Año VIII. N° 415). En el citado año, supervisado por su maestro Razzano ya actuaba por la emisora LS10 Radio América, junto a otros compañeros de aprendizaje. Todos finalizaron su actuación a fines de 1932. “Gardelito” continuó con sus presentaciones en clubes de su barrio, cines y fiestas familiares.
En octubre de 1937, se dirigió hacia los estudios de LS6 Radio Bernotti (luego “del Pueblo”), ubicada en Córdoba, entre Paraná y Uruguay. Allí se entrevistó con don Antonio Caggiano, que intervenía en payadas criollas de contrapunto, frente a los micrófonos de esa radiodifusora. También actuaban en esos años, la “Orquesta Típica de Antonio Sureda” con su cantor Santiago Devín, el folclorista Salvador Frías y la cancionista Zulema Ucelli, entre otros. El locutor, Mario Baroffio (luego actor de reparto en el cine nacional).
Corría el último mes de 1937 y el muchacho logró ensayar, a pedido del Sr. Caggiano, varios temas con los guitarristas de la emisora; Canataro y Pedretti, y después de aprobarse sus interpretaciones cantables, se le facilitó su intervención en determinados programas de esa radio, en variados horarios.
Llegó el año 1938, trascendió que la empresa cinematográfica “Argentina Sono Film” tenía un ambicioso proyecto; evocar en una película al “Zorzal criollo”, don Carlos Gardel: desde sus inicios como cantor, hasta su gloriosa etapa final de sus actuaciones en exitosos filmes, que recorrieron el mundo entero.
En esa época, en la Avenida Callao al 800, tenía instalado un importante instituto de belleza, un famoso maquillador de los artistas que intervenían en películas nacionales. Su nombre: Bruno Boval, que enterado de la existencia de un joven cantor, que podría ser candidato al rol protagónico de la obra proyectada, fue en su busca. Al hallarlo, sorprendido, admitió la veracidad en los dichos de sus informantes. Tanto su voz como su apariencia física, eran adecuadas para los propósitos anunciados, y le propuso ser un aspirante más, en la idea de personificar al “Morocho del Abasto”. Sin dudas, un emprendimiento muy difícil.
A pesar de la negativa del novel cantante, Bruno Boval insistió en sus deseos de convencerlo para que permitiera tomarle fotografías, con prendas gauchescas y con ropa a la usanza del arrabal porteño, con la infaltable guitarra criolla.
En ese tiempo, había dos primerísimas figuras para protagonizar la proyectada película: Hugo del Carril, un estupendo astro de la canción, con una bien ganada fama, por su estampa y su voz varonil, demostrada en las películas que lo consagraron como intérprete y actor: “La Vuelta de Rocha” y “Tres anclados en París”, además una serie de grabaciones discográficas, y celebradas actuaciones de radio. Con tales antecedentes artísticos de hecho era imbatible en la propuesta y candidato absoluto.
En segundo término, aparecía un cantor; Oscar Alonso, que avanzaba hacia el pedestal de los ídolos populares. Quizás algo excedido de peso. Su figura, tal vez, no jugaba a su favor, pero la voz recia y atrayente que poseía, más la manera de frasear una canción, le daban chance para ser el elegido. En 1938 fue protagonista junto a Tito Lusiardo de la película “Pampa y Cielo”.
En tercer lugar, muy lejos de ellos (según sus propias palabras), aparecía el casi desconocido muchachito que cantaba tangos en Radio del Pueblo, pero en opinión de una importante cantidad de oyentes de sus programas, amigos y vecinos de su barrio, la situación era pareja con relación a los ídolos ya nombrados. Así estaban planteadas las cosas, así lo consideraba mucha gente, pero eso no alcanzó…
Finalmente la película “La vida de Carlos Gardel” se filmó con Hugo del Carril como protagonista. Sin dudas, era el mejor, el que más merecía ese lugar, que era indiscutiblemente suyo Lo acompañaron en el filme: Delia Garcés, Miguel Gómez, Bao, Santiago Gómez,Cou, Juana Sujo, Armando de Vicente, Elsa O’Connor y Alberto Terrones, con la dirección de Alberto de Zavalía y música de Mario Maurano (1939).
Mientras tanto, el cantor novicio, que sólo obtuvo un fracaso, hoy, con muchos años encima, siente una profunda pena por no haber alcanzado el éxito, que otros, con magníficas intenciones, le hicieron creer que el triunfo en el arte estaba a su alcance. Sólo le queda el consuelo de algunas fotografías, nada más. Ese muchacho que alguna vez soñó ilusionado con la fama y la gloria, fue un decepcionado personaje. Hoy firma este relato, y es vecino de Villa del Parque…
jueves, 7 de octubre de 2010
¿dónde está don Isabelino?
Escuela "Caras y Caretas" (actual "Provincia de Misiones"). 1928.
respuesta: fila inferior, segundo desde la izquierda.
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