miércoles, 13 de octubre de 2010
Tragedia y Misterio en el Castillo (V)
- GESTO SOLIDARIO DE LUCÍA GIORDANO -
Una vez más, Lucía Giordano juntamente con sus padres, había concurrido a la denominada "Casa de Expósitos" protectora de niños sin familia, fundada en 1779 por el virrey don Juan José de Vértiz, y reorganizada durante el gobierno de Rivadavia. Tenía subsidios gubernamentales y administrados por la "Sociedad de Beneficencia". El objeto de la visita era una ayuda monetaria para el sostén de dicha institución solidaria.
Noble gesto, más destacable aún si se tiene en cuenta que no autorizaron a ningún medio informativo de la época, efectuar comentarios alusivos.
1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY” - ILUSTRES HUESPEDES Y MODESTOS INMIGRANTES LLEGARON AL PAIS
1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY”
Ante el asombro general apareció de pronto el planeta y fue visto claramente. Se lo veía como una fulgurante estrella con una tenue cola, que aparecía en el cielo porteño aproximadamente a las cuatro de la mañana. Este cometa que nos visitaba por primera vez era conocido varios siglos antes de Cristo por reyes, esclavos, guerreros y escritores. Estudiado por el astrónomo y científico inglés Edmond Halley (por lo cual llevó su nombre), pareciendo visible cada 75 años en los cielos del universo.
Su llegada provocó hechos triviales, humorísticos y también trágicos. En las grandes capitales del mundo, los diarios de la época informaban de suicidios, sincopes cardíacos, ataques de locura, porque aparentemente cada día su imagen era más nítida y hasta parecía que se acercaba lentamente hacia la Tierra, y pronosticaban que el choque con nuestro planeta se produciría irremediablemente, pues no existía salvación. En una fecha prevista la colisión se esperaba en las primeras horas de la madrugada. Muy pocos habitantes mundiales lograron dormir. En las iglesias mucha gente rezaba, también las casas de familia se entregaban a la oración. En todas partes se advertía gran preocupación y tristeza, muchos lloraban desesperadamente.
En Europa, como sucedía en distintos lugares del planeta, existía una evidente desazón, pero también prefería el clima festivo y despreocupado la gente que no creía en fatídicos presagios. En Roma y otras ciudades italianas los locales de negocio y los restaurantes permanecieron abiertos al público toda la noche, ofreciendo la algarabía de las grandes fiestas. En la ciudad de París llovió torrencialmente, por lo tanto fracasó el intento de ascender a la Torre Eiffel para ver el cometa en todo su esplendor. Madrid, la capital española, lucia magnífica iluminada totalmente, mientras una verdadera multitud recorría las calles aparentemente sin ninguna preocupación. En nuestra ciudad de Buenos Aires la situación se presentó de distinta manera. La inminencia de una catástrofe cósmica creo una especie de psicosis colectiva. La posibilidad de un desastre total trajo inevitables episodios de demencia, depresiones y suicidios Sin embargo hubo también quienes se burlaron sarcásticamente del indeseable visitante sideral, y dirigiéndose a el le enviaba agrios insultos haciéndole el clásico “corte de manga”, mientras que algún talentoso poeta le componía cierta cuarteta mezclada de bronca y desprecio que repetía diciendo: “ Y ya se nota a tu paso / que sos un cometa a cuerda / por eso no hago caso / te podés ir a la m...”.
En Villa del Parque las actitudes de la población no diferían de las demás. Muchos curiosos pobladores del barrio de casas bajas, subían a los techos de sus viviendas para observar de mejor forma al planeta. El tradicional castillo parquense deshabitado por entonces, fue ofrecido por su dueño don Rafael Giordano, a quienes desearan ver desde su elevada torre el espectacular acontecimiento. En la ocasión se suscitaron escenas tensas, dramáticas y emotivas. Ala curiosidad y el temor se juntaban en esos momentos, en el alma y corazón de la gente ante la presencia de esa enigmática figura de cola brillante y alargada, causante del pánico y desconsuelo en todas partes del mundo. Sin embargo, el tiempo transcurría sin que ocurriese nada anormal.
Por esos días, algunos diario capitalinos aseguraban a la población, informaciones del astrónomo y escritor Camilo Flamarion que no tenía dudas sobre la llegad del “Fin del Mundo”. Sobre este tema se escribieron fascículos (un total de diez) y se vendían por las calles de la ciudad a 10 centavos cada uno. En los mismos se insistía en una fecha exacta: 18 de mayo de 1910. De esa manera se creaba evidentenmente una preocupante y triste expectativa sobre “La gran catástrofe universal”.
Llego finalmente ese día fatídico, y como sucedió anteriormente, en las distintas zonas del mundo las reacciones de la gente no fueron iguales. Nuevamente hubo expresiones diversas: alarmantes, de gran tristeza y preocupación, alegres, irónicas, de manifiesta indignación, etc. Cada cual exteriorizaba sus sentimientos a su manera. Felizmente nada paso, pero en aquel tiempo ingeniosos publicistas aprovecharon la aparición del cometa para la confección de avisos. Uno decía: “Han desaparecido las fantásticas nubes de terror que rodeaban al cometa Halley. El astro peregrino se despide de nosotros con su brillante sequito, revelándonos los nombres de los exquisitos bizcochos que elaboraba la premiada Casa de A. Carpinacci. Casa Central Callao 2036”.
Otro afirmaba: “Lo que dice el cometa Halley vino Cordero genuino, vigoriza y fortalece. Especial para banquetes, tertulia, postres y bautizos”. Una vez mas se confirmaba ante hechos como éste, un dicho popular que nos recuerda que “Gustos y opiniones hay miles de millones”.
Una vez más, Lucía Giordano juntamente con sus padres, había concurrido a la denominada "Casa de Expósitos" protectora de niños sin familia, fundada en 1779 por el virrey don Juan José de Vértiz, y reorganizada durante el gobierno de Rivadavia. Tenía subsidios gubernamentales y administrados por la "Sociedad de Beneficencia". El objeto de la visita era una ayuda monetaria para el sostén de dicha institución solidaria.
Noble gesto, más destacable aún si se tiene en cuenta que no autorizaron a ningún medio informativo de la época, efectuar comentarios alusivos.
1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY” - ILUSTRES HUESPEDES Y MODESTOS INMIGRANTES LLEGARON AL PAIS
1910: LLEGADA DEL COMETA “HALLEY”
Ante el asombro general apareció de pronto el planeta y fue visto claramente. Se lo veía como una fulgurante estrella con una tenue cola, que aparecía en el cielo porteño aproximadamente a las cuatro de la mañana. Este cometa que nos visitaba por primera vez era conocido varios siglos antes de Cristo por reyes, esclavos, guerreros y escritores. Estudiado por el astrónomo y científico inglés Edmond Halley (por lo cual llevó su nombre), pareciendo visible cada 75 años en los cielos del universo.
Su llegada provocó hechos triviales, humorísticos y también trágicos. En las grandes capitales del mundo, los diarios de la época informaban de suicidios, sincopes cardíacos, ataques de locura, porque aparentemente cada día su imagen era más nítida y hasta parecía que se acercaba lentamente hacia la Tierra, y pronosticaban que el choque con nuestro planeta se produciría irremediablemente, pues no existía salvación. En una fecha prevista la colisión se esperaba en las primeras horas de la madrugada. Muy pocos habitantes mundiales lograron dormir. En las iglesias mucha gente rezaba, también las casas de familia se entregaban a la oración. En todas partes se advertía gran preocupación y tristeza, muchos lloraban desesperadamente.
En Europa, como sucedía en distintos lugares del planeta, existía una evidente desazón, pero también prefería el clima festivo y despreocupado la gente que no creía en fatídicos presagios. En Roma y otras ciudades italianas los locales de negocio y los restaurantes permanecieron abiertos al público toda la noche, ofreciendo la algarabía de las grandes fiestas. En la ciudad de París llovió torrencialmente, por lo tanto fracasó el intento de ascender a la Torre Eiffel para ver el cometa en todo su esplendor. Madrid, la capital española, lucia magnífica iluminada totalmente, mientras una verdadera multitud recorría las calles aparentemente sin ninguna preocupación. En nuestra ciudad de Buenos Aires la situación se presentó de distinta manera. La inminencia de una catástrofe cósmica creo una especie de psicosis colectiva. La posibilidad de un desastre total trajo inevitables episodios de demencia, depresiones y suicidios Sin embargo hubo también quienes se burlaron sarcásticamente del indeseable visitante sideral, y dirigiéndose a el le enviaba agrios insultos haciéndole el clásico “corte de manga”, mientras que algún talentoso poeta le componía cierta cuarteta mezclada de bronca y desprecio que repetía diciendo: “ Y ya se nota a tu paso / que sos un cometa a cuerda / por eso no hago caso / te podés ir a la m...”.
En Villa del Parque las actitudes de la población no diferían de las demás. Muchos curiosos pobladores del barrio de casas bajas, subían a los techos de sus viviendas para observar de mejor forma al planeta. El tradicional castillo parquense deshabitado por entonces, fue ofrecido por su dueño don Rafael Giordano, a quienes desearan ver desde su elevada torre el espectacular acontecimiento. En la ocasión se suscitaron escenas tensas, dramáticas y emotivas. Ala curiosidad y el temor se juntaban en esos momentos, en el alma y corazón de la gente ante la presencia de esa enigmática figura de cola brillante y alargada, causante del pánico y desconsuelo en todas partes del mundo. Sin embargo, el tiempo transcurría sin que ocurriese nada anormal.
Por esos días, algunos diario capitalinos aseguraban a la población, informaciones del astrónomo y escritor Camilo Flamarion que no tenía dudas sobre la llegad del “Fin del Mundo”. Sobre este tema se escribieron fascículos (un total de diez) y se vendían por las calles de la ciudad a 10 centavos cada uno. En los mismos se insistía en una fecha exacta: 18 de mayo de 1910. De esa manera se creaba evidentenmente una preocupante y triste expectativa sobre “La gran catástrofe universal”.
Llego finalmente ese día fatídico, y como sucedió anteriormente, en las distintas zonas del mundo las reacciones de la gente no fueron iguales. Nuevamente hubo expresiones diversas: alarmantes, de gran tristeza y preocupación, alegres, irónicas, de manifiesta indignación, etc. Cada cual exteriorizaba sus sentimientos a su manera. Felizmente nada paso, pero en aquel tiempo ingeniosos publicistas aprovecharon la aparición del cometa para la confección de avisos. Uno decía: “Han desaparecido las fantásticas nubes de terror que rodeaban al cometa Halley. El astro peregrino se despide de nosotros con su brillante sequito, revelándonos los nombres de los exquisitos bizcochos que elaboraba la premiada Casa de A. Carpinacci. Casa Central Callao 2036”.
Otro afirmaba: “Lo que dice el cometa Halley vino Cordero genuino, vigoriza y fortalece. Especial para banquetes, tertulia, postres y bautizos”. Una vez mas se confirmaba ante hechos como éste, un dicho popular que nos recuerda que “Gustos y opiniones hay miles de millones”.
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