jueves, 8 de diciembre de 2011
dos versiones de la marcha oficial de Nueva Chicago
Primera versión Cantor: Héctor Luján; Segunda voz: Isabelino Espinosa.
Segunda versión Cantor: Cabanilla con acompañamiento de un hincha con el bombo que llevaba a la cancha para alentar a Chicago.
martes, 4 de octubre de 2011
de visita por el Polideportivo de Nueva Chicago
El pasado martes 27 de septiembre, tuve la grata experiencia de ser recibido por la gente del Departamento de Cultura y Educación de Nueva Chicago con quiénes amablemente intercambiamos historias, recuerdos y documentos del club.
A propósito de nuestro post del 04/09 (http://isabelinoespinosa.blogspot.com/2011/09/blog-post.html) sobre el himno del club cuya letra compuse con música de Eduardo Pauloni, los miembros del Departamento pudieron ver la partitura original del himno, creado en 1955. En las imágenes siguientes, pueden verse fotos de la mencionada partitura.
Amablemente, los miembros del Departamento me regalaron el libro de los 100 años de Nueva Chicago que recomiendo como material de colección para todos los amantes del fútbol argentino.
(De Izq. a Der.): Isabelino Espinosa, Oscar Rattalino, Héctor Tozzi y Silvina Gago
Los integrantes del Departamento de Cultura y Educación de Nueva Chicago están haciendo una importantísima labor cultural, trascendiendo los límites del club, extendiéndose al barrio de Mataderos. Exposiciones, talleres, cursos y los más de 4 mil libros que integran la Biblioteca Ofelio Vecchio (en homenaje al destacado historiador y escritor de ese tradicional barrio porteño) que pueden ser llevados en préstamo por los socios.
Para los interesados en las actividades que realiza el Departamento invitamos a visitar su sitio en Facebook:
http://www.facebook.com/culturanuevachicago
Agradezco también, la gentileza de las chicas de la Secretaría del club que me recibieron con suma cordialidad, hospitalidad que queda registrada en la siguiente foto:
(De Izq. a Der.): Cristina, Silvina Gago, Isabelino Espinosa, Chiche
Muchas gracias a la gente de Nueva Chicago y que éste sea el comienzo de intercambios entre nuestros sitios, con la historia y los recuerdos del Torito de Mataderos.
A propósito de nuestro post del 04/09 (http://isabelinoespinosa.blogspot.com/2011/09/blog-post.html) sobre el himno del club cuya letra compuse con música de Eduardo Pauloni, los miembros del Departamento pudieron ver la partitura original del himno, creado en 1955. En las imágenes siguientes, pueden verse fotos de la mencionada partitura.
Amablemente, los miembros del Departamento me regalaron el libro de los 100 años de Nueva Chicago que recomiendo como material de colección para todos los amantes del fútbol argentino.
(De Izq. a Der.): Isabelino Espinosa, Oscar Rattalino, Héctor Tozzi y Silvina Gago
Los integrantes del Departamento de Cultura y Educación de Nueva Chicago están haciendo una importantísima labor cultural, trascendiendo los límites del club, extendiéndose al barrio de Mataderos. Exposiciones, talleres, cursos y los más de 4 mil libros que integran la Biblioteca Ofelio Vecchio (en homenaje al destacado historiador y escritor de ese tradicional barrio porteño) que pueden ser llevados en préstamo por los socios.
Para los interesados en las actividades que realiza el Departamento invitamos a visitar su sitio en Facebook:
http://www.facebook.com/culturanuevachicago
Agradezco también, la gentileza de las chicas de la Secretaría del club que me recibieron con suma cordialidad, hospitalidad que queda registrada en la siguiente foto:
(De Izq. a Der.): Cristina, Silvina Gago, Isabelino Espinosa, Chiche
Muchas gracias a la gente de Nueva Chicago y que éste sea el comienzo de intercambios entre nuestros sitios, con la historia y los recuerdos del Torito de Mataderos.
jueves, 8 de septiembre de 2011
el san josé que yo vi
entrada - pequeño jardín - dirección 4to. grado - baños
3er. grado al fondo calle Tinogasta (pequeña cancha de fútbol)
Entrada principal del Colegio San José -Pedro Lozano 3151-
Cliquear sobre las imágenes para verlas en el tamaño original.
Dibujos de don Isabelino Espinosa
domingo, 4 de septiembre de 2011
miércoles, 17 de agosto de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XX)
Gabriela, Giulietta y Antonina, tías de Lucia
Jose D’Olivi nacido en la ciudad de Salerno, padre de Vittoria (1868), Gabriela (1869), Giulietta (1872) y Antonina (1874), era un pequeño comerciante del rubro textil que recorría diversas ciudades de Italia para efectuar la venta de sus productos que él mismo manufacturaba. Esa tarea le rendía lo suficiente para mantener su hogar. Vittoria, su hija mayor, cerca de los 18 años de edad conoció a un joven convecino suyo; Rafael Giordano único hijo de la importante hacendado del lugar, iniciando un felíz romance que dio su dichosa concreción en matrimonio en 1888. De esa amorosa unión nació Lucía, sus padres decidieron partir hacia la Argentina. Las hermanas de Vittoria quedaron en Europa, ninguna de las tres, aparentemente, logró iniciar una relación sentimental para formalizar un noviazgo que finalizara en la realización de un sueño de toda mujer: la creación de un hogar donde siempre estuvieran presentes la felicidad y el mutuo amor.
No ocurrió así, quizás por el mandato del destino y las tres mujeres no dejaron nunca su celibato, ni se atrevieron a viajar a otras latitudes en busca de un eventual porvenir y buenaventuranza. Pasaron los años, la comunicación con sus familiares de Buenos Aires era constante: cartas, telegramas, llamados telefónicos, fotos, etc. Cuando su sobrina comenzó en 1909 el idilio amoroso con el joven Ángel Lemos y ya se vislumbraba un próximo enlace, las tías de Lucía Giordano tomaron la decisión de viajar a la Argentina para radicarse definitivamente en nuestro país. Llegaron a Puerto Nuevo en el mes de enero de 1910, año del Centenario y del famoso cometa “Halley” que era la preocupación mundial. Ya don Rafael Giordano les había adquirido una hermosa casa a su nombre en la calle Belgrano casi esq. Lima. En un principio la adaptación a nuevas costumbres y al idioma castellano, fue bastante difícil. No era sencillo acostumbrarse a otras modalidades utilizadas por la gene que trataban a diario, pero con el transcurrir del tiempo, tal vez con cierta lentitud, se integraron totalmente a la vida de la gran urbe porteña. Eliminado el problema idiomático (la primera gran dificultad), lo demás tuvo rápida solución para alegría de todos. La integración fue promisoria, las tres hermanas comenzaron a concurrir en compañía de su familia a paseos, fiestas, reuniones en clubes sociales, viajes de turismo.
En el campo de aviación de “Villa Lugano”
Transcurrían las épocas iniciales de nuestra aviación, emprendedores y visionarios argentinos querían emular la tarea heroica de ciudadanos de otros países: Wright, Zeppelin, Santos Dumont y muchos más, que se propusieron firmemente “volar como los pájaros”. A veces fueron objeto de burlas por todos aquellos que consideraban imposible “conquistar el aire”. Los muchachos criollos de entonces deseando afirmar esa inquietud de manejar esos instrumentos de vuelo, empezaron por informarse y aprender todos sus secretos. En ese campo de aviación de “Villa Lugano” hacían sus prácticas el inolvidable Jorge Newbery, Florencio Parravicini gran actor de cine y teatro y un apasionado por los deportes mecánicos. El teniente Manuel Félix Origone y otros. Don Rafael Giordano, su esposa, su hija, sus cuñadas y la familia de don Manuel Lemos concurrían con bastante frecuencia a los ensayos de vuelo que se hacían en el citado aeródromo, disfrutando de un muy agradable espectáculo. Corría el año 1910.
Las hermanas de Vittoria, y la boda de Lucia
Se acercaba el día de la unión en matrimonio de Lucía Giordano y Ángel Lemos, Antonina, Giulietta y Gabriela D’Olivi tías de la novia, se dieron a la tarea de organizar debidamente y supervisar todos los detalles importantes o no, relacionados con la fiesta que se avecinaba. Si bien los padres de ambos jóvenes tenían ya todo perfectamente planificado, el desempeño de las hermanas de Vittoria en esas circunstancias podría ser valioso y lo fue. Gran parte del éxito obtenido en el memorable festejo indiscutiblemente fue obra de las tres hermanas D’Olivi. Desafortunadamente, un epílogo trágico fue el triste corolario del esfuerzo, el amor ya indestructible unión de dos familias que lloraron juntas el lamentable episodio ocurrido en aquel nefasto día, 2 de abril de 1911, que tanto dolor y luto trajo a esas familias cristianas.
Pasó cierto tiempo, y las hermanas de Vittoria tras su profunda pena, decidieron abandonar el país para siempre, regresando a su pueblo natal a Salerno en suelo italiano. El apenado viaje se concretó el viernes 17 de noviembre de ese año. La historia guarda un especial recuerdo por estas abnegadas mujeres, para que las páginas de la posteridad sigan su camino infinito del más allá, que se esconde ignorado en el silencio de las almas buenas.
Por el mismo motivo los acongojados padres de Lucía, que no pudieron soportar la gran angustia de su desaparición junto a la de su joven esposo, también acordaron partir hacia el lejano continente europeo, al nunca olvidado lugar donde habían nacido, en busca de una ansiada paz y un reconfortante consuelo para sus agobiados espíritus. Jamás superarían el duro trance vivido, y ellos lo sabían. En esas circunstancias difíciles solo albergaban un prioritario anhelo, un poco de alivio para sus grandes pesares.
Jose D’Olivi nacido en la ciudad de Salerno, padre de Vittoria (1868), Gabriela (1869), Giulietta (1872) y Antonina (1874), era un pequeño comerciante del rubro textil que recorría diversas ciudades de Italia para efectuar la venta de sus productos que él mismo manufacturaba. Esa tarea le rendía lo suficiente para mantener su hogar. Vittoria, su hija mayor, cerca de los 18 años de edad conoció a un joven convecino suyo; Rafael Giordano único hijo de la importante hacendado del lugar, iniciando un felíz romance que dio su dichosa concreción en matrimonio en 1888. De esa amorosa unión nació Lucía, sus padres decidieron partir hacia la Argentina. Las hermanas de Vittoria quedaron en Europa, ninguna de las tres, aparentemente, logró iniciar una relación sentimental para formalizar un noviazgo que finalizara en la realización de un sueño de toda mujer: la creación de un hogar donde siempre estuvieran presentes la felicidad y el mutuo amor.
No ocurrió así, quizás por el mandato del destino y las tres mujeres no dejaron nunca su celibato, ni se atrevieron a viajar a otras latitudes en busca de un eventual porvenir y buenaventuranza. Pasaron los años, la comunicación con sus familiares de Buenos Aires era constante: cartas, telegramas, llamados telefónicos, fotos, etc. Cuando su sobrina comenzó en 1909 el idilio amoroso con el joven Ángel Lemos y ya se vislumbraba un próximo enlace, las tías de Lucía Giordano tomaron la decisión de viajar a la Argentina para radicarse definitivamente en nuestro país. Llegaron a Puerto Nuevo en el mes de enero de 1910, año del Centenario y del famoso cometa “Halley” que era la preocupación mundial. Ya don Rafael Giordano les había adquirido una hermosa casa a su nombre en la calle Belgrano casi esq. Lima. En un principio la adaptación a nuevas costumbres y al idioma castellano, fue bastante difícil. No era sencillo acostumbrarse a otras modalidades utilizadas por la gene que trataban a diario, pero con el transcurrir del tiempo, tal vez con cierta lentitud, se integraron totalmente a la vida de la gran urbe porteña. Eliminado el problema idiomático (la primera gran dificultad), lo demás tuvo rápida solución para alegría de todos. La integración fue promisoria, las tres hermanas comenzaron a concurrir en compañía de su familia a paseos, fiestas, reuniones en clubes sociales, viajes de turismo.
En el campo de aviación de “Villa Lugano”
Transcurrían las épocas iniciales de nuestra aviación, emprendedores y visionarios argentinos querían emular la tarea heroica de ciudadanos de otros países: Wright, Zeppelin, Santos Dumont y muchos más, que se propusieron firmemente “volar como los pájaros”. A veces fueron objeto de burlas por todos aquellos que consideraban imposible “conquistar el aire”. Los muchachos criollos de entonces deseando afirmar esa inquietud de manejar esos instrumentos de vuelo, empezaron por informarse y aprender todos sus secretos. En ese campo de aviación de “Villa Lugano” hacían sus prácticas el inolvidable Jorge Newbery, Florencio Parravicini gran actor de cine y teatro y un apasionado por los deportes mecánicos. El teniente Manuel Félix Origone y otros. Don Rafael Giordano, su esposa, su hija, sus cuñadas y la familia de don Manuel Lemos concurrían con bastante frecuencia a los ensayos de vuelo que se hacían en el citado aeródromo, disfrutando de un muy agradable espectáculo. Corría el año 1910.
Las hermanas de Vittoria, y la boda de Lucia
Se acercaba el día de la unión en matrimonio de Lucía Giordano y Ángel Lemos, Antonina, Giulietta y Gabriela D’Olivi tías de la novia, se dieron a la tarea de organizar debidamente y supervisar todos los detalles importantes o no, relacionados con la fiesta que se avecinaba. Si bien los padres de ambos jóvenes tenían ya todo perfectamente planificado, el desempeño de las hermanas de Vittoria en esas circunstancias podría ser valioso y lo fue. Gran parte del éxito obtenido en el memorable festejo indiscutiblemente fue obra de las tres hermanas D’Olivi. Desafortunadamente, un epílogo trágico fue el triste corolario del esfuerzo, el amor ya indestructible unión de dos familias que lloraron juntas el lamentable episodio ocurrido en aquel nefasto día, 2 de abril de 1911, que tanto dolor y luto trajo a esas familias cristianas.
Pasó cierto tiempo, y las hermanas de Vittoria tras su profunda pena, decidieron abandonar el país para siempre, regresando a su pueblo natal a Salerno en suelo italiano. El apenado viaje se concretó el viernes 17 de noviembre de ese año. La historia guarda un especial recuerdo por estas abnegadas mujeres, para que las páginas de la posteridad sigan su camino infinito del más allá, que se esconde ignorado en el silencio de las almas buenas.
Por el mismo motivo los acongojados padres de Lucía, que no pudieron soportar la gran angustia de su desaparición junto a la de su joven esposo, también acordaron partir hacia el lejano continente europeo, al nunca olvidado lugar donde habían nacido, en busca de una ansiada paz y un reconfortante consuelo para sus agobiados espíritus. Jamás superarían el duro trance vivido, y ellos lo sabían. En esas circunstancias difíciles solo albergaban un prioritario anhelo, un poco de alivio para sus grandes pesares.
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castillo de villa del parque,
villa del parque
viernes, 29 de julio de 2011
TOMASITO (III)
De pronto, su mente imaginó la escena; entrando al terreno de juego con las tribunas repletas de público, y hasta le parecía escuchar los gritos de la hinchada de su equipo; unos alentándolo en su accionar y otros reprobando con hostilidad sus eventuales errores, al comenzar la contienda, la inicial, la de su presentación, donde no debía fracasar, porque en ese partido también estaba en juego su futuro.
No desconocía sus propias aptitudes para ese deporte que practicaba, siempre se tuvo fe y casi estaba seguro de su buen desempeño durante cualquier confrontación, pero ese acontecimiento se había presentado inesperadamente y con demasiada rapidez, y por lo tanto, necesita cierto tiempo para recuperar la tranquilidad y decidir. Un sin fin de ideas y pensamientos rondaban por su cabeza. Por momentos parecía entusiasmado y contento, pero enseguida sentía una inexplicable inseguridad y desconfianza.
Esa noche se acostó prácticamente sin cenar, y no podía conciliar el sueño, pues se hallaba sumamente nervioso. No ignoraba que en su estreno tenía que enfrenta a jugadores experimentados, que ocuparon muchas veces páginas enteras de diarios y revistas especializadas. Desde la tribuna, él también los había aplaudido hasta enrojecerse las manos, y ahora ese desconocido espectador que fue un día, se presentaba ante ellos para disputar supremacías en un encuentro de fútbol. Reconocía que aún no estaba preparado para ello.
Familiares, amigos, los vecinos de su barrio, todos le brindaron palabras de cariño y adhesión, deseando fervientemente su consagración deportiva.
Llegó el domingo, día del cotejo. En el horario respectivo almorzó en la concentración con los integrantes del conjunto superior, y aunque estaba muy emocionado, se lo veía aparentemente tranquilo, sin los temores y sobresaltos que lo habían preocupado días antes. Compartía la mesa con aquellos jugadores que también admiraba, los de su club, hoy transformados en sus nuevos compañeros que sobre el césped de una cancha, lucharía con las mismas ambiciones e idéntico fervor, por la victoria de los colores de la institución que representaban.
Momentos más tarde recibieron algunas instrucciones del Director Técnico, que luego se repitieron en el vestuario, y finalmente se encaminaron hacia el campo de juego. En un sector del estadio donde se encontraba la hinchada partidaria, Tomasito advirtió una gran bandera con su nombre estampado en su paño. Cuando ingresó a la cancha, una salva de aplausos lo recibió, y esa parte de la tribuna lo alentaba vigorosamente y en forma continua. Visiblemente emocionado agradecía a sus parciales levantando los brazos. Sentía como si su corazón quisiese saltar de su pecho. Por unos instantes quedó como clavado en el piso, mientras gruesos lagrimones escapaban de sus ojos.
Comenzó la lucha en medio del delirio del público asistente. Pasaron varios minutos que fueron intrascendentes, en un momento, Tomasito, que ya había puesto en serios aprietos a la defensa adversaria, tomó la pelota en un costado del campo, y mediante hábiles esquives logró situarse solo frente al arquero rival, venciéndolo sin dificultad. El estadio entero estalló en una impresionante ovación .También los simpatizantes del otro equipo en un elogiable gesto de nobleza aplaudieron la estupenda jugada del pibe, que después siguió demostrando su habilidad hasta la finalización del primer período. Más allá de su capacidad, era notorio que la suerte estaba a su favor.
El resultado no se modificó en el segundo tiempo. Tomasito no solo le había dado con su gol el triunfo a su equipo, sino que demostró sus cualidades jugando con pulcritud, calidad, y elegancia, no defraudando nunca a sus parciales. Después, vinieron otras actuaciones destacadas, nuevos éxitos, la ansiada titularidad, y su transformación en ídolo absoluto de sus seguidores. Con sus descollantes actuaciones llegó a ser un verdadero astro del balompié criollo. El periodismo deportivo elogiaba constantemente sus virtudes futbolísticas, que realmente eran muchas.
(continúa)
No desconocía sus propias aptitudes para ese deporte que practicaba, siempre se tuvo fe y casi estaba seguro de su buen desempeño durante cualquier confrontación, pero ese acontecimiento se había presentado inesperadamente y con demasiada rapidez, y por lo tanto, necesita cierto tiempo para recuperar la tranquilidad y decidir. Un sin fin de ideas y pensamientos rondaban por su cabeza. Por momentos parecía entusiasmado y contento, pero enseguida sentía una inexplicable inseguridad y desconfianza.
Esa noche se acostó prácticamente sin cenar, y no podía conciliar el sueño, pues se hallaba sumamente nervioso. No ignoraba que en su estreno tenía que enfrenta a jugadores experimentados, que ocuparon muchas veces páginas enteras de diarios y revistas especializadas. Desde la tribuna, él también los había aplaudido hasta enrojecerse las manos, y ahora ese desconocido espectador que fue un día, se presentaba ante ellos para disputar supremacías en un encuentro de fútbol. Reconocía que aún no estaba preparado para ello.
Familiares, amigos, los vecinos de su barrio, todos le brindaron palabras de cariño y adhesión, deseando fervientemente su consagración deportiva.
Llegó el domingo, día del cotejo. En el horario respectivo almorzó en la concentración con los integrantes del conjunto superior, y aunque estaba muy emocionado, se lo veía aparentemente tranquilo, sin los temores y sobresaltos que lo habían preocupado días antes. Compartía la mesa con aquellos jugadores que también admiraba, los de su club, hoy transformados en sus nuevos compañeros que sobre el césped de una cancha, lucharía con las mismas ambiciones e idéntico fervor, por la victoria de los colores de la institución que representaban.
Momentos más tarde recibieron algunas instrucciones del Director Técnico, que luego se repitieron en el vestuario, y finalmente se encaminaron hacia el campo de juego. En un sector del estadio donde se encontraba la hinchada partidaria, Tomasito advirtió una gran bandera con su nombre estampado en su paño. Cuando ingresó a la cancha, una salva de aplausos lo recibió, y esa parte de la tribuna lo alentaba vigorosamente y en forma continua. Visiblemente emocionado agradecía a sus parciales levantando los brazos. Sentía como si su corazón quisiese saltar de su pecho. Por unos instantes quedó como clavado en el piso, mientras gruesos lagrimones escapaban de sus ojos.
Comenzó la lucha en medio del delirio del público asistente. Pasaron varios minutos que fueron intrascendentes, en un momento, Tomasito, que ya había puesto en serios aprietos a la defensa adversaria, tomó la pelota en un costado del campo, y mediante hábiles esquives logró situarse solo frente al arquero rival, venciéndolo sin dificultad. El estadio entero estalló en una impresionante ovación .También los simpatizantes del otro equipo en un elogiable gesto de nobleza aplaudieron la estupenda jugada del pibe, que después siguió demostrando su habilidad hasta la finalización del primer período. Más allá de su capacidad, era notorio que la suerte estaba a su favor.
El resultado no se modificó en el segundo tiempo. Tomasito no solo le había dado con su gol el triunfo a su equipo, sino que demostró sus cualidades jugando con pulcritud, calidad, y elegancia, no defraudando nunca a sus parciales. Después, vinieron otras actuaciones destacadas, nuevos éxitos, la ansiada titularidad, y su transformación en ídolo absoluto de sus seguidores. Con sus descollantes actuaciones llegó a ser un verdadero astro del balompié criollo. El periodismo deportivo elogiaba constantemente sus virtudes futbolísticas, que realmente eran muchas.
(continúa)
jueves, 14 de julio de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XIX)
La familia Lemos-Lopez Fernández
En el año 1823 el ministro don Bernardino Rivadavia propuso al gobernador de Buenos Aires invitar a ciudadanos europeos con ansias de trabajo y bienestar, a radicarse en los grandes desiertos de la zona pampeana y formar nuevos pueblos. El general Marín Rodríguez aceptó la idea de su ministro autorizándolo para concretar el proyecto, Rivadavia designó a varios contratistas que a su vez en el Viejo Continente se contactaron con labradores y artesanos, informándoles que existía en Sudamérica un país próspero y pacífico que necesitaba gente fuerte para manejar el arado, y perforar el suelo donde había riquezas inmensas para quienes se atreviesen a extraerlas. Europa en aquellos tiempos padecía de interminables guerras y soportaba la tiranía de los reyes.
En algunos de esos contingentes de inmigrantes llegaron a la Argentina los ancestros de María López Fernández y Manuel Lemos que se animaron a cruzar el océano para instalar un nuevo y feliz hogar en el territorio de las Provincias Unidas del Sur. Pasaron muchos años, y varias generaciones desde que aquellos primitivos pobladores de la Madre Patria se afincaron en nuestro país. Hombres y mujeres de distinto origen, español y criollo formaron nuevas y hermosas familias creando al mismo tiempo una raza fuerte, sana, vigorosa.
Durante el transcurso del siglo XIX descendientes de los siempre recordados pioneros, lograron hacer realidad el sueño de sus antepasados de fundar núcleos familiares con bases sólidas donde reine permanentemente el amor, la comprensión y la solidaridad Luego de un romántico noviazgo, Manuel Lemos y María López Fernández contrajeron matrimonio en Buenos Aires en 1885. La ceremonia religiosa fue celebrada en la Iglesia de La Merced (Cangallo hoy Pte. Perón y Reconquista) y asentado en la sección 13 del Registro Civil situado en la calle Defensa 327. De la unión de esa feliz pareja nacieron siete hijos: Ángel (1886), Gregorio (1895), Flora (1896), María (1899), Elena (1900), Carmen (1903) y Francisco (1907).
Don Manuel y su esposa María habían nacido en el mismo año 1864. Ambos cónyuges disfrutaban de una interesante vida social concurriendo asiduamente a diversas entidades porteñas: Buenos Aires Rowing Club en Florida 230, en la misma calle en el número 559 donde estaba instalado el “Jockey Club”. También asociados al “Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires” situado en Cangallo 1154. En muchas ocasiones los acompañaban Tomás Lemos (hermano de Manuel) y su esposa Antonia Díaz. Luego de iniciada la relación con el matrimonio Giordano-D’Olivi, éstos se agregaron al grupo formando un verdadero núcleo elogiable y digno de ser imitado.
Tomas Lemos y Antonia Díaz
Don Tomás Lemos un auténtico ciudadano porteño, había nacido en padres españoles en 1863 en una antigua casa ubicada en piedad (Bmé. Mitre) y Ombú (Pasteur), donde también llegó a este mundo su hermano Manuel en 1864, como ya informáramos anteriormente, Antonia Días nacida en la provincia de Lugo (España), emigró junto a sus progenitores a la Argentina cuando tenía quince años. Su nacimiento data de 1867, y domiciliándose con su familia en la calle Cuyo (Sarmiento) al 700.
Años más tarde conoció a Tomás Lemos casándose en 1894 y no tuvieron descendientes. Por su parte la esposa de Manuel; María López Fernández, pertenecía a un hogar muy católico, uno de sus hermanos (Eladio) anhelaba ser sacerdote. El domicilio de este conjunto familiar estaba situado en la calle Europa (Carlos Calvo) al 900. Esta casa, como las ya nombradas, quedaron para siempre grabadas en la emocionada nostalgia de algún romántico.
Antiguos Patios Porteños
Entre quienes los habitaron durante años están los protagonistas de la presente leyenda. Evidentemente, en el viejo Buenos Aires de entonces existía una característica arquitectónica que definía con elocuencia nuestra insoslayable identidad cultural. Patios amplios con aljibe, cubiertos de glicinas o parrales y rodeados de pintorescas macetas llenas de helechos, claveles, jazmines y malvones. El piso de baldosas rojas, era común en las casas de antaño, coloniales o republicanas.
Ese era un lugar preferencial, reposable, hermoso, donde en la ronda cotidiana del mate familiar se disfrutaba de amables tertulias hogareñas con charlas y comentarios de lo sucedido en cada jornada. En ocasiones, al son de una guitarra alguien se atrevía con el canto de un tema popular o varias parejas demostraban sus habilidades bailando un tango, mientras alguna madreselva, o tal vez una camelia embellecían el lugar. También completaban una singular escenografía coloridas jaulas con vistosos pájaros que alegraban cada momento con sus melodiosos trinos.
Frente a esos recordados patios se advertían cómodas habitaciones de particular diseño. Altas puertas, grandes ventanas con pisos de madera machambrada y bien lustrados. La dueña de casa mostraba orgullosamente a los visitantes los diversos sitios de la vivienda, al mismo tiempo que los atendía con suma cortesía y dedicación. Fue una época muy grata y feliz donde la vida parecía más dichosa, y las inevitables dificultades diarias pasaban casi desapercibidas. Esos bellos tiempos pasaron para nunca más volver. Solo quedaron emotivos recuerdos en la historia escrita de un Buenos Aires que perdió para siempre aquel irrepetible encanto que comenzó en su lejana etapa de aldea.
En el año 1823 el ministro don Bernardino Rivadavia propuso al gobernador de Buenos Aires invitar a ciudadanos europeos con ansias de trabajo y bienestar, a radicarse en los grandes desiertos de la zona pampeana y formar nuevos pueblos. El general Marín Rodríguez aceptó la idea de su ministro autorizándolo para concretar el proyecto, Rivadavia designó a varios contratistas que a su vez en el Viejo Continente se contactaron con labradores y artesanos, informándoles que existía en Sudamérica un país próspero y pacífico que necesitaba gente fuerte para manejar el arado, y perforar el suelo donde había riquezas inmensas para quienes se atreviesen a extraerlas. Europa en aquellos tiempos padecía de interminables guerras y soportaba la tiranía de los reyes.
En algunos de esos contingentes de inmigrantes llegaron a la Argentina los ancestros de María López Fernández y Manuel Lemos que se animaron a cruzar el océano para instalar un nuevo y feliz hogar en el territorio de las Provincias Unidas del Sur. Pasaron muchos años, y varias generaciones desde que aquellos primitivos pobladores de la Madre Patria se afincaron en nuestro país. Hombres y mujeres de distinto origen, español y criollo formaron nuevas y hermosas familias creando al mismo tiempo una raza fuerte, sana, vigorosa.
Durante el transcurso del siglo XIX descendientes de los siempre recordados pioneros, lograron hacer realidad el sueño de sus antepasados de fundar núcleos familiares con bases sólidas donde reine permanentemente el amor, la comprensión y la solidaridad Luego de un romántico noviazgo, Manuel Lemos y María López Fernández contrajeron matrimonio en Buenos Aires en 1885. La ceremonia religiosa fue celebrada en la Iglesia de La Merced (Cangallo hoy Pte. Perón y Reconquista) y asentado en la sección 13 del Registro Civil situado en la calle Defensa 327. De la unión de esa feliz pareja nacieron siete hijos: Ángel (1886), Gregorio (1895), Flora (1896), María (1899), Elena (1900), Carmen (1903) y Francisco (1907).
Don Manuel y su esposa María habían nacido en el mismo año 1864. Ambos cónyuges disfrutaban de una interesante vida social concurriendo asiduamente a diversas entidades porteñas: Buenos Aires Rowing Club en Florida 230, en la misma calle en el número 559 donde estaba instalado el “Jockey Club”. También asociados al “Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires” situado en Cangallo 1154. En muchas ocasiones los acompañaban Tomás Lemos (hermano de Manuel) y su esposa Antonia Díaz. Luego de iniciada la relación con el matrimonio Giordano-D’Olivi, éstos se agregaron al grupo formando un verdadero núcleo elogiable y digno de ser imitado.
Tomas Lemos y Antonia Díaz
Don Tomás Lemos un auténtico ciudadano porteño, había nacido en padres españoles en 1863 en una antigua casa ubicada en piedad (Bmé. Mitre) y Ombú (Pasteur), donde también llegó a este mundo su hermano Manuel en 1864, como ya informáramos anteriormente, Antonia Días nacida en la provincia de Lugo (España), emigró junto a sus progenitores a la Argentina cuando tenía quince años. Su nacimiento data de 1867, y domiciliándose con su familia en la calle Cuyo (Sarmiento) al 700.
Años más tarde conoció a Tomás Lemos casándose en 1894 y no tuvieron descendientes. Por su parte la esposa de Manuel; María López Fernández, pertenecía a un hogar muy católico, uno de sus hermanos (Eladio) anhelaba ser sacerdote. El domicilio de este conjunto familiar estaba situado en la calle Europa (Carlos Calvo) al 900. Esta casa, como las ya nombradas, quedaron para siempre grabadas en la emocionada nostalgia de algún romántico.
Antiguos Patios Porteños
Entre quienes los habitaron durante años están los protagonistas de la presente leyenda. Evidentemente, en el viejo Buenos Aires de entonces existía una característica arquitectónica que definía con elocuencia nuestra insoslayable identidad cultural. Patios amplios con aljibe, cubiertos de glicinas o parrales y rodeados de pintorescas macetas llenas de helechos, claveles, jazmines y malvones. El piso de baldosas rojas, era común en las casas de antaño, coloniales o republicanas.
Ese era un lugar preferencial, reposable, hermoso, donde en la ronda cotidiana del mate familiar se disfrutaba de amables tertulias hogareñas con charlas y comentarios de lo sucedido en cada jornada. En ocasiones, al son de una guitarra alguien se atrevía con el canto de un tema popular o varias parejas demostraban sus habilidades bailando un tango, mientras alguna madreselva, o tal vez una camelia embellecían el lugar. También completaban una singular escenografía coloridas jaulas con vistosos pájaros que alegraban cada momento con sus melodiosos trinos.
Frente a esos recordados patios se advertían cómodas habitaciones de particular diseño. Altas puertas, grandes ventanas con pisos de madera machambrada y bien lustrados. La dueña de casa mostraba orgullosamente a los visitantes los diversos sitios de la vivienda, al mismo tiempo que los atendía con suma cortesía y dedicación. Fue una época muy grata y feliz donde la vida parecía más dichosa, y las inevitables dificultades diarias pasaban casi desapercibidas. Esos bellos tiempos pasaron para nunca más volver. Solo quedaron emotivos recuerdos en la historia escrita de un Buenos Aires que perdió para siempre aquel irrepetible encanto que comenzó en su lejana etapa de aldea.
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villa del parque
martes, 28 de junio de 2011
TOMASITO (II)
por “El Zorzal” (ISABELINO ESPINOSA)
En la etapa de su adolescencia, continuó su carrera ascendente en ese deporte que había elegido. Jugaba con gran aceptación en una conocida entidad del barrio porteño de Villa del Parque, donde residía. Todos coincidían en afirmar, que podría ya ingresar a un club afiliado y una vez, el destino le presentó esa instancia tan deseada; mientras integraba su equipo en un partido que se realizaba en uno de los “potreros” de la zona, fue visto por un representante de una popular institución capitalina, que lo convenció para ingresar al plantel de la misma, en sus divisiones inferiores. Allí jugó muy bien durante dos temporadas, evidenciando llamativos progresos, veloz, hábil y oportunista a quien no se podía descuidar nunca, sin duda alguna, aparecía como una promesa de jugador de relieves poco comunes, con un porvenir, brillante y promisorio.
Se había afianzado en el puesto de centro delantero, y ya actuaba en la cuarta división con excelentes perspectivas. Fue siempre un humilde muchacho, sin vanidad ni soberbia, amable y buen compañero, por tal causa todos les deseaban una exitosa trayectoria como jugador profesional si alguna vez tenía esa posibilidad.
Una tarde, cuando estaba efectuando una sesión de entrenamiento, apareció un señor con aspecto de directivo que solicitó su presencia. Tomasito acudió al llamado y el hombre sin muchos preámbulos le dijo: “En el próximo partido jugará en la primera, ya lo hemos decidido” y antes que el pibe pudiera decir algo, prosiguió: “No desaproveches la oportunidad, es muy posible que por tus condiciones, pronto serás el titular, esa es nuestra opinión”.
El joven futbolista se encontraba bastante turbado por lo que acababa de oír, y no atinó una respuesta adecuada.
Quería confesar que no se animaba a tal responsabilidad, que tenía miedo a afrontar esta situación, y otras expresiones que no pudo dar a conocer a esa persona porque las palabras se negaban a ser pronunciadas. Sintió en su rostro la palmada cariñosa del dirigente de su club, que volvió a repetir sus manifestaciones anteriores de aliento y total confianza, luego el hombre se retiró del campo de juego, seguramente, con la certeza de haber logrado sus propósitos.
Seguidamente, el muchacho se dirigió a los vestuarios. Allí se sentó, y por unos instantes quedó inmóvil, con gesto de preocupación e incertidumbre.
A pesar de haber esperado siempre una ocasión que ahora se le presentaba, en esa circunstancia no la consideró realmente oportuna ni provechosa. El mismo no lo entendía… ¿por qué esas dudas? ¿acaso no se sentía seguro de sus condiciones?
(Continuará)
En la etapa de su adolescencia, continuó su carrera ascendente en ese deporte que había elegido. Jugaba con gran aceptación en una conocida entidad del barrio porteño de Villa del Parque, donde residía. Todos coincidían en afirmar, que podría ya ingresar a un club afiliado y una vez, el destino le presentó esa instancia tan deseada; mientras integraba su equipo en un partido que se realizaba en uno de los “potreros” de la zona, fue visto por un representante de una popular institución capitalina, que lo convenció para ingresar al plantel de la misma, en sus divisiones inferiores. Allí jugó muy bien durante dos temporadas, evidenciando llamativos progresos, veloz, hábil y oportunista a quien no se podía descuidar nunca, sin duda alguna, aparecía como una promesa de jugador de relieves poco comunes, con un porvenir, brillante y promisorio.
Se había afianzado en el puesto de centro delantero, y ya actuaba en la cuarta división con excelentes perspectivas. Fue siempre un humilde muchacho, sin vanidad ni soberbia, amable y buen compañero, por tal causa todos les deseaban una exitosa trayectoria como jugador profesional si alguna vez tenía esa posibilidad.
Una tarde, cuando estaba efectuando una sesión de entrenamiento, apareció un señor con aspecto de directivo que solicitó su presencia. Tomasito acudió al llamado y el hombre sin muchos preámbulos le dijo: “En el próximo partido jugará en la primera, ya lo hemos decidido” y antes que el pibe pudiera decir algo, prosiguió: “No desaproveches la oportunidad, es muy posible que por tus condiciones, pronto serás el titular, esa es nuestra opinión”.
El joven futbolista se encontraba bastante turbado por lo que acababa de oír, y no atinó una respuesta adecuada.
Quería confesar que no se animaba a tal responsabilidad, que tenía miedo a afrontar esta situación, y otras expresiones que no pudo dar a conocer a esa persona porque las palabras se negaban a ser pronunciadas. Sintió en su rostro la palmada cariñosa del dirigente de su club, que volvió a repetir sus manifestaciones anteriores de aliento y total confianza, luego el hombre se retiró del campo de juego, seguramente, con la certeza de haber logrado sus propósitos.
Seguidamente, el muchacho se dirigió a los vestuarios. Allí se sentó, y por unos instantes quedó inmóvil, con gesto de preocupación e incertidumbre.
A pesar de haber esperado siempre una ocasión que ahora se le presentaba, en esa circunstancia no la consideró realmente oportuna ni provechosa. El mismo no lo entendía… ¿por qué esas dudas? ¿acaso no se sentía seguro de sus condiciones?
(Continuará)
miércoles, 15 de junio de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XVIII)
Algunas Reflexiones
Con referencia a los hechos comentados en las páginas anteriores relacionados con aspectos de muy vieja data del monumental edificio, podemos informar al respecto que la totalidad de los datos e informaciones aportadas, son producto de relatos efectuados por quienes tuvieron el privilegio de estar presentes en aquellas pretéritas etapas de nuestro barrio.
Esa importante información llega hoy a través de viejos manuscritos y también de antiguos vecinos que brindaron su palabra autorizada a sus descendientes, para que el olvido no pudiese borrar las huellas del ayer y para que los auténticos protagonistas de la historia parquense, permanezcan por siempre en los recuerdos de todos sus pobladores. No somos soberbios ni vanidosos en creernos dueños de la verdad absoluta, nadie jamás puede jactarse tratándose de narraciones y fidedignas noticias. Realmente una absurda e irrisoria utopía. El más experimentado y completo historiador de cualquier época, si no ha vivido el momento del cual se ocupa, es muy posible que cometa indeseables errores en citas, fechas, y algún otro acontecimiento específico, que bien sabemos, son generalmente "herencias" de antepasados quienes contaron o escribieron sobre determinados temas y aunque, sin ninguna duda, lo hayan encarado con justeza y total honestidad.
Tal el caso de quien suscribe esta serie de notas en “Su Revista” y “Villa del Parque.com”. Sus primeros informantes han sido en primer término sus progenitores, su padrino don Daniel García y los antiguos vecinos de Villa del Parque; Aquilino Colombo, José Caggiano, Manuel Blanco y Gregorio Canibe. En cierta ocasión el destino determinó que se sumara a las aludidas personas la señora Rosario Velasco, que sin proponérselo e impensadamente llegó para alojarse precisamente en el domicilio de quienes tuvieron alguna vez, relación directa con la atrapante historia del palacio parquense. Un cúmulo de casualidades que ayudaron evidentemente a armar el rompecabezas de una leyenda que será para siempre un auténtico referente de nuestro barrio. La señora Rosario aportó sus propias experiencias, sus valiosos testimonios, colaborando eficazmente con sus narraciones aclaratorias de episodios que pudieron presentarse confusos o no ajustarse a la realidad plena. Esta señora merece ser recordada con mucho afecto y emoción. Las presentes reflexiones tienen un motivo puntual y directo, dirigidas específicamente a quiénes en algún momento (vaya uno a saber con que intenciones), catalogaron de espúrio nuestro trabajo de investigación. Lo hicieron siempre con total eufemismo disfrazando sus críticas con forzado decoro y suavidad extrema. No se le puede objetar a nadie el derecho a disentir, eso es bien cierto, pero tal actitud no debe estar manchada con especulaciones de enfermizo origen, como lo son la envidia, el odio y la soberbia. Con semejantes atributos negativos nunca se llega a buen puerto. Humildemente sugerimos aunar esfuerzos en la búsqueda de nuevas evidencias, intercambiar opiniones, corregir errores si los hubiere, escuchar a los que más saben, etc. etc.
Así, de esa forma, los historiadores mancomunados en una misma tarea, sin recelos ni apetencias personales de protagonismo, llegarían al logro del anhelo común, saber cada día más y mejor sobre los intrincados misterios que preocuparon por largos años a toda la población parquense y que aún no han sido aclarados debidamente, como tampoco lo fue la verdadera fecha en la cual se instalaron en el barrio los primeros vecinos. Más allá de las innumerables versiones sobre la compra del predio y el año de la construcción de la esbelta estructura de la calle Campana, que han sido siempre materia de discusión y desacuerdos, consenso y disentimientos.
Una búsqueda con escaso éxito
Pacientemente, en distintas oportunidades, en nuestra cotidiana tarea investigativa tratamos vanamente de conseguir información periodística acerca de lo ocurrido en aquel fatídico domingo 2 de abril de 1911. Para tal fin fueron consultados lo importantes y completos archivos que poseen los más prestigiosos diarios capitalinos de aquellos tiempos, y además en las grandes bibliotecas populares de Buenos Aires, agregándose otras también muy valiosas de patrimonio particular y privado.
A pesar de la intensa y prolongada búsqueda no fue posible encontrar notas de lo sucedido en la nombrada fecha.
Por consiguiente, hay que ajustarse a los dichos que provienen de venerados ancestros. Ellos dijeron en muchas ocasiones que el padre de la joven accidentada, prohibió terminantemente la publicación total o parcial de la catástrofe. Amistades de renombre y poderosos personajes de la época contribuyeron grandemente en su petición. De tal modo, todo intento por obtener noticias reales fue canalizado por narraciones y trascendidos de quienes con probada honorabilidad, decoro y deseos de colaboración, dejaron para la posteridad la confesión de los más ocultos secretos e informes que la historia pudo haber tenido en cuenta o no. En nuestro caso aceptamos a esa fuente de datos, pues la consideramos totalmente honrada y por lo tanto confiable. El libre albedrío que disfruta cada historiador hará que se oponga o dé su consentimiento a toda la información recibida.
Con referencia a los hechos comentados en las páginas anteriores relacionados con aspectos de muy vieja data del monumental edificio, podemos informar al respecto que la totalidad de los datos e informaciones aportadas, son producto de relatos efectuados por quienes tuvieron el privilegio de estar presentes en aquellas pretéritas etapas de nuestro barrio.
Esa importante información llega hoy a través de viejos manuscritos y también de antiguos vecinos que brindaron su palabra autorizada a sus descendientes, para que el olvido no pudiese borrar las huellas del ayer y para que los auténticos protagonistas de la historia parquense, permanezcan por siempre en los recuerdos de todos sus pobladores. No somos soberbios ni vanidosos en creernos dueños de la verdad absoluta, nadie jamás puede jactarse tratándose de narraciones y fidedignas noticias. Realmente una absurda e irrisoria utopía. El más experimentado y completo historiador de cualquier época, si no ha vivido el momento del cual se ocupa, es muy posible que cometa indeseables errores en citas, fechas, y algún otro acontecimiento específico, que bien sabemos, son generalmente "herencias" de antepasados quienes contaron o escribieron sobre determinados temas y aunque, sin ninguna duda, lo hayan encarado con justeza y total honestidad.
Tal el caso de quien suscribe esta serie de notas en “Su Revista” y “Villa del Parque.com”. Sus primeros informantes han sido en primer término sus progenitores, su padrino don Daniel García y los antiguos vecinos de Villa del Parque; Aquilino Colombo, José Caggiano, Manuel Blanco y Gregorio Canibe. En cierta ocasión el destino determinó que se sumara a las aludidas personas la señora Rosario Velasco, que sin proponérselo e impensadamente llegó para alojarse precisamente en el domicilio de quienes tuvieron alguna vez, relación directa con la atrapante historia del palacio parquense. Un cúmulo de casualidades que ayudaron evidentemente a armar el rompecabezas de una leyenda que será para siempre un auténtico referente de nuestro barrio. La señora Rosario aportó sus propias experiencias, sus valiosos testimonios, colaborando eficazmente con sus narraciones aclaratorias de episodios que pudieron presentarse confusos o no ajustarse a la realidad plena. Esta señora merece ser recordada con mucho afecto y emoción. Las presentes reflexiones tienen un motivo puntual y directo, dirigidas específicamente a quiénes en algún momento (vaya uno a saber con que intenciones), catalogaron de espúrio nuestro trabajo de investigación. Lo hicieron siempre con total eufemismo disfrazando sus críticas con forzado decoro y suavidad extrema. No se le puede objetar a nadie el derecho a disentir, eso es bien cierto, pero tal actitud no debe estar manchada con especulaciones de enfermizo origen, como lo son la envidia, el odio y la soberbia. Con semejantes atributos negativos nunca se llega a buen puerto. Humildemente sugerimos aunar esfuerzos en la búsqueda de nuevas evidencias, intercambiar opiniones, corregir errores si los hubiere, escuchar a los que más saben, etc. etc.
Así, de esa forma, los historiadores mancomunados en una misma tarea, sin recelos ni apetencias personales de protagonismo, llegarían al logro del anhelo común, saber cada día más y mejor sobre los intrincados misterios que preocuparon por largos años a toda la población parquense y que aún no han sido aclarados debidamente, como tampoco lo fue la verdadera fecha en la cual se instalaron en el barrio los primeros vecinos. Más allá de las innumerables versiones sobre la compra del predio y el año de la construcción de la esbelta estructura de la calle Campana, que han sido siempre materia de discusión y desacuerdos, consenso y disentimientos.
Una búsqueda con escaso éxito
Pacientemente, en distintas oportunidades, en nuestra cotidiana tarea investigativa tratamos vanamente de conseguir información periodística acerca de lo ocurrido en aquel fatídico domingo 2 de abril de 1911. Para tal fin fueron consultados lo importantes y completos archivos que poseen los más prestigiosos diarios capitalinos de aquellos tiempos, y además en las grandes bibliotecas populares de Buenos Aires, agregándose otras también muy valiosas de patrimonio particular y privado.
A pesar de la intensa y prolongada búsqueda no fue posible encontrar notas de lo sucedido en la nombrada fecha.
Por consiguiente, hay que ajustarse a los dichos que provienen de venerados ancestros. Ellos dijeron en muchas ocasiones que el padre de la joven accidentada, prohibió terminantemente la publicación total o parcial de la catástrofe. Amistades de renombre y poderosos personajes de la época contribuyeron grandemente en su petición. De tal modo, todo intento por obtener noticias reales fue canalizado por narraciones y trascendidos de quienes con probada honorabilidad, decoro y deseos de colaboración, dejaron para la posteridad la confesión de los más ocultos secretos e informes que la historia pudo haber tenido en cuenta o no. En nuestro caso aceptamos a esa fuente de datos, pues la consideramos totalmente honrada y por lo tanto confiable. El libre albedrío que disfruta cada historiador hará que se oponga o dé su consentimiento a toda la información recibida.
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lunes, 30 de mayo de 2011
viernes, 27 de mayo de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XVII)
EL PALACIO EMBRUJADO
Con relación al último tramo de la parte XV de esta historia, cabe expresar que después de la conocida tragedia ocurrida sobre las vías ferroviarias de Villa del Parque y aproximadamente al cumplirse el primer aniversario de tan triste acontecimiento, comenzaron a comprobarse situaciones al margen de la normalidad: puertas y ventanas que se abrían y cerraban misteriosamente, caídas al suelo de floreros, frascos y elementos de la vajilla diaria, golpes en el piso en habitaciones totalmente vacías, imágenes de personas que traspasaban las paredes, ruidos extraños de origen desconocido, etc. Se efectuaron en distintas épocas varias investigaciones mediante la parapsicología, ciencia que estudia los fenómenos paranormales, aquellos considerados como manifestaciones sobrenaturales.
Una extrema curiosidad alteraba a todo el vecindario. También se acudió a otra corriente científica, el espiritismo, debido a que se pensó en determinado momento la utilidad de esa doctrina para comprender e ilustrar sobre los hechos raros y confusos que sucedían dentro del “Castillo de los Fantasmas” y sus alrededores.
En páginas anteriores se informa que alguien fue consultado para tal fin. Se ocupó del problema y dio luego una explicación creíble o no, pero de todos modos atendible y respetada: el “médium” señor D’Ángelo. En esas declaraciones decía puntualmente: “Todo humano posee un ser material donde se aloja su alma hasta el fin de su vida, luego abandona ese cuerpo y se transforma en una especie de envoltura etérea, invisible, que en ciertas ocasiones puede llegar a ser visible para nosotros, y además, advertir su presencia a través de la vista, el tacto y el oído. Los espíritus son distintos en cuanto a la moralidad, el poder y la inteligencia. Los hay de una clase superior por su perfección, amor al bien, pureza de sentimientos, y un claro acercamiento a Dios.
Otras, en cambio, aparecen en un plano inferior donde priorizan el orgullo, la envidia, la soberbia, complaciéndose en causar situaciones maléficas y malvadas a quienes aún pertenecen al mundo terrenal. Se los denomina duendes o espíritus impuros, capaces de entorpecer y causar desazón en el ánimo de cualquier encarnado. En esa equivocación que cometen se incluye también la producción de miedos y sobresaltos con el solo propósito de crear contratiempos, terror, discordia e infortunio, atrapados por mezquinas pasiones”.
Las afirmaciones del señor D’Ángelo continuaron así: “Es muy probable que los fenómenos paranormales observados en el palacio de la calle Campana hayan sido producto de la intervención de espíritus imperfectos, errantes, que aún no habían alcanzado la elevación y la pureza de las clases superiores”.
Quizás los mismos que impidieron de alguna manera el relato de la leyenda, que algunos periodistas intentaron iniciar durante las primeras décadas del pasado siglo XX, y que hoy (a pesar de la aparición de varias dificultades) se ha logrado finalmente su total narración.
UN EXTRAÑO Y CURIOSO EPISODIO
Año 1928 y el último mes lectivo de la escuela primaria “Caras y Caretas” situada en la calle Bahía Blanca 2246 cerca de una importante arteria; Jonte. Aproximadamente treinta alumnos asistían al curso de Tercer Grado. Eran chicos pertenecientes a los barrios de Monte Castro y Villa del Parque, debido a su proximidad con ese instituto de enseñanza. Todos integrantes de laboriosas familias de la zona y de modesta condición social, cuya máxima preocupación era la correcta educación de sus hijos.
Por su esmerada dedicación al estudio y el buen comportamiento durante todo ese año la maestra los premiaba con un viaje al interesante “Museo Histórico Nacional” y al “Parque Lezama”. Después de una hermosa clase sobre historia argentina la docente, Silvia Gold, hizo el anuncio. Los pequeños estudiantes recibieron con mucha alegría la feliz noticia. Llegó por fin el día indicado y en horas de la mañana de una excepcional jornada de primavera, estacionó frente a la escuela un amplio vehículo denominado en esa época “bañadera”, donde se instalaron cómodamente la totalidad de los niños que realizarían el paseo. El bullicio infantil, la sana alegría y la auténtica felicidad cubrían todo el ámbito del colegio y sus adyacencias. Nada hacía presumir alguna anormalidad o inconveniente, pues todo se desarrollaba de acuerdo a lo previsto.
Ya próximos a partir la algarabía reinaba dentro de aquel inquieto conjunto escolar. De pronto, algunos familiares de los chicos presentes iniciaron una conversación mencionando al trágico accidento ocurrido en 1911, donde perdieron la vida Lucía y Ángel. Luego de esa referencia, casi instantáneamente en las dependencias interiores de la escuela, el portero y su esposa alejados y ajenos a lo que sucedía frente al edificio, sufrieron una repentina descompensación con fuertes dolores de cabeza y vómitos. Varias personas que se acercaron solidariamente en su ayuda a los pocos instantes padecían de los mismos síntomas. Todo tuvo una duración aproximada de una hora. La oportunidad nula de acudir a los servicios médicos que no existían en la zona en aquellos tiempos quizás agravó la situación.
En definitiva, los chicos perdieron el paseo y la amargura se vio registrada en todos los rostros que no disimulaban su disgusto, frustración y justificada pena. ¿Qué es lo que había pasado?, ¿fue obra de la casualidad?, ¿hay alguna respuesta capaz de disipar dudas?. Lo cierto y real es que fue un extraño y curioso episodio.
Con relación al último tramo de la parte XV de esta historia, cabe expresar que después de la conocida tragedia ocurrida sobre las vías ferroviarias de Villa del Parque y aproximadamente al cumplirse el primer aniversario de tan triste acontecimiento, comenzaron a comprobarse situaciones al margen de la normalidad: puertas y ventanas que se abrían y cerraban misteriosamente, caídas al suelo de floreros, frascos y elementos de la vajilla diaria, golpes en el piso en habitaciones totalmente vacías, imágenes de personas que traspasaban las paredes, ruidos extraños de origen desconocido, etc. Se efectuaron en distintas épocas varias investigaciones mediante la parapsicología, ciencia que estudia los fenómenos paranormales, aquellos considerados como manifestaciones sobrenaturales.
Una extrema curiosidad alteraba a todo el vecindario. También se acudió a otra corriente científica, el espiritismo, debido a que se pensó en determinado momento la utilidad de esa doctrina para comprender e ilustrar sobre los hechos raros y confusos que sucedían dentro del “Castillo de los Fantasmas” y sus alrededores.
En páginas anteriores se informa que alguien fue consultado para tal fin. Se ocupó del problema y dio luego una explicación creíble o no, pero de todos modos atendible y respetada: el “médium” señor D’Ángelo. En esas declaraciones decía puntualmente: “Todo humano posee un ser material donde se aloja su alma hasta el fin de su vida, luego abandona ese cuerpo y se transforma en una especie de envoltura etérea, invisible, que en ciertas ocasiones puede llegar a ser visible para nosotros, y además, advertir su presencia a través de la vista, el tacto y el oído. Los espíritus son distintos en cuanto a la moralidad, el poder y la inteligencia. Los hay de una clase superior por su perfección, amor al bien, pureza de sentimientos, y un claro acercamiento a Dios.
Otras, en cambio, aparecen en un plano inferior donde priorizan el orgullo, la envidia, la soberbia, complaciéndose en causar situaciones maléficas y malvadas a quienes aún pertenecen al mundo terrenal. Se los denomina duendes o espíritus impuros, capaces de entorpecer y causar desazón en el ánimo de cualquier encarnado. En esa equivocación que cometen se incluye también la producción de miedos y sobresaltos con el solo propósito de crear contratiempos, terror, discordia e infortunio, atrapados por mezquinas pasiones”.
Las afirmaciones del señor D’Ángelo continuaron así: “Es muy probable que los fenómenos paranormales observados en el palacio de la calle Campana hayan sido producto de la intervención de espíritus imperfectos, errantes, que aún no habían alcanzado la elevación y la pureza de las clases superiores”.
Quizás los mismos que impidieron de alguna manera el relato de la leyenda, que algunos periodistas intentaron iniciar durante las primeras décadas del pasado siglo XX, y que hoy (a pesar de la aparición de varias dificultades) se ha logrado finalmente su total narración.
UN EXTRAÑO Y CURIOSO EPISODIO
Año 1928 y el último mes lectivo de la escuela primaria “Caras y Caretas” situada en la calle Bahía Blanca 2246 cerca de una importante arteria; Jonte. Aproximadamente treinta alumnos asistían al curso de Tercer Grado. Eran chicos pertenecientes a los barrios de Monte Castro y Villa del Parque, debido a su proximidad con ese instituto de enseñanza. Todos integrantes de laboriosas familias de la zona y de modesta condición social, cuya máxima preocupación era la correcta educación de sus hijos.
Por su esmerada dedicación al estudio y el buen comportamiento durante todo ese año la maestra los premiaba con un viaje al interesante “Museo Histórico Nacional” y al “Parque Lezama”. Después de una hermosa clase sobre historia argentina la docente, Silvia Gold, hizo el anuncio. Los pequeños estudiantes recibieron con mucha alegría la feliz noticia. Llegó por fin el día indicado y en horas de la mañana de una excepcional jornada de primavera, estacionó frente a la escuela un amplio vehículo denominado en esa época “bañadera”, donde se instalaron cómodamente la totalidad de los niños que realizarían el paseo. El bullicio infantil, la sana alegría y la auténtica felicidad cubrían todo el ámbito del colegio y sus adyacencias. Nada hacía presumir alguna anormalidad o inconveniente, pues todo se desarrollaba de acuerdo a lo previsto.
Ya próximos a partir la algarabía reinaba dentro de aquel inquieto conjunto escolar. De pronto, algunos familiares de los chicos presentes iniciaron una conversación mencionando al trágico accidento ocurrido en 1911, donde perdieron la vida Lucía y Ángel. Luego de esa referencia, casi instantáneamente en las dependencias interiores de la escuela, el portero y su esposa alejados y ajenos a lo que sucedía frente al edificio, sufrieron una repentina descompensación con fuertes dolores de cabeza y vómitos. Varias personas que se acercaron solidariamente en su ayuda a los pocos instantes padecían de los mismos síntomas. Todo tuvo una duración aproximada de una hora. La oportunidad nula de acudir a los servicios médicos que no existían en la zona en aquellos tiempos quizás agravó la situación.
En definitiva, los chicos perdieron el paseo y la amargura se vio registrada en todos los rostros que no disimulaban su disgusto, frustración y justificada pena. ¿Qué es lo que había pasado?, ¿fue obra de la casualidad?, ¿hay alguna respuesta capaz de disipar dudas?. Lo cierto y real es que fue un extraño y curioso episodio.
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martes, 24 de mayo de 2011
TOMASITO (I)
por “El Zorzal” (ISABELINO ESPINOSA)
Villa del Parque es un populoso barrio porteño y como muchos otros, tiene una historia rica en acontecimientos de importante significación, digno de originar un relato. Contaremos uno de ellos; real, emotivo, nostálgico. Ocurrió durante las primeras décadas del siglo XX.
El fútbol ya era pasión en los chicos de entonces, y lo jugaban diariamente a la salida de la escuela, en los inmensos baldío de la zona. Cada cual tenía su club predilecto, y también su ídolo a quién trataba de imitar, con la inocultable ansia de ser algún día como él, con su fama y características…
La presente narración rescata del pasado la figura de un personaje que pudo finalmente concretar el sueño de muchos de aquellos chiquilines, en eso lejanos tiempos de expectativas y añoranzas.
Su nombre era Tomás, pero desde muy pequeño, todos lo llamaban utlizando el diminutivo: “TOMASITO”. Sus padres simpatizaban con el más popular de los deportes: el fútbol. Ellos querían, desde su nacimiento, que su hijo algún día fuese futbolista, un sueño que ambos no ocultaron en ningún momento, y que constantemente daban a conocer a quienes lo quisieran escuchar.
El chico fue creciendo normalmente y con el correr del tiempo, quizá por influencia de sus progenitores, fue haciendo de sus preferencias la posesión de una pelota, desechando por ese motivo costosos e importantes juguetes.
Luego llegó la época de su ingreso al ciclo de estudios primario, y años más tarde Tomasito era por sus condiciones futbolísticas, integrante obligado del equipo representativo de su escuela. A pesar de su corta edad poseía aptitudes que lo destacaban sobre el resto de los alumnos. Hábil con la pelota, y diestro en el manejo de ambas piernas causaba una lógica admiración, constituyéndose en un elemento fundamental dentro del conjunto escolar.
(Continuará)
Villa del Parque es un populoso barrio porteño y como muchos otros, tiene una historia rica en acontecimientos de importante significación, digno de originar un relato. Contaremos uno de ellos; real, emotivo, nostálgico. Ocurrió durante las primeras décadas del siglo XX.
El fútbol ya era pasión en los chicos de entonces, y lo jugaban diariamente a la salida de la escuela, en los inmensos baldío de la zona. Cada cual tenía su club predilecto, y también su ídolo a quién trataba de imitar, con la inocultable ansia de ser algún día como él, con su fama y características…
La presente narración rescata del pasado la figura de un personaje que pudo finalmente concretar el sueño de muchos de aquellos chiquilines, en eso lejanos tiempos de expectativas y añoranzas.
Su nombre era Tomás, pero desde muy pequeño, todos lo llamaban utlizando el diminutivo: “TOMASITO”. Sus padres simpatizaban con el más popular de los deportes: el fútbol. Ellos querían, desde su nacimiento, que su hijo algún día fuese futbolista, un sueño que ambos no ocultaron en ningún momento, y que constantemente daban a conocer a quienes lo quisieran escuchar.
El chico fue creciendo normalmente y con el correr del tiempo, quizá por influencia de sus progenitores, fue haciendo de sus preferencias la posesión de una pelota, desechando por ese motivo costosos e importantes juguetes.
Luego llegó la época de su ingreso al ciclo de estudios primario, y años más tarde Tomasito era por sus condiciones futbolísticas, integrante obligado del equipo representativo de su escuela. A pesar de su corta edad poseía aptitudes que lo destacaban sobre el resto de los alumnos. Hábil con la pelota, y diestro en el manejo de ambas piernas causaba una lógica admiración, constituyéndose en un elemento fundamental dentro del conjunto escolar.
(Continuará)
martes, 17 de mayo de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XVI)
Algunas amistades del señor Giordano
Para agregar a la apasionante historia del castillo que atañe a uno de sus principales protagonistas, relataremos ciertos hechos confirmados por quienes tuvieron oportunidad de frecuentar su amistad durante varios años, conociendo su modo de actuar, sus características principales, sus virtudes y defectos y el círculo de amistades que lo rodeaba formando un particular entorno.
A través del tiempo, quienes conocieron a don Rafael Giordano supieron de su natural e innegable nobleza y bondad. Poseedor de un espíritu amplio, sensible y fraternalmente humano. El altruismo, la cooperación, el progreso, traducían su modo de ser. Si bien es cierto que cuando debía enfrentarse a una situación límite, desagradable y conflictiva, se convertía en una especie de volcán en erupción quizás por su carácter impulsivo y desconfiado, que ensombrecía de alguna manera sus demás elogiables hábitos, Sin embargo, por su natural carisma siempre creaba nuevas amistades.
Nunca discriminaba a nadie, pues tuvo grandes amigos entre la gente de condición modesta que lo admiraba incondicionalmente y al mismo tiempo cultivaba el aprecio de personas incluidas en las más altas capas sociales, donde era posible verificar la presencia de artistas, destacadas personalidades en la política, la banca, el periodismo y el deporte.
La innumerable lista podría comenzar con el famosísimo tenor Don Enrico Caruso y el gran director de orquesta Arturo Toscanini, ambos actuaron en nuestro Teatro Colón. Alfredo Lázzari celebrado pintor con quién evocaba frecuentemente la vida de su antepasado Lucas Giordano (1632-1705), Césare Lombroso creador de la criminología. Pero no solo eran sus amigos personajes italianos. El Dr. Alfredo Palacios diputado por el Partido Socialista, Samuel Alberú, director del diario "El Nacional", José Luis Murature periodista y abogado. Isabelino Díaz y Domingo Torterolo jockeys de nuestros hipódromos. Enrique García Velloso, Vicente Martínez Cuitiño y Roberto Cayol, de la Sociedad Argentina de Autores. Futbolistas del plantel del club "Alumni", banqueros, financistas, industriales, entre otros.
Como se puede apreciar leyendo la nómina antedicha, don Rafael fue en su tiempo un hombre adinerado, pero además, muy vinculado a gente importante, muchos de los cuales dueños de cuantiosas fortunas, y algunos de gran nombradía dentro de sus respectivas actividades. Era frecuente verlo junto a sus amistades en reuniones de negocios amables tertulias placenteras en instituciones sociales, congresos de comunidades, espectáculos deportivos, etc. Indudablemente, su personalidad inquieta y vehemente lo impulsaba a estar constantemente en acción. No soportaba el sosiego absoluto, por lo tanto siempre estaba presente en lugares donde podría, si lo deseara, derivar en terceros determinada actividad. Hasta aquí una breve semblanza de don Rafael Giordano.
La señora Vittoria, su hija Lucia y Ángel Lemos
La señora Vittoria D' Olivi fue una mujer muy generosa, altruista, afectuosa y fiel. Con esas características fue siempre la animosa y leal compañera que tuvo a su lado don Rafael Giordano. Supo sobrellevar la más ardua lucha acompañando a su esposo en sus múltiples actividades. Si bien no toleró nunca las humillaciones, minimizó muchas veces las actitudes casi insostenibles de su marido. Consideró siempre que su matrimonio había sido feliz a pesar de algunos inconvenientes sin real importancia. Por eso lo siguió hasta el fin.
Lucia Giordano
Quiénes conocieron a Lucía Giordano coincidieron en afirmar que fue una chica sensacional, de modales encantadores que vivía con plena felicidad y en total armonía con su entorno. En determinado momento entabló una relación dichosa, agradable, casi perfecta con su novio Ángel Lemos. Su existencia se deslizaba con el candor infantil del que marcha ciegamente ante los valores espirituales de su ser amado, y no pensó nunca en los posibles estragos emocionales que le pudo ocasionar. Heredó de sus padres la abnegación y la sincera preocupación por el bien de los demás. Colaboró siempre con entidades de bien público y lo hizo sin ostentación evitando todo tipo de alabanzas. Desafortunadamente, sus sueños no lograron concretarse, la fatalidad truncó todos los deseos de formar un matrimonio bien consolidado, felíz y duradero.
Ángel Lemos
Su carácter se acoplaba magníficamente a los de su novia Lucía. Armonioso, sensible y refinado. Amante de la música y la pintura, pero además, le agradó la ciencia y por ese motivo en cierta oportunidad se inscribió en la facultad de Medicina de nuestra Capital para obtener finalmente el título de farmacéutico. Al mismo tiempo sus estudios de violín le proporcionaron un brillante diploma de fin de curso. También le encantaba la práctica de varios deportes el fútbol en primer lugar que practicaba como aficionado en diversos baldíos de la ciudad. El tenis lo disputaba en el "Buenos Aires Lawn Tennis Club" y en el remo pertenecía a la tripulación del "Buenos Aires Rowing Club". Por algunos años fue asociado del "Touring Club Argentino".
Igual que su novia tenía auspiciosos proyectos para concretar luego de realizado el casamiento. Acudiría a sus ahorros y a la prometida ayuda de sus familiares más cercanos para efectuar un emprendimiento provechoso para sus finanzas. Todo estaba planeado debidamente sin ningún margen de error. Por lo que él cría en el éxito de su idea sin pensar ni remotamente en el fracaso. El destino echó por tierra la totalidad de sus anhelos, de sus esperanzas, de sus ambiciones.
Para agregar a la apasionante historia del castillo que atañe a uno de sus principales protagonistas, relataremos ciertos hechos confirmados por quienes tuvieron oportunidad de frecuentar su amistad durante varios años, conociendo su modo de actuar, sus características principales, sus virtudes y defectos y el círculo de amistades que lo rodeaba formando un particular entorno.
A través del tiempo, quienes conocieron a don Rafael Giordano supieron de su natural e innegable nobleza y bondad. Poseedor de un espíritu amplio, sensible y fraternalmente humano. El altruismo, la cooperación, el progreso, traducían su modo de ser. Si bien es cierto que cuando debía enfrentarse a una situación límite, desagradable y conflictiva, se convertía en una especie de volcán en erupción quizás por su carácter impulsivo y desconfiado, que ensombrecía de alguna manera sus demás elogiables hábitos, Sin embargo, por su natural carisma siempre creaba nuevas amistades.
Nunca discriminaba a nadie, pues tuvo grandes amigos entre la gente de condición modesta que lo admiraba incondicionalmente y al mismo tiempo cultivaba el aprecio de personas incluidas en las más altas capas sociales, donde era posible verificar la presencia de artistas, destacadas personalidades en la política, la banca, el periodismo y el deporte.
La innumerable lista podría comenzar con el famosísimo tenor Don Enrico Caruso y el gran director de orquesta Arturo Toscanini, ambos actuaron en nuestro Teatro Colón. Alfredo Lázzari celebrado pintor con quién evocaba frecuentemente la vida de su antepasado Lucas Giordano (1632-1705), Césare Lombroso creador de la criminología. Pero no solo eran sus amigos personajes italianos. El Dr. Alfredo Palacios diputado por el Partido Socialista, Samuel Alberú, director del diario "El Nacional", José Luis Murature periodista y abogado. Isabelino Díaz y Domingo Torterolo jockeys de nuestros hipódromos. Enrique García Velloso, Vicente Martínez Cuitiño y Roberto Cayol, de la Sociedad Argentina de Autores. Futbolistas del plantel del club "Alumni", banqueros, financistas, industriales, entre otros.
Como se puede apreciar leyendo la nómina antedicha, don Rafael fue en su tiempo un hombre adinerado, pero además, muy vinculado a gente importante, muchos de los cuales dueños de cuantiosas fortunas, y algunos de gran nombradía dentro de sus respectivas actividades. Era frecuente verlo junto a sus amistades en reuniones de negocios amables tertulias placenteras en instituciones sociales, congresos de comunidades, espectáculos deportivos, etc. Indudablemente, su personalidad inquieta y vehemente lo impulsaba a estar constantemente en acción. No soportaba el sosiego absoluto, por lo tanto siempre estaba presente en lugares donde podría, si lo deseara, derivar en terceros determinada actividad. Hasta aquí una breve semblanza de don Rafael Giordano.
La señora Vittoria, su hija Lucia y Ángel Lemos
La señora Vittoria D' Olivi fue una mujer muy generosa, altruista, afectuosa y fiel. Con esas características fue siempre la animosa y leal compañera que tuvo a su lado don Rafael Giordano. Supo sobrellevar la más ardua lucha acompañando a su esposo en sus múltiples actividades. Si bien no toleró nunca las humillaciones, minimizó muchas veces las actitudes casi insostenibles de su marido. Consideró siempre que su matrimonio había sido feliz a pesar de algunos inconvenientes sin real importancia. Por eso lo siguió hasta el fin.
Lucia Giordano
Quiénes conocieron a Lucía Giordano coincidieron en afirmar que fue una chica sensacional, de modales encantadores que vivía con plena felicidad y en total armonía con su entorno. En determinado momento entabló una relación dichosa, agradable, casi perfecta con su novio Ángel Lemos. Su existencia se deslizaba con el candor infantil del que marcha ciegamente ante los valores espirituales de su ser amado, y no pensó nunca en los posibles estragos emocionales que le pudo ocasionar. Heredó de sus padres la abnegación y la sincera preocupación por el bien de los demás. Colaboró siempre con entidades de bien público y lo hizo sin ostentación evitando todo tipo de alabanzas. Desafortunadamente, sus sueños no lograron concretarse, la fatalidad truncó todos los deseos de formar un matrimonio bien consolidado, felíz y duradero.
Ángel Lemos
Su carácter se acoplaba magníficamente a los de su novia Lucía. Armonioso, sensible y refinado. Amante de la música y la pintura, pero además, le agradó la ciencia y por ese motivo en cierta oportunidad se inscribió en la facultad de Medicina de nuestra Capital para obtener finalmente el título de farmacéutico. Al mismo tiempo sus estudios de violín le proporcionaron un brillante diploma de fin de curso. También le encantaba la práctica de varios deportes el fútbol en primer lugar que practicaba como aficionado en diversos baldíos de la ciudad. El tenis lo disputaba en el "Buenos Aires Lawn Tennis Club" y en el remo pertenecía a la tripulación del "Buenos Aires Rowing Club". Por algunos años fue asociado del "Touring Club Argentino".
Igual que su novia tenía auspiciosos proyectos para concretar luego de realizado el casamiento. Acudiría a sus ahorros y a la prometida ayuda de sus familiares más cercanos para efectuar un emprendimiento provechoso para sus finanzas. Todo estaba planeado debidamente sin ningún margen de error. Por lo que él cría en el éxito de su idea sin pensar ni remotamente en el fracaso. El destino echó por tierra la totalidad de sus anhelos, de sus esperanzas, de sus ambiciones.
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miércoles, 27 de abril de 2011
NATALIA
Con sincero afecto miraste mis ojos
como si vivieras una gran pasión
pero al ocultarme aquel sentimiento
sentí que llegaba mi desilusión.
Tal vez mis anhelos sólo sean quimeras
quizás nunca logre conquistar tu amor
algún día el destino dirá su palabra
ofreciendo dicha, o pena y dolor.
Tu hermosa figura, querida NATALIA
inspiran mis versos, que sos para vos.
Pequé, soy consciente, busqué tu cariño
pido humildemente el perdón de DIOS.
Te espero muy pronto, no dejes de verme
con lindas promesas que me hagan soñar
vivir un idilio romántico y bello
y alejar las penas que quiero olvidar.
como si vivieras una gran pasión
pero al ocultarme aquel sentimiento
sentí que llegaba mi desilusión.
Tal vez mis anhelos sólo sean quimeras
quizás nunca logre conquistar tu amor
algún día el destino dirá su palabra
ofreciendo dicha, o pena y dolor.
Tu hermosa figura, querida NATALIA
inspiran mis versos, que sos para vos.
Pequé, soy consciente, busqué tu cariño
pido humildemente el perdón de DIOS.
Te espero muy pronto, no dejes de verme
con lindas promesas que me hagan soñar
vivir un idilio romántico y bello
y alejar las penas que quiero olvidar.
jueves, 14 de abril de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XV)
NOTICIAS Y RECUERDOS QUE LLEGAN DEL PASADO
Es probable que el relator actual de esta leyenda haya cometido con sus notas cierto tipo de infidencia, al dar a conocer muchos aspectos desconocidos y secretos de personas que ya no están, y correspondientes a épocas muy lejanas, pero al respecto podemos afirmar que siempre fue así. Es bien sabido que todo tipo de historia es contada por alguien para la posteridad, sin haber estado presente en los lugares y en el tiempo donde se desarrollaron los hechos.
Generalmente se recurre a antiguos escritos y narraciones que efectuaron antepasados. Esas fuentes de información son consideradas absolutamente serias y confiables, dignas de la mayor fe. Por ellas se logró saber que mucho se hablaba en aquellos tiempos del poder económico de don Rafael Giordano aunque muy pocos conocían realmente su actividad específica, y nadie se atrevía (a pesar de ser él una persona simpática y amable), a efectuarle preguntas al respecto, de manera que ese tipo de información no llegaba a sus vecinos.
Sin embargo, en alguna ocasión pudo filtrarse una noticia que daba cuenta de sus importantes depósitos de dinero en entidades bancarias capitalinas: "Banco de Italia y Río de la Plata" Bartolomé Mitre 434 y a pocos metros de éste el "Banco Popular Italiano" sobre la misma calle con el número 464, y también en el "Nuevo Banco Italiano" de Reconquista N° 6 y su sucursal en Almirante Brown 1335 en el barrio de la Boca, muy cerca del tradicional Riachuelo, de la Vuelta de Rocha y el puente Nicolás Avellaneda.
Poseía además, amistades importantes dentro del ambiente deportivo de entonces y también en la política. Esos contactos le facilitaron en algunas oportunidades la pronta y feliz concreción de sus planes. Por ser un auténtico filántropo y demostrar cotidianamente su simpatía y afecto hacia el prójimo, tuvo mucha gente a su favor de todas las escalas sociales, que frecuentemente se unía a él para el éxito de sus innumerables proyectos, de índole diversa.
PRIMITIVOS VECINOS DE VILLA DEL PARQUE
Transcurría el año 1904 cuando arribó a Buenos Aires el ciudadano uruguayo don Tomás Espinosa. Llegaba desde la llamada Banda Oriental donde con cierta frecuencia se producían enfrentamientos armados entre dos fracciones políticas, evidentemente irreconciliables, "Blancos" y "colorados". Hastiado de esas luchas estériles entre compatriotas, en las cuales intervino muchas veces integrando las filas del partido "Blanco". Con sus juveniles 27 años (había nacido en 1877) cruzó el Río de la Plata en busca de paz y trabajo. Logrados esos objetivos, dos años más tarde y pensando en sus futuro compró un lote de terreno en el remate inicial de la firma Guerrico y Williams. Estaba ubicado cerca de la calle Nogoyá y Avenida San Martín. Había concurrido allí en compañía de un joven llamado Manuel Rigueiro, hermano de quien luego sería su esposa de toda la vida y de nombre Consuelo.
Durante esa subasta conocieron en forma casual al señor Rafael Giordano que había concurrido al citado remate como eventual adquiriente de tierras en esa parte del futuro Villa del Parque. La charla intrascendente de aquella tarde se transformó enseguida en una real y sincera amistad. Fue la concreción de un afecto desinteresado que el matrimonio Giordano-D'Olivi supo valorar debidamente porque era recíproco.
Manuel y Tomás obtuvieron muchas veces importantes datos familiares de la pareja italiana y de sus consuegros; Lemos y López Fernández.
También fueron en 1910 espectadores privilegiados desde la parte alta del castillo, del majestuoso cometa "Halley" durante el tiempo que apareció a la vista de los azorados ciudadanos porteños. Después tuvieron la prerrogativa de ser invitados a los festejos de la boda de Lucía y Ángel, que terminó en una horrenda catástrofe donde los novios perdieron la vida, y luego un mes y medio después, el miércoles 10 de mayo de 1911 se produjo otro hecho luctuoso del que fue víctima uno de los concurrentes de la mencionada fiesta. En el día nombrado falleció a causa de un fortuito accidente laboral el ya mencionado joven Manuel Regueiro.
En un principio nadie relacionó esa desgraciada y lamentable circunstancia a designios fatídicos, a diabólicos mensajes, pero con el transcurso del tiempo y al producirse algunos hechos incomprensibles y de dudoso origen que preocuparon seriamente a todo el vecindario, comenzaron a difundirse los más variados comentarios y opiniones al respecto, que incluían la llegada de influencias extrañas y malévolas que atacaban y destruían la existencia de cualquier ser humano.
Quizás no haya sido del todo así, pero es indudable que después del conocido accidente de las vías ferroviarias, una fuerza invisible y negativa rondaba por muchos sitios de nuestro barrio. Más allá de toda superstición, creencia o incredulidad sobre comprobados sucesos insólitos, debemos admitir que algo pasaba en la zona; totalmente anormal y llamativo, preocupante y misterioso que no tenía explicación alguna y sin solución de continuidad durante muchos años en “El Castillo de los Bichos”, en la calle Campana.
Es probable que el relator actual de esta leyenda haya cometido con sus notas cierto tipo de infidencia, al dar a conocer muchos aspectos desconocidos y secretos de personas que ya no están, y correspondientes a épocas muy lejanas, pero al respecto podemos afirmar que siempre fue así. Es bien sabido que todo tipo de historia es contada por alguien para la posteridad, sin haber estado presente en los lugares y en el tiempo donde se desarrollaron los hechos.
Generalmente se recurre a antiguos escritos y narraciones que efectuaron antepasados. Esas fuentes de información son consideradas absolutamente serias y confiables, dignas de la mayor fe. Por ellas se logró saber que mucho se hablaba en aquellos tiempos del poder económico de don Rafael Giordano aunque muy pocos conocían realmente su actividad específica, y nadie se atrevía (a pesar de ser él una persona simpática y amable), a efectuarle preguntas al respecto, de manera que ese tipo de información no llegaba a sus vecinos.
Sin embargo, en alguna ocasión pudo filtrarse una noticia que daba cuenta de sus importantes depósitos de dinero en entidades bancarias capitalinas: "Banco de Italia y Río de la Plata" Bartolomé Mitre 434 y a pocos metros de éste el "Banco Popular Italiano" sobre la misma calle con el número 464, y también en el "Nuevo Banco Italiano" de Reconquista N° 6 y su sucursal en Almirante Brown 1335 en el barrio de la Boca, muy cerca del tradicional Riachuelo, de la Vuelta de Rocha y el puente Nicolás Avellaneda.
Poseía además, amistades importantes dentro del ambiente deportivo de entonces y también en la política. Esos contactos le facilitaron en algunas oportunidades la pronta y feliz concreción de sus planes. Por ser un auténtico filántropo y demostrar cotidianamente su simpatía y afecto hacia el prójimo, tuvo mucha gente a su favor de todas las escalas sociales, que frecuentemente se unía a él para el éxito de sus innumerables proyectos, de índole diversa.
PRIMITIVOS VECINOS DE VILLA DEL PARQUE
Transcurría el año 1904 cuando arribó a Buenos Aires el ciudadano uruguayo don Tomás Espinosa. Llegaba desde la llamada Banda Oriental donde con cierta frecuencia se producían enfrentamientos armados entre dos fracciones políticas, evidentemente irreconciliables, "Blancos" y "colorados". Hastiado de esas luchas estériles entre compatriotas, en las cuales intervino muchas veces integrando las filas del partido "Blanco". Con sus juveniles 27 años (había nacido en 1877) cruzó el Río de la Plata en busca de paz y trabajo. Logrados esos objetivos, dos años más tarde y pensando en sus futuro compró un lote de terreno en el remate inicial de la firma Guerrico y Williams. Estaba ubicado cerca de la calle Nogoyá y Avenida San Martín. Había concurrido allí en compañía de un joven llamado Manuel Rigueiro, hermano de quien luego sería su esposa de toda la vida y de nombre Consuelo.
Durante esa subasta conocieron en forma casual al señor Rafael Giordano que había concurrido al citado remate como eventual adquiriente de tierras en esa parte del futuro Villa del Parque. La charla intrascendente de aquella tarde se transformó enseguida en una real y sincera amistad. Fue la concreción de un afecto desinteresado que el matrimonio Giordano-D'Olivi supo valorar debidamente porque era recíproco.
Manuel y Tomás obtuvieron muchas veces importantes datos familiares de la pareja italiana y de sus consuegros; Lemos y López Fernández.
También fueron en 1910 espectadores privilegiados desde la parte alta del castillo, del majestuoso cometa "Halley" durante el tiempo que apareció a la vista de los azorados ciudadanos porteños. Después tuvieron la prerrogativa de ser invitados a los festejos de la boda de Lucía y Ángel, que terminó en una horrenda catástrofe donde los novios perdieron la vida, y luego un mes y medio después, el miércoles 10 de mayo de 1911 se produjo otro hecho luctuoso del que fue víctima uno de los concurrentes de la mencionada fiesta. En el día nombrado falleció a causa de un fortuito accidente laboral el ya mencionado joven Manuel Regueiro.
En un principio nadie relacionó esa desgraciada y lamentable circunstancia a designios fatídicos, a diabólicos mensajes, pero con el transcurso del tiempo y al producirse algunos hechos incomprensibles y de dudoso origen que preocuparon seriamente a todo el vecindario, comenzaron a difundirse los más variados comentarios y opiniones al respecto, que incluían la llegada de influencias extrañas y malévolas que atacaban y destruían la existencia de cualquier ser humano.
Quizás no haya sido del todo así, pero es indudable que después del conocido accidente de las vías ferroviarias, una fuerza invisible y negativa rondaba por muchos sitios de nuestro barrio. Más allá de toda superstición, creencia o incredulidad sobre comprobados sucesos insólitos, debemos admitir que algo pasaba en la zona; totalmente anormal y llamativo, preocupante y misterioso que no tenía explicación alguna y sin solución de continuidad durante muchos años en “El Castillo de los Bichos”, en la calle Campana.
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viernes, 11 de marzo de 2011
- RECORDÁNDOTE -
Yo estaba padeciendo la angustia de mis penas
ambulaba sin rumbo buscando compresión
de pronto, aquel encuentro, tal vez inesperado
y una tenue alegría vibró en mi corazón.
Recuerdo, me dijiste, al mirarme a los ojos
“no sé que es lo que siento, no lo puedo explicar”
quizá fue un sentimiento que no debe expresarse
muchacha, te comprendo… pero prefiero soñar.
Te fuiste, no lo olvido, aquella noche de octubre
y regresó el desconsuelo, ese “amigo” el gran traidor
culpando a mi cruel destino porque nunca retornaste
hoy estoy triste y muy solo sufriendo mi dolor.
ambulaba sin rumbo buscando compresión
de pronto, aquel encuentro, tal vez inesperado
y una tenue alegría vibró en mi corazón.
Recuerdo, me dijiste, al mirarme a los ojos
“no sé que es lo que siento, no lo puedo explicar”
quizá fue un sentimiento que no debe expresarse
muchacha, te comprendo… pero prefiero soñar.
Te fuiste, no lo olvido, aquella noche de octubre
y regresó el desconsuelo, ese “amigo” el gran traidor
culpando a mi cruel destino porque nunca retornaste
hoy estoy triste y muy solo sufriendo mi dolor.
viernes, 25 de febrero de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XIV)
HECHOS Y SITUACIONES INSOLITAS
La señora Rosario Velasco en diversas oportunidades dio a conocer interesantes anécdotas e importantes sucedidos, a los que tuvo acceso durante su estadía como empleada de la mansión de la calle Campana, desde 1925 hasta el fin del año 1929. Mencionaba en sus recuerdos de aquella época, pasajes inéditos de su vida y de su entorno. Escuchó relatos espeluznantes y casi increíbles de parte de algún protagonista de actos ocurridos en el barrio parquense, mientras efectuaba su tarea diaria. Así pudo enterarse, de grandes e inimaginables secretos del "Castillo de los Fantasma".
Allí y mediante la palabra de un recordado vecino de la zona, don Domingo Russomando (luego directivo del "Club Villa del Parque" de la calle Nogoyá 3045). Por él se supo la fecha exacta en la cual el matrimonio de Rafael Giordano y Vittoria d'Olivi partió hacia Europa, fue el 7 de octubre de 1913. Siempre se afirmó que la única causa de tal alejamiento había sido la irreparable pérdida de su hija Lucía y su esposo Ángel Lemos en el conocido accidente, pero después hubo un motivo adicional en esa decisión que daremos a conocer en los presentes relatos.
Aparentemente don Rafael y su esposa Vittoria, que luego de la tragedia pasaron a domiciliarse en una casona de la calle Tucumán entre Carlos Pellegrini y Cerrito, sufrieron momentos preocupantes.
De acuerdo a dichos del Sr. Russomando (su padres eran amigos de la pareja) ocurrió algo inesperado, confuso e inverosímil. Transcurrían los primeros días del mes de abril de 1913 y se cumplían ya dos años de la desaparición de los novios. Sus padres que nunca antes habían vivido situaciones raras o misteriosas, de pronto, en determinada hora de la madrugada mientras descansaban en su confortable dormitorio, oyeron en medio de un total silencio, un inexplicable y leve ruido, semejante al que produce una puerta al abrirse. Despertaron bruscamente, encendieron la luz de la habitación y no hallaron la causa del inesperado sonido.
Todo estaba en orden y nada anormal se advertía en su alrededor. A pesar del natural nerviosismo del momento intentaron dormir nuevamente sin conseguirlo. Y mientras comentaban lo sucedido minutos antes, otro hecho deslumbrante y sin explicación alguna sucedió en el mismo lugar. Fue la súbita aparición de una figura femenina, transparente, espectral, junto a la de un joven que la acompañaba. La etérea imagen de ambos les resultaba familiar, muy conocida y amada. Rafael y Vittoria no dudaron un solo instante, era Lucía, su idolatrada hija y su esposo Ángel, qué venían a su encuentro. El matrimonio a su vez no podía creer lo que estaba pasando.
Don Rafael, según su posterior testimonio, mantenía una tranquilidad aparente que se transformó enseguida en nerviosa curiosidad: "¿cómo puede suceder esto? ¿estaré volviéndome loco?", pensó en voz alta y dirigiéndose a esa aparición dijo casi a gritos: "¡Lucía!, ¡Ángel!, ustedes están muertos desde hace dos años, no me explico cómo están ahora aquí. ¡esto es totalmente imposible!”. Y continuó hablándoles, mientras los jóvenes lo miraban fijamente, en apariencia, sin darle mayor importancia a su estado de ánimo.
Mientras tanto la señora Vittoria observaba la escena sin poder articular una sola palabra, apoyada sobre una de las paredes de la habitación y a punto de desmayarse.
Recordaba don Rafael, luego, que en cierto momento dijo: ¿puedo saber cómo consiguieron dejar el denominado "mundo espiritual" y presentarse aquí de esa manera?
Sin hacerse esperar Ángel respondió: “Guiados por seres superiores del ‘otro mundo’ como lo nombran ustedes, venimos a la Tierra frecuentemente”.
“Nos esforzamos por hacer notar nuestra presencia pero casi siempre todo es en vano. Los humanos aún carecen del sentido de percepción necesario para saber cuando estamos a su lado, deseando entablar una comunicación, por ahora eso parece irrealizable. Transcurrirán, tal vez, millones de siglos para que ello sea un hecho normal. Hoy por un designio divino lo hemos conseguido, es un verdadero ‘milagro’, nombre que dan ustedes a los sucesos que no comprenden totalmente, y que están rodeados de cierto misterio”.
Inmediatamente Lucía expresó: "Este {viaje} lo realizamos porque en poco tiempo, con la ayuda de venerados espíritus hemos alcanzado cierta purificación. Es una etapa que toda alma debe pasar. Todos seremos juzgados por Dios alguna vez, y de acuerdo a lo que hayamos hecho durante la existencia terrenal, sentiremos la dicha infinita o los sufrimientos de angustiosos pesares".
Lucía hizo una leve pausa y dijo: "Es el momento de retirarnos... recen siempre por nosotros… debo recordarles que para lograr la paz que anhelan, tendrán que alejarse definitivamente del lugar donde residen y volver a la patria que los vio nacer”. Después de estas palabras, las figuras de ambos jóvenes, volátiles, transparentes, desaparecieron simultáneamente sin dejar ningún rastro visible.
Pasaron algunos días, la impresión recibida por los padres de Lucía se mantenía intacta. No era para menos, sin embargo, a nadie contaron lo sucedido, lo hicieron al transcurrir cierto tiempo. Sus auténticos relatos no fueron aceptados por muchos que dudaban de su veracidad, otros, en cambio, creyeron totalmente todo lo acontecido. La libertad de creer o no, siempre está vigente en la existencia de todo ser humano. Dice el refrán "Gustos y opiniones hay miles de millones".
Cuenta la historia que Rafael Giordano y Vittoria D'Olivi decidieron finalmente retornar a su Italia natal para nunca más volver.
La señora Rosario Velasco en diversas oportunidades dio a conocer interesantes anécdotas e importantes sucedidos, a los que tuvo acceso durante su estadía como empleada de la mansión de la calle Campana, desde 1925 hasta el fin del año 1929. Mencionaba en sus recuerdos de aquella época, pasajes inéditos de su vida y de su entorno. Escuchó relatos espeluznantes y casi increíbles de parte de algún protagonista de actos ocurridos en el barrio parquense, mientras efectuaba su tarea diaria. Así pudo enterarse, de grandes e inimaginables secretos del "Castillo de los Fantasma".
Allí y mediante la palabra de un recordado vecino de la zona, don Domingo Russomando (luego directivo del "Club Villa del Parque" de la calle Nogoyá 3045). Por él se supo la fecha exacta en la cual el matrimonio de Rafael Giordano y Vittoria d'Olivi partió hacia Europa, fue el 7 de octubre de 1913. Siempre se afirmó que la única causa de tal alejamiento había sido la irreparable pérdida de su hija Lucía y su esposo Ángel Lemos en el conocido accidente, pero después hubo un motivo adicional en esa decisión que daremos a conocer en los presentes relatos.
Aparentemente don Rafael y su esposa Vittoria, que luego de la tragedia pasaron a domiciliarse en una casona de la calle Tucumán entre Carlos Pellegrini y Cerrito, sufrieron momentos preocupantes.
De acuerdo a dichos del Sr. Russomando (su padres eran amigos de la pareja) ocurrió algo inesperado, confuso e inverosímil. Transcurrían los primeros días del mes de abril de 1913 y se cumplían ya dos años de la desaparición de los novios. Sus padres que nunca antes habían vivido situaciones raras o misteriosas, de pronto, en determinada hora de la madrugada mientras descansaban en su confortable dormitorio, oyeron en medio de un total silencio, un inexplicable y leve ruido, semejante al que produce una puerta al abrirse. Despertaron bruscamente, encendieron la luz de la habitación y no hallaron la causa del inesperado sonido.
Todo estaba en orden y nada anormal se advertía en su alrededor. A pesar del natural nerviosismo del momento intentaron dormir nuevamente sin conseguirlo. Y mientras comentaban lo sucedido minutos antes, otro hecho deslumbrante y sin explicación alguna sucedió en el mismo lugar. Fue la súbita aparición de una figura femenina, transparente, espectral, junto a la de un joven que la acompañaba. La etérea imagen de ambos les resultaba familiar, muy conocida y amada. Rafael y Vittoria no dudaron un solo instante, era Lucía, su idolatrada hija y su esposo Ángel, qué venían a su encuentro. El matrimonio a su vez no podía creer lo que estaba pasando.
Don Rafael, según su posterior testimonio, mantenía una tranquilidad aparente que se transformó enseguida en nerviosa curiosidad: "¿cómo puede suceder esto? ¿estaré volviéndome loco?", pensó en voz alta y dirigiéndose a esa aparición dijo casi a gritos: "¡Lucía!, ¡Ángel!, ustedes están muertos desde hace dos años, no me explico cómo están ahora aquí. ¡esto es totalmente imposible!”. Y continuó hablándoles, mientras los jóvenes lo miraban fijamente, en apariencia, sin darle mayor importancia a su estado de ánimo.
Mientras tanto la señora Vittoria observaba la escena sin poder articular una sola palabra, apoyada sobre una de las paredes de la habitación y a punto de desmayarse.
Recordaba don Rafael, luego, que en cierto momento dijo: ¿puedo saber cómo consiguieron dejar el denominado "mundo espiritual" y presentarse aquí de esa manera?
Sin hacerse esperar Ángel respondió: “Guiados por seres superiores del ‘otro mundo’ como lo nombran ustedes, venimos a la Tierra frecuentemente”.
“Nos esforzamos por hacer notar nuestra presencia pero casi siempre todo es en vano. Los humanos aún carecen del sentido de percepción necesario para saber cuando estamos a su lado, deseando entablar una comunicación, por ahora eso parece irrealizable. Transcurrirán, tal vez, millones de siglos para que ello sea un hecho normal. Hoy por un designio divino lo hemos conseguido, es un verdadero ‘milagro’, nombre que dan ustedes a los sucesos que no comprenden totalmente, y que están rodeados de cierto misterio”.
Inmediatamente Lucía expresó: "Este {viaje} lo realizamos porque en poco tiempo, con la ayuda de venerados espíritus hemos alcanzado cierta purificación. Es una etapa que toda alma debe pasar. Todos seremos juzgados por Dios alguna vez, y de acuerdo a lo que hayamos hecho durante la existencia terrenal, sentiremos la dicha infinita o los sufrimientos de angustiosos pesares".
Lucía hizo una leve pausa y dijo: "Es el momento de retirarnos... recen siempre por nosotros… debo recordarles que para lograr la paz que anhelan, tendrán que alejarse definitivamente del lugar donde residen y volver a la patria que los vio nacer”. Después de estas palabras, las figuras de ambos jóvenes, volátiles, transparentes, desaparecieron simultáneamente sin dejar ningún rastro visible.
Pasaron algunos días, la impresión recibida por los padres de Lucía se mantenía intacta. No era para menos, sin embargo, a nadie contaron lo sucedido, lo hicieron al transcurrir cierto tiempo. Sus auténticos relatos no fueron aceptados por muchos que dudaban de su veracidad, otros, en cambio, creyeron totalmente todo lo acontecido. La libertad de creer o no, siempre está vigente en la existencia de todo ser humano. Dice el refrán "Gustos y opiniones hay miles de millones".
Cuenta la historia que Rafael Giordano y Vittoria D'Olivi decidieron finalmente retornar a su Italia natal para nunca más volver.
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lunes, 21 de febrero de 2011
coro de la innovación busca voces
Pasamos el dato de nuestros amigos, para los vecinos de Villa del Parque y alrededores: el “Coro de la Innovación”, los invita a participar en su 25º temporada.
Requisitos: muy buena onda, afinación y compromiso con el trabajo.
Dentro de los proyectos de este año (al igual que desde el 2007) participaremos del Encuentro Internacional de Orquestas Juveniles en el Luna Park, con 1500 instrumentistas y 500 coreutas en escena.
Algunos temas de nuestro repertorio 2011:
“Pa' Mayté” de Carlos Vives
“El olé” del film español "Las cosas del querer"
“Va Penciero” de G. Verdi
Ensayos: en la sede de la Asociación Vecinal y Biblioteca Popular Villa del Parque, Baigorria 3373, CABA (a media cuadra de la plaza de Villa del Parque) todos los miércoles desde el 2 de Marzo de 19.45 hs. a 22 hs.
Requisitos: muy buena onda, afinación y compromiso con el trabajo.
Dentro de los proyectos de este año (al igual que desde el 2007) participaremos del Encuentro Internacional de Orquestas Juveniles en el Luna Park, con 1500 instrumentistas y 500 coreutas en escena.
Algunos temas de nuestro repertorio 2011:
-I still haven't found I'm looking for (U2)Para vernos en You Tube:
-El mareo (Bajofondo Tango Club - Gustavo Santaolalla)
-Para no olvidar (Andrés Calamaro)
-El viento trae una copla (Bersuit Vergarabat)
-Muchacha ojos de papel (Luis Alberto Spinetta)
-Corazón espinado (Santana)
-Pa' Mayté (Carlos Vives)
-Adagio (T. Albinoni)
-Tinta roja (S. Piana - C.Castillo)
“Pa' Mayté” de Carlos Vives
“El olé” del film español "Las cosas del querer"
“Va Penciero” de G. Verdi
Ensayos: en la sede de la Asociación Vecinal y Biblioteca Popular Villa del Parque, Baigorria 3373, CABA (a media cuadra de la plaza de Villa del Parque) todos los miércoles desde el 2 de Marzo de 19.45 hs. a 22 hs.
sábado, 19 de febrero de 2011
“EL MONO” GATICA, SU GLORIA Y SU DRAMA
Había nacido en Villa Mercedes, provincia de San Luis. Siendo muy pequeño llegó a Buenos Aires. José María Gatica pasó una infancia de suma pobreza, al correr el tiempo la suerte estuvo de su lado al hallar en el boxeo la forma de eludir la miseria que lo acosaba. En los momentos de mayor indigencia vendía golosinas, lustraba zapatos, y a veces concurría a “La Misión Inglesa” un instituto en el cual encontraba la manera de ganar unos centavos boxeando con otros pibes de su edad. En ese lugar logró conocer a Lázaro Koci, que al notar sus óptimas condiciones para el deporte de los puños, lo llevó a la Federación Argentina de Box para las primeras prácticas.
Fuerte, valiente, agresivo, comenzó a ganar fama entre los aficionados que concurrían masivamente a sus peleas. Aquel chiquilín flacucho de antaño se había transformado en un potente púgil respetado y también elogiado por sus colegas.
Por sus condiciones siguió ascendiendo por los peldaños de la gloria. Campeón argentino (1944), y en ese mismo año en la ciudad de Lima se consagró campeón latinoamericano. Al año siguiente fue campeón “Guantes de Oro”….
Dejó el amateurismo, y el 7 de diciembre de 1945 hizo su debut como profesional frente a Leopoldo Mayorano al que noqueó en el primer round. Mantuvo su racha invicta hasta el 12 de abril de 1947, cuando en su undécima pelea profesional enfrentó a su más encumbrado adversario; Alfredo Prada, quien lo derrotó en el sexto capítulo por fuera de combate.
Gatica – Prada fue un clásico del boxeo nacional, como en el fútbol; River –Boca, San Lorenzo-Huracán, Racing-Independiente. Ya se habían encontrado dos veces en un ring cuando ambos eran amateurs; José María Gatica ganó en una ocasión y en la otra fue Alfredo Prada quién se quedó con al victoria.
“El Mono” ya había sacado “patente” de ídolo, a nadie le importó que era semianalfabeto, vanidoso, soberbio, noctámbulo, y siempre dispuesto a burlarse de los demás. Legiones de admiradores lo seguían por todas partes, que aplaudían hasta sus más inverosímiles excentricidades y le aprobaban las bromas más tremendas.
Transitaba por la senda de la gloria, y en esa época de esplendor, buscó el desquite de todo lo que antes le habían negado. Trajes costosos, alhajas, mujeres hermosas, amigos, bebidas, y los excesos que el dinero puede brindar. Por ser famoso y rico muchos fueron los que se le acercaron, y la mayoría de ellos recibieron el desdén y el desprecio como respuesta. Su inconsciente imaginación lo hizo sentir casi un superhombre, y se daba el gusto de la gran bofetada a los poderosos. A Gatica su triste pasado le sirvió para juntar odio contra la injusticia social, ahora él era un triunfador, un potentado, y podía conducir un “Mercury” convertible con tapizado de piel de leopardo, y encender un cigarro habano con un papel de mil pesos…
El 5 de enero de 1951 en Nueva York recibió una dura lección, “El Mono Gatica” perdió con el campeón mundial de los livianos, el negro Ike Williams, Apenas un round duró la pelea. Tres ganchos de izquierda provocaron sendas caídas del argentino, y luego el esperado nocaut. Después el 16 de septiembre de 1953 perdió por fuera de combate frente a su eterno rival Alfredo Prada en seis vueltas. Comenzaba su decadencia. Pasó el tiempo y llegó el fin de su carrera pugilística. La miseria como en los comienzos de su existencia volvió junto a él, sin embargo no se rindió, luchó por el sustento diario, y aunque estaba vencido definitivamente, no se rebeló jamás…
José María Gatica idolatrado, millonario, con una de las vidas más azarosas de un astro del boxeo, cayó para siempre el 12 de noviembre de 1963 a los 38 años, atropellado por un colectivo de la línea 295 en la esquina de Herrera y Luján, en el barrio de Barracas. Venia de vender muñequitos en la cancha de Independiente para ayudar a un amigo que se dedicaba a ese negocio.
El destino determinó que el fin de sus días tuvieron lugar lejos de las luces del centro de la gran urbe porteña, que encandilaron sus momentos más gloriosos.
En Villa del Parque, antiguos vecinos recuerdan que a las instalaciones del club Pacífico ubicado en San Nicolás 2352, concurría Gatica a mediados de la década de 1950 para efectuar entrenamientos con aficionado al boxeo de la zona. Gran cantidad de público asistía a las prácticas del ídolo, que según las opiniones de aquel entonces, ya comenzaba a transitar por la senda de la declinación, posibilidad que él mismo no admitía por su especial característica personal que lo acompañó siempre durante su muy particular existencia…
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martes, 15 de febrero de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XIII)
UNA NUEVA EMPLEADA: LA SEÑORA ROSARIO VELASCO (1925)
Fue en el año 1925 según la leyenda, cuando el castillo estuvo ocupado por una adinerada familia, quizás en esos momentos arrendataria del edificio (nunca quedó claro esa situación). Como primera medida, trajeron el personal doméstico que necesitaban: dos mucamas, una cocinera con su ayudante, dos jardineros y un chofer.
Comenzaron con sus tareas diarias, demostrando entusiasmo y dedicación, a la vez recibieron de sus patrones; buen trato, amabilidad y respeto. Finalizados los trabajos de cada día debían albergarse en la parte alta de la edificación. Transcurrieron algunas semanas sin novedades importantes, todo se desarrollaba normalmente, hasta que de pronto un día antes del amanecer ocurrió algo insólito y sorpresivo. Los servidores de la casa salieron despavoridos de sus habitaciones con sus rostros desencajados por el terror. Decían haber visto figuras horribles que avanzaban y luego desaparecían traspasando las paredes de manera increíble. El espectro de un hombre que aparentemente se había suicidado ahorcándose. También se oían pasos, ruidos extraños y confusos.
Todos coincidían en sus declaraciones manifestando que al encenderse las luces el silencio era total, pero al llegar la oscuridad volvían a presentarse las escenas antedichas. Los trabajadores, ante la incredulidad de los dueños de casa, invitaban a éstas personas a subir a los lugares donde en determinados momentos se desarrollaban situaciones tan tremendas, pero ellos con pueriles disculpas y motivos poco serios, se negaron siempre a cumplimentar el pedido de sus servidores: ¿miedo, preocupación? Por todo lo expresado, el personal renunciaba a sus tareas, y a los pocos días otros ocupaban su lugar, que por las mismas razones también se alejaban del castillo.
Fue entonces cuando sus ocupantes decidieron realizar una nueva prueba para tomar la servidumbre. Se contrataría esta vez a una sola persona ajena totalmente al barrio. Es decir, que ignorase lo que supuestamente sucedía en el edificio a determinadas horas, luego sacarían las debidas conclusiones. Para tal fin se comunicaron con unos amigos radicados en la provincia de Mendoza. Estos a su pedido arreglaron condiciones de trabajo y sueldo a percibir en Buenos Aires, con una atractiva y agradable mujer de aproximadamente 35 a 40 años de edad, que inmediatamente aceptó el ofrecimiento, partiendo enseguida hacia nuestra Capital, arribando a la estación Retiro un día por la mañana. Un taxi la acercó hasta el castillo iniciando rápidamente sus tareas domésticas. Cerca de las diez de la noche se retiró a su pequeña pieza en los altos del edificio. Estaba feliz porque le agradaba el trato cordial y respetuoso de sus empleadores, y ellos a su vez conformes con su labor de esa jornada.
Cansada quizás por el extenso trayecto efectuado desde su provincia, y por el trabajo realizado durante ese día, la señora prontamente se quedó dormida. Habían pasado algunas horas, según sus posteriores relatos, cuando le pareció oír el llanto de una mujer. Pensó que todo era producto de una pesadilla y volvió a dormirse. Despertó bruscamente al sentir que una mano helada tocaba su frente y sus mejillas, al mismo tiempo que veía claramente una figura cadavérica sentada en el borde de su cama. Gritó espantada pidiendo auxilio, y sin recordar como lo hizo contó después, que salió apresuradamente de ese tétrico lugar, y aterrorizada fue en busca de los dueños de casa que trataban de calmarla minimizando lo ocurrido, pero sin acudir al sitio donde aparentemente se planteaban esas increíbles situaciones. De ese modo nunca lograrían corroborar o desmentir los hechos, que eran similares a los relatos de otras personas que habían trabajado allí por tiempo antes.
La señora Rosario Velasco ya tenía una resolución tomada: abandonar esa casa embrujada a pesar de sentirse cómoda con su ocupación y con el trato recibido de parte de sus empleadores. Ellos también por su lado deseaban retenerla por estar conformes con su desempeño, y luego con el ambiente más calmado y tras una prolongada conversación, pudieron convencerla para que continuase a su servicio, acordando finalmente que se alojara en el barrio pero fuera de esa residencia después de cumplir con su labor diaria. No obstante de quedar firme ese convenio, la señora Rosario no aceptó permanecer allí hasta el día siguiente, y se retiró del lugar en una fría madrugada del mes de julio de 1925, sin querer oír a quienes le aconsejaban quedarse por lo menos un día más. Su incontrolable decisión de caminar sola por la zona en esas horas inadecuadas en busca de un hospedaje, tuvo sin dudas un premio. Sin rumbo fijo recorrió varias calles del barrio llamando al azar a las puertas de distintos domicilios sin el éxito esperado. Llegó finalmente y de manera casual a la casa de una familia que ubicó durante su itinerario. Después de ser atendida cortésmente y escuchando con atención su pedido, los dueños de esa propiedad le ofrecieron para residir en lo sucesivo, una habitación no muy amplia pero confortable, cedida primeramente sin cargo. Luego de algunas semanas y con la conformidad de ambas partes, se le adjudicó un pequeño alquiler.
La vivienda estaba situada en la calle Concordia 2327 entre Arregui y Santo Tomé. Por varios años fue inquilina en ese lugar mientras tuvo su ocupación en el castillo de la calle Campana, al que admiraba con sinceridad a pesar de haber pasado allí momentos preocupantes y misteriosos. Hablaba de él con orgullo, y a menudo manifestaba que le habría gustado estar presente en los tiempos de la boda de Lucía y Ángel, y disfrutar del espectáculo único de observar en medio de una oscura noche, al castillo totalmente iluminado ofreciendo su hermosa y colosal figura a los ojos embelesados de los habitantes de Villa del Parque
Fue en el año 1925 según la leyenda, cuando el castillo estuvo ocupado por una adinerada familia, quizás en esos momentos arrendataria del edificio (nunca quedó claro esa situación). Como primera medida, trajeron el personal doméstico que necesitaban: dos mucamas, una cocinera con su ayudante, dos jardineros y un chofer.
Comenzaron con sus tareas diarias, demostrando entusiasmo y dedicación, a la vez recibieron de sus patrones; buen trato, amabilidad y respeto. Finalizados los trabajos de cada día debían albergarse en la parte alta de la edificación. Transcurrieron algunas semanas sin novedades importantes, todo se desarrollaba normalmente, hasta que de pronto un día antes del amanecer ocurrió algo insólito y sorpresivo. Los servidores de la casa salieron despavoridos de sus habitaciones con sus rostros desencajados por el terror. Decían haber visto figuras horribles que avanzaban y luego desaparecían traspasando las paredes de manera increíble. El espectro de un hombre que aparentemente se había suicidado ahorcándose. También se oían pasos, ruidos extraños y confusos.
Todos coincidían en sus declaraciones manifestando que al encenderse las luces el silencio era total, pero al llegar la oscuridad volvían a presentarse las escenas antedichas. Los trabajadores, ante la incredulidad de los dueños de casa, invitaban a éstas personas a subir a los lugares donde en determinados momentos se desarrollaban situaciones tan tremendas, pero ellos con pueriles disculpas y motivos poco serios, se negaron siempre a cumplimentar el pedido de sus servidores: ¿miedo, preocupación? Por todo lo expresado, el personal renunciaba a sus tareas, y a los pocos días otros ocupaban su lugar, que por las mismas razones también se alejaban del castillo.
Fue entonces cuando sus ocupantes decidieron realizar una nueva prueba para tomar la servidumbre. Se contrataría esta vez a una sola persona ajena totalmente al barrio. Es decir, que ignorase lo que supuestamente sucedía en el edificio a determinadas horas, luego sacarían las debidas conclusiones. Para tal fin se comunicaron con unos amigos radicados en la provincia de Mendoza. Estos a su pedido arreglaron condiciones de trabajo y sueldo a percibir en Buenos Aires, con una atractiva y agradable mujer de aproximadamente 35 a 40 años de edad, que inmediatamente aceptó el ofrecimiento, partiendo enseguida hacia nuestra Capital, arribando a la estación Retiro un día por la mañana. Un taxi la acercó hasta el castillo iniciando rápidamente sus tareas domésticas. Cerca de las diez de la noche se retiró a su pequeña pieza en los altos del edificio. Estaba feliz porque le agradaba el trato cordial y respetuoso de sus empleadores, y ellos a su vez conformes con su labor de esa jornada.
Cansada quizás por el extenso trayecto efectuado desde su provincia, y por el trabajo realizado durante ese día, la señora prontamente se quedó dormida. Habían pasado algunas horas, según sus posteriores relatos, cuando le pareció oír el llanto de una mujer. Pensó que todo era producto de una pesadilla y volvió a dormirse. Despertó bruscamente al sentir que una mano helada tocaba su frente y sus mejillas, al mismo tiempo que veía claramente una figura cadavérica sentada en el borde de su cama. Gritó espantada pidiendo auxilio, y sin recordar como lo hizo contó después, que salió apresuradamente de ese tétrico lugar, y aterrorizada fue en busca de los dueños de casa que trataban de calmarla minimizando lo ocurrido, pero sin acudir al sitio donde aparentemente se planteaban esas increíbles situaciones. De ese modo nunca lograrían corroborar o desmentir los hechos, que eran similares a los relatos de otras personas que habían trabajado allí por tiempo antes.
La señora Rosario Velasco ya tenía una resolución tomada: abandonar esa casa embrujada a pesar de sentirse cómoda con su ocupación y con el trato recibido de parte de sus empleadores. Ellos también por su lado deseaban retenerla por estar conformes con su desempeño, y luego con el ambiente más calmado y tras una prolongada conversación, pudieron convencerla para que continuase a su servicio, acordando finalmente que se alojara en el barrio pero fuera de esa residencia después de cumplir con su labor diaria. No obstante de quedar firme ese convenio, la señora Rosario no aceptó permanecer allí hasta el día siguiente, y se retiró del lugar en una fría madrugada del mes de julio de 1925, sin querer oír a quienes le aconsejaban quedarse por lo menos un día más. Su incontrolable decisión de caminar sola por la zona en esas horas inadecuadas en busca de un hospedaje, tuvo sin dudas un premio. Sin rumbo fijo recorrió varias calles del barrio llamando al azar a las puertas de distintos domicilios sin el éxito esperado. Llegó finalmente y de manera casual a la casa de una familia que ubicó durante su itinerario. Después de ser atendida cortésmente y escuchando con atención su pedido, los dueños de esa propiedad le ofrecieron para residir en lo sucesivo, una habitación no muy amplia pero confortable, cedida primeramente sin cargo. Luego de algunas semanas y con la conformidad de ambas partes, se le adjudicó un pequeño alquiler.
La vivienda estaba situada en la calle Concordia 2327 entre Arregui y Santo Tomé. Por varios años fue inquilina en ese lugar mientras tuvo su ocupación en el castillo de la calle Campana, al que admiraba con sinceridad a pesar de haber pasado allí momentos preocupantes y misteriosos. Hablaba de él con orgullo, y a menudo manifestaba que le habría gustado estar presente en los tiempos de la boda de Lucía y Ángel, y disfrutar del espectáculo único de observar en medio de una oscura noche, al castillo totalmente iluminado ofreciendo su hermosa y colosal figura a los ojos embelesados de los habitantes de Villa del Parque
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jueves, 3 de febrero de 2011
-QUINQUENIO 1925 – 1930 – Villa del Parque en el recuerdo
En aquellos lejanos tiempos, el cine sonoro argentino era una hermosa utopía difícil de concretar. Las películas norteamericanas copaban sin inconvenientes, la pantalla de todos los cines de nuestra Capital Federal, y los artistas del citado país del norte, eran ídolos de la población porteña. Diarios y revistas ocupaban espacios importantes de sus ediciones, comentando todo lo relacionado con la producción fílmica del cine “yanki” y en todos los cines capitalinos, grandes fotos de artistas de ese origen, cubrían sus instalaciones. La fábrica de chocolatines “KELITO”, también los hacía conocer, mediante la colocación de sus imágenes en cada tableta del dulce y apetitoso producto. La extensa nómina es la siguiente:
Charles Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardey, Ben Turpin, Harold Lloyd, Buster Keaton, Jackie Coogan, Pola Negri, Tom Mix, Tim Mac Coy, Glroia Swanson, Greta Garbo, Marlene Dietrich, Carole Lombard, Bette Davis, Mirna Loy, Joan Crawford, Josefina Baker, Clara Bow, Theda Bara, Shirley Temple, Lupe Vélez, Dolores del Rio, Conchita Piquer, José Mojica, Ramón Novarro, Maurice Chevallier, Barry Norton, John y Lionel Barrymore, John Gilbert, Franchot Tone, Johny Weismuller, Imperio Argentina, Douglas Fairbanks, Rodolfo Valentino, Ricardo Cortez, Antonio Moreno, Adolpe Menjou, Lon Chaney, Richard Dix, Virginia Bruce, Jimmy Durante, Richard Barthelmess, Gary Cooper, Conrado Vidt, Wallace Beery , Mary Pickford, Silvia Sidney, Anita Page, Robert Young, Janet Gaynor, George O’Brien, Clarence Vidor, Collen Moore, Claudette Colbert, Norma y Constance Talmadge, Emil Jannnings, Lillian Gish, Norma Shearer, Joan Benett, Jeannette Mac Donald, Brian Sherne, Lew Ayres, John Wray, Fredric March.
viernes, 28 de enero de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XII)
Pasado el trágico accidente
Mucho se ha hablado y escrito sobre la historia del tradicional castillo de Villa del Parque. Es innegable que su trágico destino se convirtió a través del tiempo en una apasionante leyenda.
Luego del luctuoso accidente tan lamentado por los desolados pobladores parquenses, todo volvió a una aparente normalidad, porque a menudo ocurrían hechos llamativos e inesperados que suscitaban cierta preocupación en el vecindario. Algunos, manifestaban que al pasar cerca del publicitado edificio en horas nocturnas, se escuchaban en ocasiones desde su interior, ruidos raros, quejidos y figuras macabras transitando por los alrededores.
Esa situación y otras también insólitas e imprevisibles se agudizaban a medida que se aproximaba la fecha del triste aniversario. Ocurría en las cercanas vías del ferrocarril. En la madrugada de algunos días, cerca de la hora en la cual se produjo el horrendo suceso, curiosamente, los pasajeros de determinadas formaciones ferroviarias al llegar precisamente al fatídico lugar, sentían extraños y desagradables síntomas, los que alarmaban justificadamente a todo el pasaje: mareos, vómitos, dolores corporales, etc. que desaparecían rápidamente al alejarse el tren de aquellos sitios rumbo a Retiro, donde finalizaba normalmente su recorrido después de transitar 48 Kms, desde el punto inicial, la estación "Presidente Derqui" del ferrocarril "Buenos Aires al Pacífico".
También sucedían los hechos relatados durante las fechas de celebración (según el calendario católico de la época), de los santos que correspondían a los nombres de la pareja de novios, y demás integrantes de ambas familias: Lucía (13 de diciembre), Ángel (27 de enero), Rafael (12 de septiembre), Victoria (23 de diciembre) María (15 de agosto), Gregorio (12 de marzo), Carmen (16 de julio), Francisco (4 de octubre), Flora (24 de noviembre), Elena (18 de agosto) y Manuel (26 de marzo).
Durante el año 1924 un grupo de caracterizados vecinos formaron una comisión investigadora para aclarar las dificultades, poco comunes que se producían en la zona, y al mismo tiempo hallar alguna solución para la tranquilidad de la población parquense. A tal efecto se realizaron varias reuniones que no dieron resultados positivos. Varios asambleístas dijeron en cierto momento tener dificultades para expresarse, y además problemas auditivos, mientras se trataban determinados temas relacionados con el caso.
Como es de imaginar recibían bromas de todo tipo que tenían que ver con el temor y el pánico que supuestamente sentían. Sin embargo, se insinuaban una duda: ¿era todo producto del miedo, o esas personas eran víctimas de fuerzas misteriosas que los acosaban? Desafortunadamente, nunca fue posible obtener una respuesta certera y absoluta que condujera a la esperada y auténtica verdad.
Posteriormente, la nombrada comisión vecinal logró que se oficiaran misas en las Parroquias del barrio a modo de exorcismo, las que estuvieron a cargo de los curas párrocos Pbros. Manuel A. Pujato y Vicente A. Rigoni. Paralelamente, demostrando un total desconcierto y escaso sentido común, realizaron contactos con un "medium" que aseguraba que podía comunicarse con los espíritus. Este señor se llamaba Pedro D' Ángelo y se domiciliaba en la calle Médanos (Juan Agustín García) 1891.
Los vecinos que concurrieron alguna vez a sus "sesiones" espiritistas que se efectuaban periódicamente en horas de la noche, en un oscuro salón de su casa iluminado solamente con la luz de una vela, contaron que esta persona en medio de terribles contorsiones y agudos gritos de dolor, que aparentemente eran emitidos por Lucía y Ángel de manera incorpórea, relataban los últimos momentos de sus vidas, segundos antes del horrible accidente, y la tremenda pena que soportaban al estar alejados definitivamente de sus seres queridos. Por nuestra parte, al desconocer esas prácticas esotéricas no podemos expresar ninguna opinión al respecto. En aquella época hubo serias polémicas, dos bandos que se enfrentaron, apoyando uno y creyendo totalmente todo lo realizado y los restantes negando con firmeza en una clara demostración de incredulidad y repudio. Esa controversia se mantuvo durante muchos años.
Más allá de toda especulación e incompresibles intereses, lo realmente cierto (avalado por verídicos relatos de quienes presenciaron los hechos), es que en el edificio de la calle Campana hubo alguna vez, como cuenta la leyenda, situaciones anormales e inexplicables por cuyas lógicas razones se lo denominó: "El Castillo de los Fantasmas", sustituyéndose el antiguo apodo de “El Castillo de los Bichos”.
Mucho se ha hablado y escrito sobre la historia del tradicional castillo de Villa del Parque. Es innegable que su trágico destino se convirtió a través del tiempo en una apasionante leyenda.
Luego del luctuoso accidente tan lamentado por los desolados pobladores parquenses, todo volvió a una aparente normalidad, porque a menudo ocurrían hechos llamativos e inesperados que suscitaban cierta preocupación en el vecindario. Algunos, manifestaban que al pasar cerca del publicitado edificio en horas nocturnas, se escuchaban en ocasiones desde su interior, ruidos raros, quejidos y figuras macabras transitando por los alrededores.
Esa situación y otras también insólitas e imprevisibles se agudizaban a medida que se aproximaba la fecha del triste aniversario. Ocurría en las cercanas vías del ferrocarril. En la madrugada de algunos días, cerca de la hora en la cual se produjo el horrendo suceso, curiosamente, los pasajeros de determinadas formaciones ferroviarias al llegar precisamente al fatídico lugar, sentían extraños y desagradables síntomas, los que alarmaban justificadamente a todo el pasaje: mareos, vómitos, dolores corporales, etc. que desaparecían rápidamente al alejarse el tren de aquellos sitios rumbo a Retiro, donde finalizaba normalmente su recorrido después de transitar 48 Kms, desde el punto inicial, la estación "Presidente Derqui" del ferrocarril "Buenos Aires al Pacífico".
También sucedían los hechos relatados durante las fechas de celebración (según el calendario católico de la época), de los santos que correspondían a los nombres de la pareja de novios, y demás integrantes de ambas familias: Lucía (13 de diciembre), Ángel (27 de enero), Rafael (12 de septiembre), Victoria (23 de diciembre) María (15 de agosto), Gregorio (12 de marzo), Carmen (16 de julio), Francisco (4 de octubre), Flora (24 de noviembre), Elena (18 de agosto) y Manuel (26 de marzo).
Durante el año 1924 un grupo de caracterizados vecinos formaron una comisión investigadora para aclarar las dificultades, poco comunes que se producían en la zona, y al mismo tiempo hallar alguna solución para la tranquilidad de la población parquense. A tal efecto se realizaron varias reuniones que no dieron resultados positivos. Varios asambleístas dijeron en cierto momento tener dificultades para expresarse, y además problemas auditivos, mientras se trataban determinados temas relacionados con el caso.
Como es de imaginar recibían bromas de todo tipo que tenían que ver con el temor y el pánico que supuestamente sentían. Sin embargo, se insinuaban una duda: ¿era todo producto del miedo, o esas personas eran víctimas de fuerzas misteriosas que los acosaban? Desafortunadamente, nunca fue posible obtener una respuesta certera y absoluta que condujera a la esperada y auténtica verdad.
Posteriormente, la nombrada comisión vecinal logró que se oficiaran misas en las Parroquias del barrio a modo de exorcismo, las que estuvieron a cargo de los curas párrocos Pbros. Manuel A. Pujato y Vicente A. Rigoni. Paralelamente, demostrando un total desconcierto y escaso sentido común, realizaron contactos con un "medium" que aseguraba que podía comunicarse con los espíritus. Este señor se llamaba Pedro D' Ángelo y se domiciliaba en la calle Médanos (Juan Agustín García) 1891.
Los vecinos que concurrieron alguna vez a sus "sesiones" espiritistas que se efectuaban periódicamente en horas de la noche, en un oscuro salón de su casa iluminado solamente con la luz de una vela, contaron que esta persona en medio de terribles contorsiones y agudos gritos de dolor, que aparentemente eran emitidos por Lucía y Ángel de manera incorpórea, relataban los últimos momentos de sus vidas, segundos antes del horrible accidente, y la tremenda pena que soportaban al estar alejados definitivamente de sus seres queridos. Por nuestra parte, al desconocer esas prácticas esotéricas no podemos expresar ninguna opinión al respecto. En aquella época hubo serias polémicas, dos bandos que se enfrentaron, apoyando uno y creyendo totalmente todo lo realizado y los restantes negando con firmeza en una clara demostración de incredulidad y repudio. Esa controversia se mantuvo durante muchos años.
Más allá de toda especulación e incompresibles intereses, lo realmente cierto (avalado por verídicos relatos de quienes presenciaron los hechos), es que en el edificio de la calle Campana hubo alguna vez, como cuenta la leyenda, situaciones anormales e inexplicables por cuyas lógicas razones se lo denominó: "El Castillo de los Fantasmas", sustituyéndose el antiguo apodo de “El Castillo de los Bichos”.
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sábado, 22 de enero de 2011
Antonio “CUILA” Sastre (tango)
Antonio Sastre jugador completo
gran delantero y gran defensor
todos los puestos del fútbol nuestro
él ocupaba y siempre el mejor.
De Independiente, alma y figura
un verdadero y cabal vencedor
muy elogiado por las hinchadas
gallardamente, todo un triunfador.
II
Ninguno lo discutía
ni fanáticos de otros clubes
cuando orgulloso vestía
la casaca nacional.
En partidos memorables
con su estilo inolvidable
era el crack que defendía
los colores con pasión.
Sus jugadas de maestro
jamás han sido olvidadas
porque quedaron grabadas
como emblema de un campeón.
I (BIS)
Antonio Sastre, ganador eterno
buscando aplausos su buen corazón
en el ocaso de su carrera
llegó al SAN PABLO y allí fue campeón.
Un argentino de Avellaneda
con juego criollo causó sensación
mediante amagues y sus esquives
a las tribunas brindaba emoción.
ISABELINO ESPINOSA
Estos versos fueron compuestos por un periodista deportivo, socio vitalicio de SAN LORENZO (N° 4345) en homenaje a su ídolo ANTONIO SASTRE, al que vio jugar en la década de 1930.
gran delantero y gran defensor
todos los puestos del fútbol nuestro
él ocupaba y siempre el mejor.
De Independiente, alma y figura
un verdadero y cabal vencedor
muy elogiado por las hinchadas
gallardamente, todo un triunfador.
II
Ninguno lo discutía
ni fanáticos de otros clubes
cuando orgulloso vestía
la casaca nacional.
En partidos memorables
con su estilo inolvidable
era el crack que defendía
los colores con pasión.
Sus jugadas de maestro
jamás han sido olvidadas
porque quedaron grabadas
como emblema de un campeón.
I (BIS)
Antonio Sastre, ganador eterno
buscando aplausos su buen corazón
en el ocaso de su carrera
llegó al SAN PABLO y allí fue campeón.
Un argentino de Avellaneda
con juego criollo causó sensación
mediante amagues y sus esquives
a las tribunas brindaba emoción.
ISABELINO ESPINOSA
Estos versos fueron compuestos por un periodista deportivo, socio vitalicio de SAN LORENZO (N° 4345) en homenaje a su ídolo ANTONIO SASTRE, al que vio jugar en la década de 1930.
martes, 18 de enero de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XII)
Pasado el trágico accidente
Mucho se ha hablado y escrito sobre la historia del tradicional castillo de Villa del Parque. Es innegable que su trágico destino se convirtió a través del tiempo en una apasionante leyenda.
Luego del luctuoso accidente tan lamentado por los desolados pobladores parquenses, todo volvió a una aparente normalidad, porque a menudo ocurrían hechos llamativos e inesperados que suscitaban cierta preocupación en el vecindario. Algunos, manifestaban que al pasar cerca del publicitado edificio en horas nocturnas, se escuchaban en ocasiones desde su interior, ruidos raros, quejidos y figuras macabras transitando por los alrededores.
Esa situación y otras también insólitas e imprevisibles se agudizaban a medida que se aproximaba la fecha del triste aniversario. Ocurría en las cercanas vías del ferrocarril. En la madrugada de algunos días, cerca de la hora en la cual se produjo el horrendo suceso, curiosamente, los pasajeros de determinadas formaciones ferroviarias al llegar precisamente al fatídico lugar, sentían extraños y desagradables síntomas, los que alarmaban justificadamente a todo el pasaje: mareos, vómitos, dolores corporales, etc. que desaparecían rápidamente al alejarse el tren de aquellos sitios rumbo a Retiro, donde finalizaba normalmente su recorrido después de transitar 48 Kms, desde el punto inicial, la estación "Presidente Derqui" del ferrocarril "Buenos Aires al Pacífico".
También sucedían los hechos relatados durante las fechas de celebración (según el calendario católico de la época), de los santos que correspondían a los nombres de la pareja de novios, y demás integrantes de ambas familias: Lucía (13 de diciembre), Ángel (27 de enero), Rafael (12 de septiembre), Victoria (23 de diciembre) María (15 de agosto), Gregorio (12 de marzo), Carmen (16 de julio), Francisco (4 de octubre), Flora (24 de noviembre), Elena (18 de agosto) y Manuel (26 de marzo).
Durante el año 1924 un grupo de caracterizados vecinos formaron una comisión investigadora para aclarar las dificultades, poco comunes que se producían en la zona, y al mismo tiempo hallar alguna solución para la tranquilidad de la población parquense. A tal efecto se realizaron varias reuniones que no dieron resultados positivos. Varios asambleístas dijeron en cierto momento tener dificultades para expresarse, y además problemas auditivos, mientras se trataban determinados temas relacionados con el caso.
Como es de imaginar recibían bromas de todo tipo que tenían que ver con el temor y el pánico que supuestamente sentían. Sin embargo, se insinuaban una duda: ¿era todo producto del miedo, o esas personas eran víctimas de fuerzas misteriosas que los acosaban? Desafortunadamente, nunca fue posible obtener una respuesta certera y absoluta que condujera a la esperada y auténtica verdad.
Posteriormente, la nombrada comisión vecinal logró que se oficiaran misas en las Parroquias del barrio a modo de exorcismo, las que estuvieron a cargo de los curas párrocos Pbros. Manuel A. Pujato y Vicente A. Rigoni. Paralelamente, demostrando un total desconcierto y escaso sentido común, realizaron contactos con un "medium" que aseguraba que podía comunicarse con los espíritus. Este señor se llamaba Pedro D' Ángelo y se domiciliaba en la calle Médanos (Juan Agustín García) 1891.
Los vecinos que concurrieron alguna vez a sus "sesiones" espiritistas que se efectuaban periódicamente en horas de la noche, en un oscuro salón de su casa iluminado solamente con la luz de una vela, contaron que esta persona en medio de terribles contorsiones y agudos gritos de dolor, que aparentemente eran emitidos por Lucía y Ángel de manera incorpórea, relataban los últimos momentos de sus vidas, segundos antes del horrible accidente, y la tremenda pena que soportaban al estar alejados definitivamente de sus seres queridos. Por nuestra parte, al desconocer esas prácticas esotéricas no podemos expresar ninguna opinión al respecto. En aquella época hubo serias polémicas, dos bandos que se enfrentaron, apoyando uno y creyendo totalmente todo lo realizado y los restantes negando con firmeza en una clara demostración de incredulidad y repudio. Esa controversia se mantuvo durante muchos años.
Más allá de toda especulación e incompresibles intereses, lo realmente cierto (avalado por verídicos relatos de quienes presenciaron los hechos), es que en el edificio de la calle Campana hubo alguna vez, como cuenta la leyenda, situaciones anormales e inexplicables por cuyas lógicas razones se lo denominó: "El Castillo de los Fantasmas", sustituyéndose el antiguo apodo de “El Castillo de los Bichos”.
Mucho se ha hablado y escrito sobre la historia del tradicional castillo de Villa del Parque. Es innegable que su trágico destino se convirtió a través del tiempo en una apasionante leyenda.
Luego del luctuoso accidente tan lamentado por los desolados pobladores parquenses, todo volvió a una aparente normalidad, porque a menudo ocurrían hechos llamativos e inesperados que suscitaban cierta preocupación en el vecindario. Algunos, manifestaban que al pasar cerca del publicitado edificio en horas nocturnas, se escuchaban en ocasiones desde su interior, ruidos raros, quejidos y figuras macabras transitando por los alrededores.
Esa situación y otras también insólitas e imprevisibles se agudizaban a medida que se aproximaba la fecha del triste aniversario. Ocurría en las cercanas vías del ferrocarril. En la madrugada de algunos días, cerca de la hora en la cual se produjo el horrendo suceso, curiosamente, los pasajeros de determinadas formaciones ferroviarias al llegar precisamente al fatídico lugar, sentían extraños y desagradables síntomas, los que alarmaban justificadamente a todo el pasaje: mareos, vómitos, dolores corporales, etc. que desaparecían rápidamente al alejarse el tren de aquellos sitios rumbo a Retiro, donde finalizaba normalmente su recorrido después de transitar 48 Kms, desde el punto inicial, la estación "Presidente Derqui" del ferrocarril "Buenos Aires al Pacífico".
También sucedían los hechos relatados durante las fechas de celebración (según el calendario católico de la época), de los santos que correspondían a los nombres de la pareja de novios, y demás integrantes de ambas familias: Lucía (13 de diciembre), Ángel (27 de enero), Rafael (12 de septiembre), Victoria (23 de diciembre) María (15 de agosto), Gregorio (12 de marzo), Carmen (16 de julio), Francisco (4 de octubre), Flora (24 de noviembre), Elena (18 de agosto) y Manuel (26 de marzo).
Durante el año 1924 un grupo de caracterizados vecinos formaron una comisión investigadora para aclarar las dificultades, poco comunes que se producían en la zona, y al mismo tiempo hallar alguna solución para la tranquilidad de la población parquense. A tal efecto se realizaron varias reuniones que no dieron resultados positivos. Varios asambleístas dijeron en cierto momento tener dificultades para expresarse, y además problemas auditivos, mientras se trataban determinados temas relacionados con el caso.
Como es de imaginar recibían bromas de todo tipo que tenían que ver con el temor y el pánico que supuestamente sentían. Sin embargo, se insinuaban una duda: ¿era todo producto del miedo, o esas personas eran víctimas de fuerzas misteriosas que los acosaban? Desafortunadamente, nunca fue posible obtener una respuesta certera y absoluta que condujera a la esperada y auténtica verdad.
Posteriormente, la nombrada comisión vecinal logró que se oficiaran misas en las Parroquias del barrio a modo de exorcismo, las que estuvieron a cargo de los curas párrocos Pbros. Manuel A. Pujato y Vicente A. Rigoni. Paralelamente, demostrando un total desconcierto y escaso sentido común, realizaron contactos con un "medium" que aseguraba que podía comunicarse con los espíritus. Este señor se llamaba Pedro D' Ángelo y se domiciliaba en la calle Médanos (Juan Agustín García) 1891.
Los vecinos que concurrieron alguna vez a sus "sesiones" espiritistas que se efectuaban periódicamente en horas de la noche, en un oscuro salón de su casa iluminado solamente con la luz de una vela, contaron que esta persona en medio de terribles contorsiones y agudos gritos de dolor, que aparentemente eran emitidos por Lucía y Ángel de manera incorpórea, relataban los últimos momentos de sus vidas, segundos antes del horrible accidente, y la tremenda pena que soportaban al estar alejados definitivamente de sus seres queridos. Por nuestra parte, al desconocer esas prácticas esotéricas no podemos expresar ninguna opinión al respecto. En aquella época hubo serias polémicas, dos bandos que se enfrentaron, apoyando uno y creyendo totalmente todo lo realizado y los restantes negando con firmeza en una clara demostración de incredulidad y repudio. Esa controversia se mantuvo durante muchos años.
Más allá de toda especulación e incompresibles intereses, lo realmente cierto (avalado por verídicos relatos de quienes presenciaron los hechos), es que en el edificio de la calle Campana hubo alguna vez, como cuenta la leyenda, situaciones anormales e inexplicables por cuyas lógicas razones se lo denominó: "El Castillo de los Fantasmas", sustituyéndose el antiguo apodo de “El Castillo de los Bichos”.
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miércoles, 12 de enero de 2011
EL FÚTBOL, UNA PASIÓN POPULAR - HECHOS POCOS CONOCIDOS EN EL ÁMBITO DEL BALOMPIÉ NACIONAL
Actuaba en Independiente desde la temporada de 1930, en la época del amateurismo. Había llegado ese año desde Progresista, un club del torneo de ascenso. Su puesto inicial era en el sector defensivo. Sus inicios fueron en la segunda división de la entidad de Avellaneda. Alternaba sus desempeños como defensor y delantero. Pasó rápidamente a la primera división, imponiendo su nombre con la fuerza de su enorme calidad de estupendo jugador. Un verdadero artista del fútbol, porque realizaba jugadas elegantes, armoniosa y de gran brillantez, provocando el delirio de sus simpatizantes.
En un tiempo de notables futbolistas, poseedores de un estilo definido, que mezclaba en su concepción; plasticidad, improvisación, picardía y eficacia. Antonio Sastre ganó merecidamente, un lugar de privilegio entre las consagradas figuras de nuestro máximo deporte. Lograba algo muy difícil, ser aplaudido por todas las hinchadas.
Había debutado en el profesionalismo en la primera fecha del campeonato oficial de la categoría superior de 1931, en el puesto de delantero, frente al tradicional adversario de barrio; el Racing Club. “Cuila” Sastre estuvo presente en el siguiente elenco: Sangiovanni; Fazio y Chiarellal; Ferrou, Corazzo y Echeverría; Porta, Sastre, Ravaschino, Seoane y Betinoti. Fue el jugador más completo que dio el balompié argentino en toda su historia, porque en los campeonatos posteriores, ocupó alternativamente lugares defensivos y de ataque en el conjunto “rojo”, en ocasiones a la derecha, a veces a la izquierda, sin ningún inconveniente, y manejando el balón con una increíble habilidad, y utilizando ambas piernas con idéntica eficacia. Verlo jugar era un verdadero deleite, sus fintas e incontrolables gambetas causaban asombro, mientras en la tribuna adicta partía el premio de una estruendosa ovación…
En el año 1936 se disputaba el denominado “Campeonato Argentino”, donde se incluían selecciones del interior del país, y un combinado compuesto por jugadores pertenecientes a clubes que intervenían en el torneo de la ciudad de Buenos Aires. Sastre fue integrante de ese equipo llamado; CAPITAL , que fue el campeón al vencer en el partido final a la selcción rosarina por 4 a 1, en la cancha de Chacarita Juniors, situada en al calle Humboldt 345. Los capitalinos formaron así: Yustrich (Boca); Fazio (Independiente) y Valussi (Boca); Arrese (San Lorenzo), Scavone (San Lorenzo) y Arcadio Lopez (F.C.Oeste); Orsi (Independiente), Sastre (Independiente), Naón (San Lorenzo), Diego García (San Lorenzo) y Beristain (Platense). Pasaron algunos meses de este certamen, y cuando el 1° de febrero de 1937, Argentina se clasificó campeón sudamericano, al vencer a Brasil por 2 a 0 en el el partido final disputado en la cancha de San Lorenzo de Almagro, Sastre fue defensor en el siguiente equipo: Bello (Independiente); Fazio (Independiente) y Tarrío (San Lorenzo); Sastre (Independiente), Lazzatti (Boca ) y C. Martínez (Independiente); Guaita (Racing), Varallo (Boca) Zozaya (Estudiantes), Cherro (Boca) y E. García (Racing), casi todo ese año, “Cuila”jugó en puestos defensivos de esos “rojos” de Avellaneda, demostrando su calidad indiscutida. Actuaba en todas las posiciones de un equipo, incluso lo hizo de arquero en dos partidos; frente a San Lorenzo de Almagro, y un amistoso contra Peñarol de Montevideo, conservando su arco invicto….
También en el año 1937, al disputarse el tradicional “Campeonato Argentino”, integró el seleccionado de PROVINCIA, que finalmente ganó dicho torneo con esta formación: Bello (Independiente); Montañez (Gimnasia y Esgrima) y Delovo (Gimnasia y Esgrima); Sastre (Independiente), Corazzo (Independiente) y C. Martínez (Independiente); Peralta (Gimnasia y Esgrima), Fidel (Gimnasia y Esgrima), Miranda (Qulmes), Reuben (Independiente) y E. García (Racing). Él había sido el mejor de todos, el más destacable. Si bien es cierto que en aquella época gloriosa e irrepetible de nuestro fútbol, existían numerosos jugadores que ocupaban con gran rendimiento diversos lugares en los equipos que integraban, ya sea como delanteros o defensores: Cosso (V. Sársfield), Bongiovanni (Huracán), Valido (Lanas), Barraza (Chacarita Juniors), Sande (Estudiantes), Antonio Sastre fue el primer jugador polifuncional del balompié argentino.
En Independiente estuvo en estas líneas delanteras: Porta, Sastre, Lamanna, Ravaschino y Evaristo. Orsi, Sastre, Matta, Pereyra y Zorrilla. Sastre, De la Mata, Erico, Reuben y Zorrilla. La selección nacional lo tuvo como candidato permanente en sus alineaciones, por su llamativa capacidad, y cuando comenzaba la etapa de su declinación pasado ya los 30 años de edad, fue a jugar al club San Pablo de Brasil y fue campeón. Los adictos a la nombrada institución decían: “si hubiera un premio Nobel para jugadores de fútbol, todo San Pablo votaría por Antonio Sastre”. Aquí, en la Argentina, merecería tener un monumento que lo recordara, como el mejor y más completo futbolista del mundo, en una época irrepetible del fútbol nacional… en la mencionada ciudad brasileña, sí lo tuvo. Se hizo justicia.
jueves, 6 de enero de 2011
Tragedia y Misterio en el Castillo (XI)
RELATOS DEL CHOFER DEL COCHE NUPCIAL
A este señor, involuntario espectador del accidente ocurrido a poca distancia de donde tenía estacionado su coche, le atribuyeron posteriores declaraciones de las cuales reconoció que en aquellos momentos estaba sentado en su cabina distraídamente, sin prestar mayor atención a lo que sucedía en los alrededores. Un paraje oscuro y monótono sin atractivos para la curiosidad. Recordaba que de pronto al girar la vista hacia el Castillo alcanzó a ver el veloz avance del tren, y creyó haber oído algún grito de terror que no pudo precisar. Tal vez ambos jóvenes habrían expresado de esa manera su espanto, al advertir súbitamente frente a ellos la enorme masa de hierro de la locomotora que terminaría con sus vidas.
Por su parte el maquinista que guiaba la formación ferroviaria llegó a la estación terminal de Retiro en su horario habitual no informando sobre lo ocurrido porque según sus manifestaciones, por la alta velocidad que el tren llevaba y la escasa visibilidad del lugar no vio lo sucedido.
Más allá de los relatos y las especulaciones que se hicieron al respecto, lo verdaderamente cierto, lo indudable, es la acción preponderante de un destino cruel y despiadado que se había cobrado dos víctimas, destruyendo la existencia de una felíz muchacha junto a su joven esposo.
Desafortunadamente, una trama fatal originó el triste e imprevisible accidente causando enorme pena, tremenda amargura a sus allegados y a todos aquellos que lograron conocer de cerca a Lucía y Ángel. Es de lamentar que a raiz de un extraño designio perecieran justamente el mismo día en el cual debían iniciar una afortunadamente senda matrimonial, seguramente con la idea de concretar proyectos alentadores y promisorias ilusiones, al amparo del cariño y el apoyo incondicional de sus respectivas familias.
Conclusión:
Por todo lo relatado hasta aquí, analizando todas las posibilidades presentadas y cotejando eventuales declaraciones de quienes estuvieron cerca de la terrible tragedia, debemos admitir que la versión que afirma que no era un coche tirado por caballos el vehículo nupcial, sino un automóvil, es al parecer la más acertada, la más creíble y por consiguiente la que debe registrar la historia.
DATOS Y NOTICIAS QUE SE PERDIERON EN EL TIEMPO
Es indudable que con el paso de los años la historia va perdiendo poco a poco informaciones de gran utilidad, datos importantes que la posterioridad nunca podrá rescatar. Quizás debido a eso, hubo quienes sin haber vivido en las épocas que debía recoger la leyenda "fabricaron" noticias y argumentos de dudosa veracidad. Otros en cambio que realmente asistieron a determinados acontecimientos y por motivos inexplicables dieron datos falsos y equivocados que distorsionaron la verdad. Tales formas de notificar, especialmente al periodismo que las aceptaba de buena fe, originaron errores informáticos insalvables. Todo lo antedicho se confirma al evocar momentos culminantes de la vida de los habitantes del castillo parquense.
Años más tarde de ocurrido el accidente alguien dijo tener datos sobre el sepelio y la inhumación de las víctimas. Inexacto, esa noticia es incorrecta, extrañamente ignorándose por que razones, nunca se dio a conocer esa información y quienes en algún momento dijeron poseerla no se ajustarán a la realidad. Con referencia a ese tema solo por trascendidos no confirmados, la empresa funeraria a cargo del servicio había sido Lázaro Costa. Tampoco se supo en que necrópolis fueron depositados los restos de ambos jóvenes. Dudas e incógnitas que jamás podrán ser aclaradas debidamente. El tiempo transcurrido borró para siempre las huellas de un pasado, cuyas noticias, informes y testimonios principales hoy tan solo son un recuerdo, una evocación nostálgica reflejadas en las páginas de la historia parquense.
A fines de 1912 el castillo fue puesto en venta pero no hubo ofertas importantes y no se logró realizar la operación. Aquellas tierras que en el siglo XIX don Rafael Giordano había adquirido privadamente a su primitivo dueño don Pedro Pastorini (según antiguas referencias), y donde fue construído el majestuoso edificio, parecían después de la conocida tragedia lugares malditos. Nada funcionó adecuadamente en ese sitio en ninguna época. Una situación rara, no razonable y misteriosa que nunca tuvo una explicación coherente y creíble.
A este señor, involuntario espectador del accidente ocurrido a poca distancia de donde tenía estacionado su coche, le atribuyeron posteriores declaraciones de las cuales reconoció que en aquellos momentos estaba sentado en su cabina distraídamente, sin prestar mayor atención a lo que sucedía en los alrededores. Un paraje oscuro y monótono sin atractivos para la curiosidad. Recordaba que de pronto al girar la vista hacia el Castillo alcanzó a ver el veloz avance del tren, y creyó haber oído algún grito de terror que no pudo precisar. Tal vez ambos jóvenes habrían expresado de esa manera su espanto, al advertir súbitamente frente a ellos la enorme masa de hierro de la locomotora que terminaría con sus vidas.
Por su parte el maquinista que guiaba la formación ferroviaria llegó a la estación terminal de Retiro en su horario habitual no informando sobre lo ocurrido porque según sus manifestaciones, por la alta velocidad que el tren llevaba y la escasa visibilidad del lugar no vio lo sucedido.
Más allá de los relatos y las especulaciones que se hicieron al respecto, lo verdaderamente cierto, lo indudable, es la acción preponderante de un destino cruel y despiadado que se había cobrado dos víctimas, destruyendo la existencia de una felíz muchacha junto a su joven esposo.
Desafortunadamente, una trama fatal originó el triste e imprevisible accidente causando enorme pena, tremenda amargura a sus allegados y a todos aquellos que lograron conocer de cerca a Lucía y Ángel. Es de lamentar que a raiz de un extraño designio perecieran justamente el mismo día en el cual debían iniciar una afortunadamente senda matrimonial, seguramente con la idea de concretar proyectos alentadores y promisorias ilusiones, al amparo del cariño y el apoyo incondicional de sus respectivas familias.
Conclusión:
Por todo lo relatado hasta aquí, analizando todas las posibilidades presentadas y cotejando eventuales declaraciones de quienes estuvieron cerca de la terrible tragedia, debemos admitir que la versión que afirma que no era un coche tirado por caballos el vehículo nupcial, sino un automóvil, es al parecer la más acertada, la más creíble y por consiguiente la que debe registrar la historia.
DATOS Y NOTICIAS QUE SE PERDIERON EN EL TIEMPO
Es indudable que con el paso de los años la historia va perdiendo poco a poco informaciones de gran utilidad, datos importantes que la posterioridad nunca podrá rescatar. Quizás debido a eso, hubo quienes sin haber vivido en las épocas que debía recoger la leyenda "fabricaron" noticias y argumentos de dudosa veracidad. Otros en cambio que realmente asistieron a determinados acontecimientos y por motivos inexplicables dieron datos falsos y equivocados que distorsionaron la verdad. Tales formas de notificar, especialmente al periodismo que las aceptaba de buena fe, originaron errores informáticos insalvables. Todo lo antedicho se confirma al evocar momentos culminantes de la vida de los habitantes del castillo parquense.
Años más tarde de ocurrido el accidente alguien dijo tener datos sobre el sepelio y la inhumación de las víctimas. Inexacto, esa noticia es incorrecta, extrañamente ignorándose por que razones, nunca se dio a conocer esa información y quienes en algún momento dijeron poseerla no se ajustarán a la realidad. Con referencia a ese tema solo por trascendidos no confirmados, la empresa funeraria a cargo del servicio había sido Lázaro Costa. Tampoco se supo en que necrópolis fueron depositados los restos de ambos jóvenes. Dudas e incógnitas que jamás podrán ser aclaradas debidamente. El tiempo transcurrido borró para siempre las huellas de un pasado, cuyas noticias, informes y testimonios principales hoy tan solo son un recuerdo, una evocación nostálgica reflejadas en las páginas de la historia parquense.
A fines de 1912 el castillo fue puesto en venta pero no hubo ofertas importantes y no se logró realizar la operación. Aquellas tierras que en el siglo XIX don Rafael Giordano había adquirido privadamente a su primitivo dueño don Pedro Pastorini (según antiguas referencias), y donde fue construído el majestuoso edificio, parecían después de la conocida tragedia lugares malditos. Nada funcionó adecuadamente en ese sitio en ninguna época. Una situación rara, no razonable y misteriosa que nunca tuvo una explicación coherente y creíble.
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